Entre lágrimas, Sergio, un carnicero de Buenos Aires, contó que tendrá que cerrar su local por la inflación y la crisis económica.
Esta historia en particular tomó relevancia debido a que, hace algunos meses, Sergio también había llorado delante de una cámara porque la inflación se comía su ganancia pero se negaba a aumentar porque sabía que sus vecinos no iban a poder pagar los productos. “Me da pena que venga un jubilado a sacar sus monedas para pagar un churrasco por $800″, declaró en su momento.
“Y, la realidad es bastante cruda. La inflación es el cuco de los negocios hoy en día. La verdad que, yo en lo personal, me rindo. No puedo con la inflación, así que estoy un poco mal porque voy a terminar cerrando mi negocio esta semana porque no puedo más”, empezó diciendo hoy el comerciante, con lágrimas en los ojos.
Y prosiguió: “La inflación hace que no tenga clientes, me comió la ganancia, el almacén está vacío prácticamente. Es insostenible. Soy un luchador nato junto con mi señora, pero no puedo”, agregó.
“La gente que me conoce sabe que soy un guerrero, pero la verdad que esto me superó. Me siento muy angustiado por el hecho de que ahora saqué la carnicería y me queda solo la verdulería, así que me rindo. La inflación me ganó, así que hasta acá llegué. Es la última semana que estoy”, continuó en un móvil con Canal 13.
https://twitter.com/radiotrestres/status/1764688236016734648
“Es tremendo el esfuerzo que hago. Hace 16 meses que estoy levantándome muy temprano, acostándome muy tarde. Muy orgulloso de tener mi primer negocio, pero no lo puedo sostener más. La inflación me come la ganancia, me come el capital. Como verás, el almacén está vacío prácticamente. Es insostenible”, manifestó Sergio, completamente quebrado y sin disimular el llanto.
Y finalizó diciendo: “Es una pena, en un país tan hermoso como este, que tengamos que pasar por estas cosas. Yo, en lo personal, no quiero hablar mal de nadie, no quiero echar la culpa a nadie. Simplemente que es algo insostenible. No se puede pagar la carne, no se puede pagar una bebida, no se puede pagar nada. La inflación me comió. Y, la verdad, que ya no tengo fuerza para seguir adelante”.