Las crucifixiones de una decena de personas volvieron a ser el plato fuerte de la celebración del Viernes Santo en Filipinas, donde la estrella fue Ruben Enaje, un carpintero que rompió su promesa de retirarse y emuló la Pasión de Cristo por trigésima quinta vez, en Semana Santa.
Esa tradición sobrevive en varios pueblos de la provincia de Pampanga, especialmente en la localidad de San Fernando, a 80 kilómetros de Manila, donde unos 20.000 espectadores asistieron bajo un cielo encapotado a la sangrienta recreación de la Pasión de Jesucristo en el barrio de San Pedro Cutud.
El gran protagonista es Rubén Enaje, un carpintero de 63 años, la persona que más veces ha participado en la polémica actividad religiosa en la que actores que representan a los centuriones romanos penetran sus manos y pies con clavos de 10 centímetros para incrustarlo en una cruz de madera.
La primera vez que se atrevió a hacerlo deseaba expresar su agradecimiento por lo que consideró un milagro, al sobrevivir ileso de una caída desde el tercer piso de un edificio. Desde entonces, Enaje siempre ha tenido un motivo para repetir la dolosa prueba.
El apodado “Cristo de Pampanga” permaneció clavado a la cruz unos 10 minutos, al igual que sus compañeros de vía crucis, y declaró después al diario Inquirer que en ese tiempo rezó por que ningún filipino pasara hambre, en un momento en que la inflación de los alimentos ha aumentado las penurias de muchas familias.
Enaje había dicho el pasado año, en que la tradición se retomó después de tres años de parón por la pandemia, que sería su última crucifixión ya que a sus 63 años le resulta cada vez más difícil arrastrar la cruz de más de 4 metros de largo y unos 20 kilos (más ligera que la de 37 kilos que llevaba en sus primeras participaciones en los años 80).
Sin embargo, en declaraciones al Inquirer afirmó que continúa con la tradición por la comunidad, ya que se lo pidieron los organizadores ante la dificultad para encontrar un candidato idóneo.
Enaje es el más veterano pero no el mayor de los participantes, ya que en el barrio de San Juan de la misma localidad de San Fernando se hizo crucificar este año por decimosexta vez Wilfredo Salvador, de 67 años.
Además de ellos dos, adoptaron el papel de Cristo y sufrieron el vía crucis otros ocho hombres en la provincia de Pampanga, según la lista difundida a los medios por los organizadores.
Y aunque la crucifixión es el clímax del intenso ritual, muchos otros penitentes participan en la procesión llevando coronas de espinas o flagelándose en la espalda con trozos de bambú afilados o con ramas que usan como látigos.
Entre 5.000 y 10.000 personas se flagelaron en las celebraciones del Jueves Santo y el Viernes Santo, azotando sus espaldas hasta sangrar para pedir ayuda divina, expiar sus pecados, o pagar una promesa realizada en el pasado o como pago por un favor concedido, otros oran por la salud de un ser querido.
Filipinas es el país de Asia con mayor número de católicos, ya que más del 85 % de los 115 millones de habitantes profesan esta religión como herencia de los tres siglos de colonización española hasta 1898.
Sin embargo, estos rituales extremos, que no gozan de la aprobación de las autoridades clericales. Los líderes de la iglesia en Filipinas han desaprobado las crucifixiones y las autoflagelaciones, siguiendo el mandato del Vaticano. Insisten en que los filipinos pueden mostrar su profunda fe y devoción religiosa sin hacerse daño, mostrando su solidaridad con los otros con actos como donar sangre.
Fuente: Medios Digitales