Cuando alguien cercano y querido cierra los ojos por última vez, duele y ese dolor hay que saber acoger, estamos hechos de partes que construimos con esa persona que se fue, es natural sentir que también se cierran, anulan, terminan cosas dentro nuestro.
Cómo hacer que ese dolor no se lleve partes de más, que no lo tiña todo de tristeza y desolación, cómo lograr que gane el sentido de supervivencia, afrontar la cotidianeidad, percibir el calor de la luz solar en la cara como un bien para seguir disfrutando, a pesar de…
En la naturaleza, cuando un organismo deja un lugar libre, antes de que este lugar sea ocupado por otro, el mismo atraviesa una transformación, cambia la materia y cambia la energía.
Dichos cambios representan un proceso, pero no de dolor y padecimiento, sino de innovación y vicisitud, porque la naturaleza sigue un ritmo de vida permanente, tal vez perpetuo. Tenemos todos, la posibilidad de subirnos al vagón del tren de la vida y atravesar un viaje que nos lleve en primera clase al mejor destino que imaginemos llegar.
El caso de algunos podrá ser sacar los pies de la cama, otros de la casa y después dar pasos más lejos, a lugares o actividades nuevas, porque es posible que después del proceso todo inicie desde un nuevo lugar, dándonos la oportunidad a ver la vida que queda de otra manera, eso también es natural.
Las semillas de algunas gramíneas tienen que salir de la planta madre antes que culmine su ciclo. Poder colonizar nuevos espacios para germinar y perpetuar la especie depende de su capacidad de movimiento. Para una semilla que coevolucionó y se adaptó para adherirse al pelaje de animales para moverse; la vida podría verse muy limitada cuando la planta que le dio origen perezca.
La muerte puede representar el fin, sin embargo, los zorros, las corzuelas, gatos monteses, liebres y cuises pasan por ahí con su pelaje de invierno, largo, listo para ser alcanzado por las semillas de cientos de gramíneas que quieren viajar.
Volviendo al duelo, sabiendo lo difícil que puede ser encontrar el transporte adecuado para llegar a lugares nuevos, por qué no adentrarnos en el interior de una semilla que sabe que el ciclo continúa. Subidos al lomo de alguna idea dejarnos transportar a tierras fértiles.
Está en nuestras manos poder avanzar un poco todos los días, ya sea aprendiendo una nueva receta, un idioma o una forma de acercarnos a ese gato que nos mira desconfiado pero que quiere un mimo o un plato de comida.
¿Quién es el gato, el zorro, la corzuela o pasto antes de morir?
¿Podemos arremeter en tremendas fauces del fin del tiempo y poner en marcha los mecanismos de supervivencia?
Cada ejemplo cuenta, contanos tus mecanismos de supervivencia. Abrazos y Gracias.
Anahí Fleck
Magister en Neuropsicología.
0376-154-385152