Frente al tamaño de la crisis y el riesgo de la espiralización de precios (queda mucho margen para que el daño sea todavía mayor), el flamante Gobierno está cerca de cumplir su primera semana y ya es “víctima” (entre comillas, la verdadera víctima siempre es la sociedad) de su propio aliado: el mercado.
El método de prueba y error en el que caen todos los gobiernos, más allá de su grado de experiencia en la administración del Estado, dejó tempranamente a la alianza gobernante a merced del equilibrio del mercado, que no desaprovechó ni un instante para anticipar coberturas y recortar el margen de pérdidas.
Haber avisado que la inflación será más alta de lo acostumbrado, no corrige la sobrerreacción del mercado que subió precios de manera alevosa. Y bien sabemos los argentinos que cuando los precios suben, raramente recorren el camino a la inversa.
Frente a este contexto es que ayer el Presidente debió transmitir tranquilidad sobre sus planes y avisar que el esfuerzo es temporal.
También se prepara un nuevo plan de cinco cortes de carnes para las Fiestas de fin de año y otras maniobras que parecían haber quedado desterradas. Es el problema de dejar que los precios corran al ritmo frenético del mercado.