Este año fue un gran tema de debate, en las reuniones de padres, los chicos que acudían a clases trasnochados porque se pasaban toda la noche con el celular en vez de dormir, mostrando una clara falta de límites en cuanto al uso del teléfono.
Esa falta de límites no solo repercutía (y repercute) en el tiempo de uso del celular, sino también en las actividades que se realizan con el teléfono siendo cada vez más frecuentes la compra de juegos en línea e incluso las apuestas en casinos virtuales.
Si bien muchos padres establecen reglas en cuanto a eso, “si le quiero poner un límite primero debo ver cómo soy yo con el teléfono. Cómo un niño va a saber cómo regular el uso del teléfono en el aula si ni si quiera un adulto regula cuando ver un meme, el clima. Nosotros pretendemos que los chicos sean lo que nosotros no somos”, explicó la psicóloga Isabel Zilveti en su paso por PRIMERA EDICIÓN.
Sin ánimo de hacer entrar en culpa a los padres, la especialista a cargo del Programa de Juego Responsable del IPLyC, hizo un análisis crítico de cuál es el rol de los mayores en la falta de límites de los chicos con el uso de las pantallas.
“Los adolescentes tienen un cerebro que no está completamente desarrollado y tienden a caer en conductas con características adictivas. Entonces…quién le provee la adicción… esa es la pregunta que deben hacerse los padres”, afirmó la psicóloga Isabel Zilveti
Si bien, explicó que la idea no es prohibir ya que en la mayoría de los casos las prohibiciones fracasan, la idea es regular, dialogar y enseñarle al hijo a reflexionar a pesar de la frustración que eso conlleve y que el chico pueda “decir cosas feas como nosotros antes cuando no nos dejaban salir”, agregó.
Para eso, según la profesional, el camino es que los padres tengan en su saber argumentos para explicar el por qué de los límites. Argumentos reales, no “porque sí”, “porque yo digo” o “porque soy tu papá”, indicó Zilveti.
A su vez, como lo mencionó en un principio, todo debe ir acompañado del ejemplo. Es decir, el adulto también debe mostrar que tiene límites en el uso del celular y que hay momentos como comida familiar donde puede prescindir de esos aparatos. En ese sentido “si yo como adulto no puedo poner límites claros con mis actividades, ¿por qué puedo pretender que un adolescente sí lo haga?”, interrogó.
Que no haya límites a la hora de usar el celular, según la profesional, entre otras cosas provoca que éste no tolere el aburrimiento ni la frustración siendo que “el cerebro tiene que vivir la frustración y el aburrimiento para crear alternativas resolutivas. Si a un niño en su ocio tiene el celular libre, es lógico que ante el primer episodio de aburrimiento va a recurrir a un dispositivo que tiene características adictivas”, agregó.
Además, se trata de un problema que termina siendo trasladado a todos los ámbitos como por ejemplo la escuela, afectando el proceso de aprendizaje.
“Es nuestra responsabilidad como padres regular eso, no es responsabilidad de la escuela estar quitándoles el teléfono”, explicó Zilveti. Sin contar el hecho que genera dependencia a las redes sociales “donde lo único que importa es que me den un ‘me gusta’ para sentir que estoy bien, y donde los momentos buenos no son tan buenos si no están validados si no subo en mi red social”, “…después nos preguntamos por qué tienen autoestima baja”.
Herramientas para poner límites
En relación a todo lo anterior, y a cómo poner límites, la psicóloga dejó algunos consejos a los padres. El primero de ellos, no permitir el uso del celular en determinados momentos del día como: antes de dormir, antes de la escuela, antes de hacer la tarea, al momento de sentarse en la mesa a comer.
“El celular en determinados momentos del día es mejor sacarlos porque disipa la atención…. y la atención no es como un elástico que va y viene… una vez que se fue cuesta mucho volver a focalizarla. No favorece ni los procesos de aprendizaje ni la relajación”, afirmó.
En cuanto al momento de comer “el celular no, pero todos: papá y mamá también. Si yo con el ejemplo no puedo demostrar lo que le pido a mi hijo… esa contradicción el joven la va a ver y el límite del padre no quedan con firmeza”, remarcó la psicóloga.
Por su parte, antes de dormir también es fundamental que el chico no esté expuesto a las pantallas ya que “está pasando mucho en las aulas que se duermen porque estuvieron toda la noche chateando, accediendo a contenido que no es apropiado a su edad o apostando en páginas de juegos ilegales”, afirmó.
En ese sentido, la especialista fue contundente y afirmó que los padres deben tener acceso al celular de sus hijos sin que eso signifique violar su intimidad y revisar todas sus conversaciones, a excepción que haya indicios de que algo está pasando.
“Cada medida la tiene que evaluar cada padre. Hay diferentes alternativas sin darle un Smart para que se pueda comunicar. Sino se puede apagar el wifi a la noche. Cuando mi hijo se va le pregunto dónde va, con quién etc. pero cuando le doy el celular le dejo libre”, cuestionó la especialista.
Finalmente, si los tutores sienten que les faltan herramientas para poner límites y que existe un problema, es importante reconocerlo y buscar asesoramiento psicológico, o investigando.
Todo sin “concentrarse en lo dramático de la palabra adicción, ya que puede haber solo un problema de consumo, que es la mejor etapa para agarrarlo”, explicó. “Es importante que entiendan que si el mismo psicólogo que estudio años tiene que leer e informarse sobre las pantallas … ¿por qué no lo va a hacer un padre?”.
Programa de Juego Responsable
En la entrevista, la psicóloga habló del trabajo que realizan en el área de Juego Responsable del IPLyC.
En específico contó sobre las charlas en las escuelas, en la que participan alumnos de primaria y secundaria.
“Las charlas son a demanda o porque nosotros los contactamos. Quizás los docentes son los que se llevan más provecho porque obtienen información para aplicar en sus familias”, afirmó.
Si bien el trabajo del Programa, por responsabilidad social y empresarial, está más abocado al juego de azar y a la prevención de adicciones, en establecimientos educativos se realiza tareas de concientización previa a lo que sería a una adicción, “buscamos que haya más identificación por parte de los jóvenes para poder hablar de lo que son las adicciones.
Sin embargo, siempre aclaramos que no es que damos la charla para que ellos sientan la responsabilidad de autocuidarse y culparlos si ellos tienen una falla”, agregó.