Trece días después que la crecida del río Uruguay llegó a los 20 metros en el puerto de El Soberbio, el nivel bajó a 6,2 metros pero hay 80 familias que ya no tienen casas donde volver.
Desde septiembre a la fecha, El Soberbio sufrió cuatro inundaciones y la última -el pico se registró el 18 de noviembre- fue la peor. Hay familias que hace más de un mes se vieron obligadas a abandonar sus viviendas y, lo peor, es que esperan una solución habitacional que no está llegando.
“La situación que vivimos hoy es muy crítica, mi casa se rompió toda, tuvimos que desarmarla. Esperamos respuesta del Gobierno provincial, estamos pasando estoy días porque dentro de todo tenemos un intendente que nos ayuda y nos apoya… pero si no recibe ayuda de afuera no nos puede auxiliar, estamos todos en una cadena de sufrimiento”, aseguró Valeria Macedo, que vivía con sus cuatro hijos y su esposo en el barrio Chivilcoy.
“Nosotros no estamos acostumbrados a pedir cosas, somos honestos y trabajadores, pero uno ve que los funcionarios llegan con fotógrafos y los acompañan varias camionetas con gente de Gendarmería y de seguridad… y la verdad es que me genera mucha impotencia, pareciera que vienen a hablar con personas violentas”, lamentó.
La casa de Valeria se rompió en tres partes y desde entonces vive en un lugar prestado “donde el propietario se priva de alquilar porque tiene buen corazón, mientras seguimos sin respuestas del Gobierno. Les pido por favor que nos miren, que no esperen al 10 de diciembre para tomar una decisión porque nosotros seguimos sufriendo en esta situación, les pido que se pongan un poco en nuestro lugar”.
“Mi casa se fue agua abajo”
Con un acentuado portuñol, María Rosa Do Santos (52), vecina del barrio Unión, contó que “vivía con Jair, pero con la inundación mi casita se fue agua abajo y ahora estoy sin casa”.
“No da para levantar otra casa porque el agua siempre llega a ese lugar”, aseguró resignada.
María Rosa tuvo muchos problemas de salud las primeras semanas en el centro de evacuados, “durante los primeros siete u ocho días no podía comer nada. Hace dos días que ya como un poco. Tenía la presión que subía mucho y bajaba, bastante fiebre. Hace dos o tres días que me siento mejor, pero antes no podía comer, ni hablar nada”, confió.
Su mayor preocupación -al igual que las otras familias que perdieron sus casas- es dónde vivirán cuando los centros de evacuados se cierren. “Si me dieran un terreno, que es lo más difícil de conseguir, ya me quedaría contenta. Después nos ayudarían con las maderas, los clavos y otras donaciones”, indicó.
Ayer, todas las familias que estaban en la Parroquia Cristo Rey debieron buscarse otro lugar, ya sea en casa de familias o alquiler, porque la iglesia necesitaba recuperar ese espacio.
Más lluvia
El jefe del Cuartel de Bomberos de El Soberbio, Julián Krujzelniki, analizó la compleja situación de la localidad de cara a las previsiones meteorológicas asociadas al fenómeno de El Niño. “No podemos decir hasta qué nivel subirá el río pero sí esperamos más inundaciones porque el pronóstico de lluvias acumuladas hasta marzo está asociado a inundaciones”, indicó.
Recordó que las familias que tenían su casa en la zona roja de 13 metros ya salieron y, en la mayoría de los casos, perdieron sus casas.
“La última crecida, que llegó a cota 20, fue la más violenta y la que generó mayor cantidad de daños. Lo que estamos viendo es fijar la zona roja a los 17 metros para tratar de reubicar a esta gente en otro lugar donde el agua no les perjudicará tanto. Pero esto implica muchos recursos”, admitió.
Krujzelniki confirmó que los barrios más afectados son Chivilcoy y Unión, donde hay 150 casas afectadas por el agua con una altura de 17 metros.
“Hay viviendas que después de la última crecida son inhabitables, estamos hablando de cerca de 80 familias que quedaron sin casas… algunas ya desarmaron sus viviendas y se está asistiendo a las familias a través de Acción Social municipal pero esas viviendas hay que reconstruir porque están muy dañadas”, indicó.
Importante inversión
Según alertó, “esto es una cuestión muy grave considerando que seguimos con lluvia”. El jefe de Bomberos admitió además que los cambios de gobierno y la falta de recursos también frenan la reubicación de estas 150 familias.
“Se necesita una inversión importante y el municipio no cuenta con ese dinero. El Gobierno provincial está en una transición y el nacional lo mismo, por lo que los recursos están limitados… planteamos al vicegobernador Carlos Arce la necesidad de conseguir el terreno para que estas familias se hagan las viviendas. Son cosas que llevan su tiempo, nosotros atenderemos la situación a medida que podamos”, señaló.
“Tenemos miedo, seguirán las lluvias”
Soledad Lima es una joven madre de cinco hijos a la que la crecida le destruyó su casa ubicada en el barrio Unión.
“El agua tapó toda la casa, se corrió de lado, se levantó el piso de machimbre y se levantó el baño de material. Muchas cosas se fueron con el agua como los muebles y electrodomésticos: guardaloza, mesa, ventilador, la cama de los chicos, entre otras cosas”, recordó.
La joven no duda cuando se le pregunta si se iría a otro lugar si le dieran un terreno, “con certeza me iría a vivir a otro lugar si me dieran el terreno, pero no tengo plata para arreglar mi casa ahora. Yo cobro la asignación y mi marido es changarín… no tenemos dónde ir. Ahora estamos buscando un alquiler”, contó al tiempo que admitió sentir mucho miedo ante el futuro cercano “tenemos miedo porque nos dicen que hay previsión de muchas lluvias”.
“No tengo plata para hacer otra casa”
Norma Matías vivía en el barrio Chivilcoy y el agua les llegó este año en tres ocasiones y en todas debieron salir de la casa, “la primera vez el agua llegó abajo de la casa, la segunda llegó a casi la mitad de la ventana y la tercera vez tapó la vivienda. Mi casa se rompió mucho por dentro, somos los primeros a los que les llegó el agua, perdimos nuestras cosas… no pudimos sacar el lavarropas, la cama, se rompió la ventana y todo el machimbre”, contó angustiada.
Durante más de un mes que Norma y su familia vivieron en un tinglado de la Parroquia Cristo Rey, uno de los centros de evacuación.
“Si me dieran otro terreno dejo este sin problemas, pero hay que ver el tema de la casa porque no tengo para hacer otra casa de material como la que tengo. Yo no quiero volver más a ese lugar, pero no tengo dónde ir, por lo que tendré que hacerlo pero ya no voy a arreglar más nada”, confió.