El paso de los vehículos levantaba una cortina de tierra que dejaba casi sin visibilidad a quienes transitaban este viernes por la mañana desde el pueblo hasta el Cerro Monje, donde los jóvenes del Grupo Juvenil Misionero Parroquial representaron el Vía Crucis Viviente en un día a pleno sol y con el río Uruguay de fondo.
El predio lució impecable y ya antes del inicio del Vía Crucis, el estacionamiento principal estaba completo en su capacidad. Hubo mucha gente que además llegó en motocicleta, otras pedaleando y una minoría que decidió caminar.
También hubo quienes llegaban hasta la cima del cerro de rodillas, ante la mirada y respeto de los presentes que acompañaban en silencio y algunos incluso en oración ese momento tan íntimo de los peregrinos.
“Nosotros somos de Oberá y venimos desde hace años al Cerro Monje en Semana Santa para agradecer que estamos bien de salud o bien a pedir por algún familiar o amigo que lo necesite. Esto es algo místico que hay que vivirlo, tener fe y el acompañamiento llega, uno en un momento empieza a sentir que no está solo”, indicó Rocío López a PRIMERA EDICIÓN, mientras aguardaba el inicio de la representación.
Agregó que “el predio fue mejorado en los últimos años, acá antes el ingreso era todo de tierra y ahora tiene un pavimento articulado desde la base que ayuda mucho, en especial para los días de lluvia. Los sanitarios y cantina también se hicieron a nuevo y eso para quienes venimos de afuera es muy valioso. Como crítica constructiva y sabemos que no es sencillo, deberían mejorar la parte gastronómica porque la gente que es de acá trae su comida pero los visitantes necesitan algo más pese a que es Viernes Santo. Y el otro punto es la comunicación porque hay empresas de telefonía que no tienen señal de teléfono o es muy poca”.
También se observaban numerosas carpas en el predio, “porque se hace la vigilia en la que la gente desde el jueves por la tarde ya viene a instalarse para vivir estos días como un retiro espiritual. Es algo muy lindo que lo hacemos más o menos cada dos años. En la pandemia no estuvo abierto el Cerro y no vinimos pero ahora volvimos con mi esposo y nuestros tres hijos, más que nada a agradecer y nos quedaremos hasta el domingo”, comentó Rossana Rodríguez, vecina de Leandro N. Alem.
Respeto
El inicio del Vía Crucis llamó a silencio a todos los presentes, quienes siguieron atentamente cada escena de las catorce estaciones donde se reflejaron la pasión de Jesús con una excelente actuación de los jóvenes locales que llegaron a emocionar a más de uno.
Sentada en su sillón, Josefa Alvez contó que es de San Javier, “de la chacra. Es una tradición venir al Cerro Monje. Desde chicos, mis padres nos inculcaron. Me trajeron cuando tenía dos años porque yo tenía un problema en la punta de los pies, que no podía caminar. Y ahí me hizo caminar desde Tres Esquina hasta acá. Yo en dos años tenía que caminar sí o sí. Y después de aquí para allá, me llevaban a caballo. Pero caminé, ¿sabe?”.
Detalló con plena lucidez, con sus 79 años, que “era una promesa que hicieron. La vez pasada me preguntó un sacerdote de allá de Oberá, que quería saber qué es la tradición del Cerro Monje y le dije que es muy poderoso en todo lo que uno le pide. No sé si es el Cerro o Nuestro Señor del Cielo. Hay que tener mucha fe, eso yo le digo a todos mis hijos a mi familia, a todos. Al que es católico, tiene que tener fe y confianza”.
Josefa dijo que “llegó a haber mucha más gente acá. Pero no sé si van perdiendo la fe o es la economía que puede afectar para que uno no pueda andar muy bien, pero mientras uno puede, como mi caso que tengo salud, yo vengo sea como sea porque Dios es grande”.
Por su parte, la directora de Turismo de la Municipalidad de San Javier, María Gutiérrez, manifestó que “esta Semana Santa la estamos transitando con respeto, con fe y alegría. Nos están visitando personas de Misiones, por supuesto, como así también de otras provincias y de Brasil. Hay un trabajo importante en cada uno de los puestos que se establecieron desde el pueblo hasta la cima del cerro para que los peregrinos puedan disfrutar plenamente de esta experiencia”.
Norma Alvez, nacida en San Javier pero que vive actualmente en Buenos Aires, dijo que “cada vez que podemos volvemos al Cerro Monje y la verdad que hay menos gente que en años antes de la pandemia pero el espíritu es el mismo”.