Con demostraciones de alegría permanentes, algunos levantando la bicicleta como si fuera un trofeo, extenuados y al grito unísono de ¡Viva María!, los biciperegrinos que habían partido el miércoles último a las 4.40 desde Posadas, este jueves pasado el mediodía llegaron hasta la Basílica Nuestra Señora de Itatí, en una gran demostración de fe.
Rostros con signos de cansancio pero a la vez con una sonrisa dibujada, fue el común denominador de los ciclistas al llegar a Itatí en grupos o solos, en ese recorrido final desde la ruta 12 hasta la basílica donde el silencio corona el esfuerzo y se entremezclan las sensaciones e imágenes de cada momento de los 265 km andados.
“Fue una de las ediciones más complicadas de las que nos tocó participar en estos 43 años que llevamos. Tuvimos agua desde Villa Olivari en adelante. A unos 30 km antes de Itá Ibaté bajó una gran cantidad de agua, con viento de frente. Sorteamos todos los obstáculos e hicimos noche allí”, relató Marcelo Prochaska, uno de los máximos referentes organizativos de esta movida iniciada por Teófilo Zurdel y su familia.
Detalló que “tuvimos agua toda la noche, algo que ya se preveía. Lo más complicado o mejor dicho, en lo que tuvimos que tener mucha atención fue el incesante paso de los camiones en la ruta pero anduvimos bien agrupados los ciclistas y pudimos llegar bien”.
Prochaska, uno de los pioneros en peregrinar en bicicleta en Itatí remarcó que “no es lo mismo pedalear con abundante agua y eso se sintió un poco. La parte final la iniciamos a las 4 con una hermosa tormenta y la recompensa es haber llegado todos un año más hasta nuestra Madre María para honrarla en su día”.
El orden fue clave
Otro de los peregrinos en bicicleta, Ramón Benítez, aportó que “en nuestro grupo tenemos integrantes de distintos barrios de Posadas y también se sumaron en el trayecto otros del interior que no tenían compañía. La salida fue tranquila el miércoles con poquita lluvia pero eso en parte ayudó porque hubo ediciones anteriores, como el año pasado, con demasiado calor”.
Siguió contando que “después sí tuvimos lluvia, que la tomamos como una bendición. La clave fue mantenernos en el grupo a una distancia preventiva de nuestros acompañantes que vinieron en los autos y camionetas, por si había alguna urgencia. Gracias a Dios no sucedió nada extraño y pudimos hacer todas las detenciones previstas, llegar e ingresar al templo a saludar a la Virgen”.
Hubo quienes al llegar al ingreso a Itatí, optaron por bajarse de la bicicleta, extenuados y caminar hasta la basílica, donde los esperaba el párroco para darles la bienvenida y oficiar una misa en señal de gratitud por la devoción a María.
Ver esta publicación en Instagram