El desajuste de horarios y actividades al empezar la escuela hace que sean muchos los niños que tienen que pasar necesariamente por un período de adaptación, que no suele durar más que unos pocos días.
Podemos encontrarnos con desregulación de horarios, cambios en los patrones de sueño o en el apetito, nerviosismo o agitación, ligera irritabilidad etc. En cualquier caso se trata de un proceso normal, que puede vivir o no cualquier niño sano y que se soluciona por sí solo una vez se haya adaptado de nuevo a la rutina y, por supuesto, los padres no deben considerarlo como una enfermedad ni como un trastorno de adaptación.
Hay algunos casos especiales en los que se hace más difícil ese período de adaptación. Uno de ellos es cuando dejamos al niño por primera vez en la escuela o guardería. En estas situaciones la cantidad de cambios es enorme y los niños pueden que experimenten miedo, ansiedad, llantos desconsolados, etc.
Todo esto se encuentra dentro de la normalidad y no tiene por qué complicarse. Lo deseable es un período inicial gradual, para que la adaptación sea más progresiva. Otras situaciones en las que los cambios también son muy importantes son el inicio de secundaria y el cambio de colegio.
¿Qué es un trastorno de adaptación escolar?
Una respuesta no positiva al retorno escolar de grado menor no es un trastorno de adaptación en sí mismo, pues forma parte de una actitud sana y normal en cualquier niño. El trastorno adaptativo se instaura cuando lo que sería una respuesta corriente se convierte en una reacción negativa que se sale de lo normal, tornándose persistente. Este tipo de reacción se produce siempre en el plazo de tres meses desde el comienzo del curso escolar, pero afortunadamente no se prolonga más allá de los 6 meses.
¿Todos pueden sufrirlo?
Todos los niños y adolescentes pueden sufrirlo, sin duda, pero existe más probabilidad de que lo padezcan unos más que otros, siendo prácticamente impredecible el identificar a los de mayor riesgo. La posibilidad de padecer este trastorno depende de las características genéticas de la persona, de su entorno familiar y de las características del factor estresante (este caso es el medio escolar).
¿Qué podemos hacer?
Si sospechamos que nuestro hijo puede estar padeciendo un trastorno de adaptación escolar debemos consultar con el pediatra para hacer una primera aproximación diagnóstica, pudiendo ser necesario que sea visto por un psicoterapeuta infantil. En la evaluación psicológica el especialista deberá intentar identificar los elementos generadores de estrés y proponer una actuación sobre los mismos mediante psicoterapia individual, psicoterapia familiar (si se debe incidir globalmente sobre la familia) o psicoterapia de grupo (junto a otros niños con su mismo problema que pueden ser incluso de su mismo colegio.
Cecilia Castillo
Lic. en Psicología
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