Leopoldo Lugones, una de las mayores figuras de la literatura argentina y americana, se suicidaba el 18 de febrero de 1938 en el histórico recreo El Tropezón, sobre el Paraná de las Palmas.
El desenlace imprevisto, según quienes lo conocían, se habría producido por la separación de una joven alumna con quien mantenía relaciones.
Las amenazas de su hijo, un jefe policial “bravo”, tanto contra él como contra la familia de la chica, lo condenaron a una soledad que no soportó.
Otras versiones, sin embargo, atribuyeron la decisión a la decepción política de Lugones que había llegado a respaldar el golpe del 30 que derrocó a Uriburu.
De todos modos, casi nadie imaginaba ese final para quien dijera: “Del hierro nunca vi salir lágrimas…”.
Prosista y orador brillante, fue anarquista en su juventud, luego socialista y, tras desengañarse del general Uriburu, abrazó el catolicismo.
“Es el único que escribe con todo el idioma”, dijo de él Jorge Luis Borges.
Autor de la memorable “La Guerra Gaucha”, entre sus poesías se destacan “Odas Seculares”, “Poemas solariegos” y “Romance del río seco”.
En tanto que sus prosas principales, junto a la mencionada “La Guerra Gaucha”, son “El imperio jesuítico” y “Cuentos fatales”.
Había nacido en Villa María de Río Seco, provincia de Córdoba, el 13 de junio de 1874, fecha en que se conmemora el Día del Escritor en Argentina.