Si bien de niños fantaseaban con ser viajeros, Leticia Duarte (31) y Christian Gastelaars se reencontraron de grandes y comenzaron a pergeñar una aventura que hace casi dos años se volvió realidad y los depositó en Barcelona, España.
Hasta concretar el sueño, analizaron otras opciones, afrontaron numerosos desafíos y vieron pasar mucha agua debajo del puente.
Desde su actual residencia, la misionera manifestó que, después de doce años de estar viviendo “otras vidas”, en 2021 el destino los cruzó nuevamente e iniciaron una nueva relación. Entre tantas conversaciones sobre el pasado y el presente, surgió la gran pregunta: ¿Y si nos vamos a vivir a otro lado?, que fue el disparador para lo que vendría un poco después. La pregunta siguiente fue ¿Adónde?, coronada entre risas y miradas cómplices, recordando charlas adolescentes en las que proclamaban al universo que vivirían fuera de Argentina.
A partir de ese momento Leticia y Christian se pusieron en modo viaje y, sin comentar a nadie, comenzaron a buscar información, tan necesaria como abundante. Con sobrada experiencia a cuestas, indicó que “es necesario informarse mucho, todo lo que se pueda, porque es una manera de valorar opciones y elegir acertadamente el lugar donde vas a pasar un tiempo. Empezamos a buscar destinos, evaluando en qué país era más viable vivir, las condiciones socioeconómicas, el idioma, los requisitos para poder residir y trabajar legalmente, cuánto dinero necesitaríamos para poder solventar los primeros gastos de nuestra nueva vida. Visitamos muchas páginas webs de argentinos en Australia y Países Bajos, que fueron nuestros primeros destinos”.
“Esta transición y este camino fueron muy lindos y, de mi parte, solo tengo palabras maravillosas, de crecimiento personal, y como pareja. La verdad es que tengo un compañero excelente y nos apoyamos mutuamente. Abrazamos, festejamos nuestros logros y nuestras derrotas también. Entre los dos, construimos una comunicación muy fuerte, que es muy importante”.
Entiende que, al momento, “es fácil decir, bueno, nos vamos. Por lo general uno subestima la idea de emigrar, porque tal vez cree que es muy fácil, pero no. Hay muchos riesgos, muchos cuestionamientos. Lo hicimos individualmente como en pareja, y vinieron las clásicas preguntas: dónde, cómo, cuándo, porqué, qué. Es poner en la balanza tus proyectos personales y profesionales, dejar tus afectos, familia, amigos, sobrinos y su crecimiento tan fugaz, y salir de esa zona de confort, para lo que se requiere de coraje, fuertes convicciones y mucho amor por tus sueños. Te llevas una o dos maletas, y son solamente cosas. El resto estará en tu recuerdo, en tu memoria, en tu día a día”, manifestó quien tuvo su primer desarraigo a los 17 años, cuando viajó a Posadas, a casi dos horas en bus desde Puerto Rico, para seguir una carrera universitaria, y luego se mudó a Buenos Aires, donde se recibió de licenciada en Gestión del Capital Humano e inició sus primeros pasos profesionales.
Búsqueda del destino
Una vez concluida la jornada laboral de Leticia, la pareja se ponía a buscar información, sobre dónde podría vivir, qué posibilidades había, y así por varias tardes. Para la joven, “es bueno mirar todas las alternativas para poder emigrar: dónde es más fácil, al menos para arrancar, qué requisitos tiene cada país para poder residir y trabajar de manera legal. Hay otras vías, porque, así como existe la ley existe la trampa, pero no es la recomendable. Nosotros queríamos tener seguridad, estar tranquilos y poder desarrollarnos”. De a poquito, la búsqueda empezó a tomar color y forma.
La primera opción era viajar a Australia, pero había que esperar varios meses para que se vuelvan a abrir las inscripciones para la visa Working Holiday, que tiene que ver con vivir y trabajar en el exterior, además de rendir un examen nivelatorio de inglés. La ansiedad no permitía esperar más tiempo por lo que comenzaron a mirar hacia Países Bajos, puntualmente a Holanda. “Tuvimos la suerte de encontrarnos con personas que fueron muy sinceras, que nos brindaron información muy buena, y nos advirtieron que teníamos que hablar inglés fluido, además del neerlandés, entre otras cuestiones. Fue entonces que llegó el momento de ver nuestra tercera opción, España, que es la que siempre vimos un poco más viable que el resto, o un poco más fácil para nuestra realidad o proyecto”, explicó.
A través de las redes sociales se unieron a grupos de residentes y se contactaron con personas de Puerto Rico que viven en Barcelona, entre ellas, una amiga de Leticia desde la infancia, que les recomendaron llevar todos los papeles apostillados (títulos universitarios, certificados de nacimiento, acta de convivencia argentina, pasaporte vigente). Eso fue lo que hicieron. El plan estaba en marcha, tomando forma de manera vertiginosa.
Mientras seguían los trámites, la pareja buscó disfrutar y pasar el tiempo con la familia, por lo que invitó a sus padres y madres a realizar un viaje a la Patagonia. Finalmente, fue acompañada solamente por las mamás de ambos. “Fueron quince días muy lindos, muy intensos, llenos de emociones, de sentimientos encontrados, en lugares como Bariloche, Mendoza, el Camino de los siete lagos. Disfrutar con ellas fue asombroso. Entre los cuatro conectamos de una manera muy linda y la verdad que fue una gran despedida con nuestras madres que son esas personas que más nos cuidan y extrañan. Creo que para ellas fue también bastante difícil de entender y asimilar cuando les contamos que nos íbamos. Estábamos tomando una decisión que no se esperaban pero que, desde su rol, entendían”, recordó, emocionada.
