Elizabeth Carmen Haurech (53) es fisicoculturista y estuvo en la búsqueda desde pequeña cuando sus padres, Juan Rubén y Carmen Catalina Moscardi, la estimulaban e invitaban a practicar deportes. Nacida en Posadas, pero radicada en la Capital de las Ruinas Jesuíticas, admitió que fue complicado encontrar una disciplina que le gustara y en la que se sintiera cómoda.
A los diez años, “comencé haciendo maratón, después un poco de ciclismo, natación, remo, de todo un poco. Pero no encontraba un deporte que realmente me gustara. Sin embargo, cuando terminé la escuela secundaria hice un curso de profesora de gimnasia y empecé con localizada, aeróbics y a dar clases en los gimnasios, pero, físicamente, nunca lograba verme como deseaba”, contó. Fue hasta que en el lugar donde trabajaba, observó a unas chicas que “estaban un poco musculadas y me contaron que estaban haciendo pesas en el Gimnasio Seró. Entendí que, sin dudas, era ahí donde tenía que ir”.
A los 30 años, Haurech incursionó en las pesas y en el gimnasio. “Me prepararon para competir. Tras seis meses de preparación, en 2000 competí por primera vez y ya no abandoné porque en medio año logré transformar mi cuerpo tal como quería, que era ser flaca, pero con curvas y con dureza muscular”, celebró esta atleta fitness, vicecampeona e iberoamericana figura master NABBAWFF, profesora de gimnasia, entrenadora personal y asesora en dieta y suplementación, entre otras.
“Papá siempre hizo deportes y nos inculcó la práctica. Además de verlo en acción, siempre nos incentivaba: vamos a probar en esta competencia, hay una competencia de ciclismo, subite y vamos. Hay natación, vamos. Nos hizo probar de todo, mientras le planteaba que todavía no encontraba el deporte en el cual quisiera quedarme. Y bueno, hasta que probé el culturismo y me quedé. Me decía, mirá que es una disciplina súper complicada porque no vas a poder disfrutar de muchas cosas, no sé si vas a aguantar, pero realmente era lo que me apasionó, por eso vengo aguantando tantos años. Ahora papá está feliz, muy orgulloso. Tiene guardadas mis fotos y los recortes de los diarios”.
“Ya no pude dejar, por lo que me puse a hacer cursos de musculación, de nutrición, hasta que empecé a competir todos los años, cada vez más”, dijo. Como la situación del país no la convencía, tuvo la oportunidad de ir a vivir y a probar suerte en Chile. En el país trasandino permaneció a lo largo de diez años, también trabajando en gimnasios y compitiendo.
“Fue ahí donde más competí y donde pude aprender un montón de cosas que en Argentina todavía no se estilaban, como la forma de preparar a los atletas por parte de los entrenadores y cómo llegar a subirse al escenario en el mejor estado. Todo es con mucho sacrificio, pero, por supuesto que nadie se imagina lo que pasa un culturista para poder subir al escenario”, acotó la mamá de Maite.
Indicó que son todos procesos de dieta sumamente estricta, de entrenamiento muy fuerte y de muchas horas. “También hay que hacer cardio para poder desgrasarse. Para prepararse, un atleta necesita diariamente unas cuatro o cinco horas de entrenamiento. Y son varios meses de preparación. Para poder subir al escenario hay que hacer un secado subcutáneo, que es una deshidratación especial donde se busca dejar el agua intracelular en las células, pero sacar el agua que está entre la piel y el músculo para que se vea esa marcación extrema”, explicó.
En el culturismo existen varias categorías. “Con mi edad puedo ingresar a la categoría máster que es más de 50 años y competir con chicas de mi edad, entonces siempre estamos parejas con el resto”, comentó, y agregó que en toda su carrera participó de alrededor de 60 campeonatos de los que “tengo bonitos recuerdos, muchas medallas y algunos trofeos”.
