Este espacio de opinión no podía pasar por alto el lamentable atentado perpetrado contra del candidato presidencial Donald Trump en el que falleció un bombero y otras dos personas resultaron heridas a manos de un atacante de apenas 20 años de edad. Quisiera referirme a un hecho tan lamentable a fin de transmitir que la paz comienza cuando decidimos escucharnos.
Este año, países con realidades políticas y sociales complejas como Venezuela y Estados Unidos enfrentan elecciones que no solo decidirán el rumbo de sus gobiernos, sino que también pondrán a prueba su tejido social.
La necesidad de “bajar el tono” a nuestras diferencias ideológicas es más apremiante que nunca. Podemos tener visiones distintas sobre el manejo de nuestras naciones, pero no debemos permitir que estas diferencias nos distancien como seres humanos. Desde el corazón y la mente, todos compartimos deseos comunes de bienestar, seguridad y prosperidad. Las ideologías deben ser puentes de diálogo, no fosos de división.
Tomemos como ejemplo los conflictos de larga duración, como el de Palestina e Israel. A pesar de los innumerables intentos de resolución, las soluciones siguen siendo esquivas. La razón principal radica en la incapacidad de ambas partes para escuchar realmente al otro, sin prejuicios, sin precondiciones. Tomar partido de manera rígida no solo ha perpetuado el problema, sino que ha exacerbado la violencia.
¿Cómo podemos, entonces, aplicar estos principios a nuestros entornos? En cada debate, en cada campaña electoral, debemos promover la idea de que más allá de nuestras diferencias ideológicas, hay un interés común que debe prevalecer. Las campañas no deberían centrarse en desacreditar al otro, sino en proponer soluciones que consideren diversas perspectivas. Deberíamos exigir a nuestros líderes, y a nosotros mismos, un compromiso con el diálogo constructivo y el rechazo a la polarización.
Las redes sociales, las conversaciones familiares, los encuentros casuales, todos estos son espacios donde podemos fomentar un cambio positivo, demostrando que es posible hablar de política y de ideologías sin antagonismo.
La paz es un trabajo de todos los días, que requiere paciencia, tolerancia y, sobre todo, la voluntad de escucharnos. En un mundo que grita, optemos por hablar y escuchar en un tono que invite a la calma y al entendimiento. Solo así podremos trascender nuestras divisiones y construir sociedades más justas, equitativas y pacíficas.
Ismael Cala
Estratega de vida.