Todos tenemos creencias en nuestro interior, algunas nos empoderan y otras nos limitan.
Estas creencias fueron creciendo en lo más profundo de nosotros, desde niños, de manera imperceptible, por todo lo que vimos, oímos o experimentamos en nuestros primeros años.
Y sin darnos cuenta, estas creencias se convirtieron en “programas automáticos de conducta”, formas de actuar que surgen de manera innata ante una situación determinada. Pero todos vinimos a este mundo con un regalo maravilloso, y es la libertad de elegir.
Ante cada situación, aunque a veces nos parezca que no hay alternativas, siempre podemos elegir, y ese es nuestro “momento de poder”.
Cuando ante una situación repetida que no nos hace felices, decidimos romper ese viejo patrón.
Cuando en vez de mirar lo que nos falta, apostamos por lo que tenemos, y decidimos jugar nuestra carta a ganar. Cuando aunque rotos, y dolidos, decidimos abrazarnos y decirnos “yo creo en vos” y elegimos cambiar, transitar el dolor para superarlo y no repetirlo.
Son esos momentos de poder los que nos hacen dueños de nuestro destino, creadores activos de nuestro presente.
Siempre podemos elegir, todo en la vida es elección, y darnos cuenta de esto nos hace responsables de nuestra vida, nos aleja del papel de víctimas y nos pone en acción. Podríamos pensar que hay cosas que nos suceden que no las elegimos, pero aún ante estas situaciones, siempre podemos elegir la manera de afrontarlas.
Siempre podemos elegir el significado que le damos a lo que nos pasa. Una enfermedad grave puede ser una catástrofe o puede ser el punto de partida para sanar de adentro hacia afuera, la elección es nuestra. El significado que le damos a las situaciones es algo que solo nosotros podemos elegir.
Richard Bach escribió en su libro “Ilusiones”: “Todos los acontecimientos de tu vida están ahí porque tú los has convocado, de ti depende lo que resuelvas hacer con ellos”.
Natalia Moyano
Contadora con
corazón de escritora
[email protected]