Leopoldo Lugones nació el 13 de junio de 1874 en la Villa de María, Río Seco (Córdoba), como primer hijo del matrimonio de Santiago Lugones y Custodia Argüello. La familia se trasladó a Santiago del Estero y posteriormente a Ojo de Agua, una villa con pocos habitantes, donde el niño cursó sus estudios primarios.
A los diez años se destacaba por su memoria, gusto por la lectura e interés por las ciencias naturales. En 1892 Leopoldo volvió a vivir con su familia, ya ubicada en Córdoba, tras haber perdido su estancia. La crítica situación económica lo llevó a tener que comenzar a trabajar y convertirse en autodidacta; en esa época dio con éxito sus primeros pasos en la vida pública; dirigió el periódico liberal y anticlerical “El Pensamiento Libre” y se alistó voluntariamente para enfrentar a las fuerzas radicales sublevadas en Rosario.
En Córdoba, Lugones se fue convirtiendo en un personaje popular capaz de contrapuntear con los payadores del barrio, publicar versos controvertidos con el seudónimo Gil Paz, promover huelgas estudiantiles y fundar un centro socialista.
En 1896, año decisivo para Lugones, se instaló en Buenos Aires y se casó con Juana González. También se unió al grupo socialista de escritores integrado por José Ingenieros, Roberto Payró y Ernesto de la Cárcova, escribió en el periódico socialista “La Vanguardia” y en “La Tribuna”, órgano del roquismo y se ganó al distinguido auditorio del Ateneo.
A los 22 años escribió en La Nación, promovido por su amigo Rubén Darío. Publicó su primer libro, “Las montañas del oro”, en 1897, basado en una influencia tardía del romanticismo francés.
Allá por el novecientos
El novecientos fue época de intensa producción en la que escribió muchas de sus obras más valoradas como “Crepúsculos del jardín” (1905) acercándose al modernismo hispanista y a las nuevas corrientes literarias francesas: simbolismo, decadentismo, parnasianismo. Esta tendencia alcanzó su máxima expresión en “Lunario sentimental” (1909).
En su obra “Las fuerzas extrañas” (1906), Lugones plasmó sus habilidades para escribir cuentos de misterio. Este trabajo junto con los “Cuentos fatales” (1926), renovó el género de la forma breve e inició una fecunda tradición en el Río de la Plata, en la que se inscribieron escritores como Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Julio Cortázar.
En 1910, la conmemoración del Centenario de Mayo representó el cenit del movimiento de afirmación de los valores y tradiciones nacionales. Bajo ese impulso, Lugones publicó varios trabajos: “Odas seculares” (1910) y la “Historia de Sarmiento” (1911).
Su impulso al Martín Fierro
En “El Payador” (1916) reunió una serie de conferencias sobre “Martín Fierro” de José Hernández que rescatan la obra, calificándola de “cuento homérico de la cultura argentina”. Este particular enfoque instaló en la crítica una fructífera polémica que se prolongó por décadas y cuyo resultado fue la aceptación del poema como la obra emblemática de la identidad literaria argentina.
La lectura que Lugones hizo deja entrever otro de sus principales puntos de interés intelectual; la cultura clásica. En este campo su producción incluye las obras “Didáctica” (1910); “Las limaduras de Hephaestos” (1910), “Estudios Helénicos” (1924) y “Nuevos estudios Helénicos” (1928).
Lugones observador y hombre de acción
En Europa se vivía un tiempo de incertidumbre instalado con la guerra mundial, la revolución de los soviets y el fascismo italiano, mientras en Argentina se sentía la crisis económica y la inestabilidad política. Lentamente, su visión socialista fue dando paso a un pensamiento nacionalista de originales matices, crítico del liberalismo y alejado de las posiciones católicas. Este Lugones maduro fue igual de controvertido que en sus posiciones juveniles al apoyar el militarismo de la década del treinta.
Su trabajo incesante se plasmó en numerosos escritos, artículos de prensa y conferencias que le merecieron el nombramiento en la Asamblea de Cooperación Intelectual de la Liga de las Naciones (1924) , el Premio Nacional de Literatura (1926) y la presidencia de la Sociedad Argentina de Escritores, fundada con su impulso (1928).
En esta etapa, aumentó con ritmo vertiginoso su ya cuantiosa producción intelectual entre la que se encuentra “Poemas solariegos” (1928), uno de sus títulos más elogiados, y los ensayos “La patria fuerte” (1930) y “La grande Argentina” (1930), indispensables para comprender la época y la generación de Lugones.