El lugar y el momento
Hace un año y medio que se encuentran en Barcelona, “con ganas de volver y extrañando muchísimo a la familia y a los amigos. Y eso también te hace aprender y madurar muchísimo, porque vivimos el aquí y ahora. Buscamos enfocarnos en lo que queremos en este momento, en este lugar, que no sabemos si será nuestro para siempre – todavía no lo tenemos claro-, pero es donde estamos creciendo muchísimo, cada uno con su trabajo, haciendo lo que le gusta”.
“Fue una hermosa experiencia, de incertidumbre, de muchos llantos por mi parte cuando esperaba la documentación, ya que era un poco frustrante. No podía tener un contrato laboral, entonces tenía que trabajar en restaurantes, en bares, en hoteles. Pero hoy me planto en cada lugar que estuve y la verdad es que conocí a personas maravillosas que me ayudaron a crecer muchísimo. Estoy muy contenta de haber pasado por ahí, de tener esa experiencia y poder contarla. Hoy nos encontramos trabajando, cada uno de lo que le gusta, disfrutando del crecimiento profesional, con muchas expectativas para el 2024 y con muchas ganas de continuar viajando”.
Leticia contó que tuvo la oportunidad de ser contratada por una empresa francesa que vino a echar raíces en España, por lo que “no puedo quejarme de mi presente laboral y profesional. No hay tiempo de ocio porque además de trabajar, estudio inglés para poder crecer, mientras que Chris se desempeña como especialista en hipotecas. Los dos estamos muy contentos y podemos decir que tenemos buenas sensaciones. Esta transición lleva sus años, pero hay que tener paciencia y saber sobrellevarla, tener los pies sobre la tierra y disfrutar, sobre todo, de los hermosos lugares” que ofrece este entorno.
El 8 de marzo de 2022 salieron del aeropuerto de Ezeiza y tras 12 horas de vuelo llegaron a España, donde los esperaban Jesica, su amiga de la infancia, junto a Santi “que nos brindaron hospitalidad en su casa y la posibilidad de poder quedarnos unos días, mientras íbamos viendo lugares adonde residir”.
La mayoría de los jóvenes que llegan a Barcelona viven en habitaciones por lo que “empezamos a buscar una y la conseguimos en casa de una sueca muy buena onda, nos recibió muy alegre. Aprovechamos la semana para acomodarnos y para realizar trámites de empadronamiento para poder tener acceso a la seguridad sanitaria”. En los primeros meses y a través de guías turísticos, pudieron conocer la ciudad y su historia.
Se hicieron amigos de Mateo, un colombiano que trabajaba con Christian, y con su esposa Sara, que ahora retornaron a su país por cuestiones laborales, y permitieron que los argentinos alquilaran su departamento. “Estamos muy contentos de vivir solos luego de pasar casi un año en diferentes habitaciones, compartiéndolas con personas de Argentina, Irlanda, Bélgica, Suecia, Israel, con diferentes culturas, pero muy honestas y educadas”, contó.
“La vida nos fue acomodando de tal forma que no dimensionamos lo bien que nos fue”, sostuvo, mientras se mostró agradecida con Agustina, que también es de Puerto Rico, que “nos abrió sus puertas de su departamento, al que recién se había mudado sola con Guadalupe, su amiga de Córdoba. Ellas hacían temporada en los chiringuitos, que son los bares de la playa y que se estila mucho. Eso permitió seguir acomodándonos. Trabajé como camarera en un bar del barrio San Andreu, alternando con mi trabajo en recursos humanos. En esta corta experiencia pudimos explorar otras opciones, vivir otras cosas, hacer tareas que no hacíamos en Argentina y que nos permitieron crecer tanto personalmente como laboralmente”.
Narró que durante los fines de semana “seguimos trabajando en bodas, en catering, para sacar dinero extra y así pudimos viajar a Mallorca, Roma, Pisa, hacer la ruta Toscana hasta Florencia, ir a Portugal y conocer Porto, Lisboa, Algarve, que queda en el Sur. Nos permitió viajar dentro de España, dentro de Cataluña. En este corto período de tiempo pudimos viajar bastante”.
“Con una sonrisa gigante dije a mis padres que decidimos irnos a España dentro de seis meses. Un poco sorprendidos, muy emocionados, se lo tomaron muy bien o al menos eso me hicieron sentir, y me abrazaron muy fuerte”.
“Cuando digo no romanticemos el emigrar, tampoco romanticemos las posibilidades económicas, que hoy en España son normales. Hay inflación como en la mayoría de los países. Conseguir un trabajo depende mucho de tus ambiciones personales y de cuanto estás enfocado en lo profesional. No es imposible viajar, pero, por ahí, si querés llegar un poquito más holgado a fin de mes te haces estos extras. Así que no pintemos de color rosa nada porque nada es de color rosa, sino que tiene otros matices esta experiencia aquí en España. Pero siempre decimos que fue y es hermoso lo que estamos viviendo”, expresó, quien espera volver pronto a su país “porque se extraña mucho el olor a esa tierra colorada incomparable. Extraño a los amigos, muchos de los cuales dejé en Buenos Aires, a mi hermana Fernanda y sobrina Martina, que también viven allí, por lo que espero pronto hacer una parada, para seguir hasta Puerto Rico y abrazar a mis padres, Teresa Aquino y Rubén Duarte, a mi hermano Sebastián y sobrino Lautaro. Pero también estamos esperando que nuestros padres puedan venir. En eso estamos, tratando de ver las maneras de encontrarnos por el mundo”.