Muchos debieron quedar en Chile, desde donde regresó porque extrañaba mucho a su familia (papá, tías y tíos, sobrinos y hermanos: Rosario Soledad, Daniel Rubén, Agustín y Santiago, que en buena medida se inclinan por el deporte). “Es que cuando una es joven quiere viajar y quedarse en otros lugares, pero con el paso del tiempo te empieza a tocar fuerte el tema de la familia”, confió quien ahora reside en la localidad de San Ignacio, donde instaló un gimnasio junto a su pareja, Néstor Claudio Aquino, también físicoculturista.
“Nosotros guiamos a los alumnos hasta que aprenden a entrenar solitos sin lesionarse, con las técnicas que corresponden. Todos salen de aquí, aprendiendo mucho. En los gimnasios donde realmente hay vocación por parte de los profesores, se consiguen cosas para mejorar la calidad de vida de todos”.
A partir de esta iniciativa, es representante de la Federación de Culturismo NABBA en Misiones –una de las federaciones de culturismo más antiguas en el mundo, donde se inició Arnold Schwarzenegger-, con cuyo aval, desde el año pasado organizan campeonatos en la provincia, como la Copa Fénix que fue la primera que se disputó. Para el mes de octubre venidero evalúan la organización de una nueva Copa Fénix.
Si me tienen fe…
Cuando su entrenador le comunicó que iba a competir, apenas pasados los seis meses, Haurech solo atinó a sonreír, pero dijo: “Bueno, si ustedes me tienen fe, vamos a hacer lo necesario y que sea lo que Dios quiera”.
“Cuando llegué a esa primera competencia, me sentía nada al lado de las otras chicas que se estaban entrenando desde hacía muchos años, con una masa muscular importante. Yo no tenía nada, pero fue una vivencia que me llevó a continuar porque me gustó, a pesar que no me veía bien comparándome con las otras chicas”.
Sostuvo que para llevar adelante esta disciplina es necesario estar muy preparado mentalmente. “Se debe tener mucha fortaleza y renunciar a un montón de cosas. A partir de esa decisión, ya no tenemos una vida social normal. No podemos trasnochar, evitamos beber alcohol, no podemos salirnos de la dieta. Es como que se reduce mucho el círculo de amigos porque al otro día hay que entrenar y si se hacen desarreglos, no damos lo todo lo que tenemos que dar. Sumado a eso, siempre estamos apuntando a alguna competencia, aunque más no sea, una en el año. Debido a los altos costos, es más difícil poder ir a competir, pero, aunque sea una vez al año uno, nos damos el gusto”.
De todos modos, no hay premios en dinero, como en muchos deportes, solo trofeos y medallas, “pero lo hacemos por la satisfacción personal”.
A su entender, la competencia “es como ese gustito que nos damos y es lo que nos mantiene en forma, también. De lo contrario, uno se relaja. Esta es una manera de tener una motivación, un campeonato es lo que nos da la energía que no te puede dar otra cosa que saber que te vas a subir a un escenario. Lograr subir al escenario ya es un triunfo para cualquier atleta dado el sacrificio que implica la preparación”.
Adaptarse de a poquito
La deportista describió los cambios y apuntó que, al principio, “los amigos se molestaban con nosotros, en realidad, porque ya no se compartía las mismas comidas ni las mismas salidas. Después uno se mentaliza que tiene que ser así, o es una cosa o es otra. Se acostumbra. Incluso en la familia se acostumbraron a que, de repente no se festeja un cumpleaños porque la fecha de competencia es en breve. Al principio también costaba eso. Después todos se van acostumbrando a que uno tiene un estilo de vida diferente y a que uno es feliz haciendo otras cosas”.
A quienes ingresan al gimnasio, Haurech y Aquino les indican tips de alimentación “porque el entrenamiento ayuda mucho a levantar el ánimo y a mejorar la salud en general, pero si no es acompañado por una alimentación adecuada, los cambios son muy lentos. Hay quienes quieren bajar de peso, quienes quieren subir, y siempre les enseñamos lo básico: qué son los carbohidratos y qué son las proteínas. Si conocen, diferencian y saben manejarse con eso, se logran los objetivos”.
