Ensimismado en el objetivo fiscal y en la macroeconomía, en una nueva y extraña entrega de desconexión con la realidad, el presidente Javier Milei hizo gala de un dato que no se distingue en la economía real. La anterior fue durante su discurso del estado de la Nación, cuando lanzó que la desregulación del mercado de los alquileres hizo que bajaran los precios para los inquilinos (?).
Ayer, tras haber reconocido que millones de familias la pasan mal frente a la crisis (al criticar los aumentos que Victoria Villarruel y Martín Menem firmaron para senadores y diputados), consideró que las promociones de venta que realizan los supermercados distorsionan el real escenario de los precios e impiden captar que la inflación hoy “es de un dígito”. “Si los precios de los bienes se pudieran computar de manera correcta dadas las promociones, la inflación estaría en un dígito”, soltó el mandatario. “Descontando las tarifas y el arrastre estadístico, la inflación estaría en un dígito”, reforzó.
Con un IPC que en diciembre tocó el 25% luego de la corrección cambiaria, las proyecciones para el de febrero oscilan entre 14 y 15,8%. Es cierto, el IPC cae fuerte (aún no a un dígito), pero sigue siendo altísimo para los bolsillos de los trabajadores, celebrarlo es verdaderamente pírrico. Las nuevas aseveraciones de Milei colisionan con lo que ocurre en las góndolas donde la escalada inflacionaria se siente con mayor rigor a partir de la pérdida de poder adquisitivo, todo acentuado por la fuerte devaluación de diciembre.
Su venta de expectativas se asimila a la de otros funcionarios que se propusieron bajar la inflación y no hicieron más que agitarla. Sergio Massa, por caso, había asegurado a fines de 2022 que para abril del siguiente año iba a estar en torno al 3%. Mauricio Macri también había asegurado en 2015 que la inflación era fácil de combatir. Tres años después hablaba en el Congreso de “crecimientos invisibles”. Hoy Milei habla de alquileres más baratos y un IPC de un dígito.
La inflación es un drama sostenido desde la vuelta de la democracia y ningún gobierno desde entonces pudo darle una solución definitiva y sostenida. Al nuevo Gobierno, que lleva poco tiempo como tal, pero ya lleva sobre su espalda un fuerte incremento de la pobreza, le convendría entenderlo para no ir por el mismo camino. La venta de falsas expectativas no es nueva en Argentina, la usaron todos los gobiernos y justamente explica en buena medida que Milei sea hoy el Presidente.