El paso del tiempo y el olvido no siempre van de la mano. Es que por más que muchas cosas del pasado hayan quedado en desuso o no existan más, el recuerdo de las mismas hacen que sigan tan vigente como siempre.
Un ejemplo de lo anterior es la ex Estación de Trenes de Posadas. Los ferrocarriles ya hace tiempo que no llegan a la capital misionera y ese espacio hoy es la sede de un Ministerio. No obstante, la memoria hace que al cerrar los ojos por un instante, de repente se escuchen las bocinas del Gran Capitán arribando con su sonido inconfundible.

Pero, lo irónico de este texto, es que en esa misma estación hay un ejemplo de lo que ocurre cuando el transcurrir de los años van dando lugar al olvido. Se trata de un objeto metálico, casi irreconocible. Está ahí, aunque no lo parezca. Ya nadie lo ve, pese a que en su interior guardó más historias que cualquiera de las que pueda subir un adolescente promedio en su cuenta de Instagram.
Se trata de uno de los pocos buzones rojos que han sobrevivido al paso del tiempo y persiste hoy en tiempos de redes sociales e inteligencia artificial. Sin embargo, lejos de tener el valor histórico que se merece, hoy luce sin brillo y es usado hasta como recipiente de basura por quienes transitan en la Costanera.
Un poco de memoria
Lejos quedó esa época donde el correo era la principal vía de comunicación y las personas concurrían cotidianamente a los buzones para mandar una carta.
Los primeros buzones en la historia eran cajas de madera llamadas «Tamburi», siendo utilizados en Italia desde el año 1529 su función era para depositar denuncias anónimas dirigidas a las autoridades de los poderes públicos locales, estos primitivos aparatos estaban ubicados preferentemente en las iglesias.
De acuerdo a lo que detalla Jorge Resnick en su blog La Barriada, para 1868 los primitivos buzones de madera serán cambiados por otras “cajas metálicas” siendo en ese entonces un total de 22, sin embargo estas “bocas de carta” no estaban por esos tiempos al alcance del público a cualquier horario, ya que al estar instalados en casas de comercio, su uso se restringía al horario de atención de estos comercios.
Los buzones cilíndricos, como se conocen hoy, llegaron recién en 1874 desde Inglaterra, por encargo de Eduardo Olivera, director de Correos y Telégrafos que alentó la sanción de la Ley de Correos de 1876 y el ingreso de la Argentina como país miembro de la Unión Postal Universal en 1878.
En 2018 solo quedaban 1400 buzones en todo el país, número que es previsible que haya disminuido en estos seis años.













