A propósito de segunda vuelta, en el marco de cuatro décadas de democracia, vale destacar un reciente estudio desarrollado por IDEA Joven, un think tank en el que confluyen jóvenes profesionales “cuyo objetivo es potenciar el desarrollo profesional y colaborar en el proceso de formación de las futuras generaciones de líderes”, según reza en su sitio.
De acuerdo al relevamiento realizado entre más de 500 jóvenes, la principal deuda de la democracia sigue siendo la reducción de la pobreza. Entre otras preocupaciones que destaca el estudio señalaron que la corrupción y la crisis económica “ponen en jaque al sistema democrático”.
En términos reales, la lucha contra la pobreza encabeza las preocupaciones con el 84%, seguida por cuestiones vinculadas a la seguridad (83%), la estabilidad económica (82%), una Justicia eficiente (82%) y un sistema jubilatorio solvente (70%).
Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) respaldan con números el análisis del tanque de pensamiento: durante el primer semestre de 2023, la pobreza escaló al 40,1% y alcanzó a 11,8 millones de ciudadanos mientras que la indigencia subió a 9,3% y afectó a 2,7 millones de personas. Todo eso sin tener en cuenta la devaluación posterior a las Primarias, los enormes saltos mensuales de la inflación y las minidevaluaciones por venir después de la segunda y definitiva vuelta presidencial.
Al momento de argumentar su opinión, casi nueve de cada diez jóvenes (89% del total) encuestados manifestaron que “la democracia debe brindar a los ciudadanos garantías políticas, pero también sociales y económicas”.
Reflejar las inquietudes de un sector al que la dirigencia incluye permanentemente en sus discursos tiene asidero a pocos días de ir a las urnas para definir el rumbo que tomará la crisis. Cortar la deuda histórica y torcer el rumbo de colisión permanente ya es impostergable.