Para Haurech, esto es una verdadera entrega. Y la satisfacción es poder motivar a otras personas “a inclinarse un poquito por este deporte, porque esto es lo que te salva de la vejez. Hacer pesas es lo único que te saca del proceso de envejecimiento. Entonces todas las personas, sobre todo después de los 40 años, deberían acercarse a un gimnasio por el tema de su salud, para no andar después con la ayuda de un bastón o en una silla de ruedas”.
Explicó que “tener una masa muscular y cuidarla para que no se degrade con el paso del tiempo es sumamente importante para prevenir todo tipo de lesiones y mantenerse fuerte. Eso ayuda a poder tener una vejez agradable, poder seguir viajando y moviéndose por sus propios medios, sin necesitar de nadie”. Y en el gimnasio que dirigen San Ignacio (gimnasio.sanignacio en Instagram), el mensaje causa efecto. Se refleja porque “ingresa cada vez más gente joven, adolescentes y mayores. Como mi esposo tenemos más de 50 años, ven nuestra figura y quieren animarse a probar, ven que pueden estar mejor. Estamos reclutando cada vez más gente de distintas edades”, se alegró quien lleva 23 años compitiendo.
Las competencias la llevaron a los Sudamericanos que se realizaron en Bolivia, en 2017. También a Buenos Aires, donde hubo dos. También fue a Uruguay, a Paraguay y a Chile (Concepción, Arauco, Santiago de Chile).
“Soy campeona nacional chilena, campeona nacional argentina y participé en los sudamericanos de Argentina y Chile. Quiero seguir compitiendo. Esa es mi idea, vamos a ver si la economía nos permite, pero apuntando solo a panamericanos, sudamericanos y mundiales, a los que nunca pude viajar porque siempre los costos son muy altos. Ojalá un día se concrete. Voy a seguir mientras el cuerpo me permita”, confesó quien el culturismo llevó a ser modelo y a efectuar publicidades de todo tipo, “también te da oportunidades para hacer otras cosas lindas”.
Haurech es la entrenadora de Néstor Claudio Aquino, que empezó a competir y entre los dos llevan adelante el gimnasio. “Lo llevé a competir por primera vez y lo sigo llevando, aunque no tan seguido, pero se enganchó perfectamente con todo mi estilo de vida, así que ahora vamos juntos, derechito, por el mismo camino”, celebró. Y esto también es un estímulo porque “nos respaldamos mutuamente. Se facilita mucho la preparación cuando el matrimonio hace lo mismo. Si uno quiere comer, el otro quiere salir, se complica. En cambio, nosotros, hacemos todo juntos. Entrenamos, comemos lo mismo, nos juntamos de vez en cuando con amigos, pero no mucho y fuera de época de competencia”.
En caso que surja alguna posibilidad de ir a un mundial, “siempre estoy casi lista por lo que entrenando debidamente durante tres o cuatro meses puedo participar de una competencia. Pero siempre el factor económico es el condicionante, lo que a uno le frena. De repente, hay muchos competidores que tienen una carrera muy corta, pero tienen dinero y pudieron asistir a mundiales, a sudamericanos. El factor dinero influye muchísimo. Hay quienes quizás no sean atletas de primera categoría, pero el factor plata lo hizo llegar, quizás mucho más allá de lo que yo pude”, lamentó.
Mientras planifica el curso anual de instructor de musculación, insistió con que “la falta de recursos es el mal de los deportistas que siempre están esperando un subsidio, trabajando a destajo para generar fondos y afrontar los viajares. Es lo que nos pasa todo a la mayoría. Uno por amor hace hasta lo imposible para ir. Pero, de todos modos, es imposible estar más contentos y conformes porque hacemos lo que nos gusta en todo sentido. Estamos felices y tranquilos”.