La Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Posadas, se creó el 20 de septiembre de 1898, por lo que este año cumplió 125 años al servicio de la comunidad italiana.
En la reseña confeccionada por Italia Esther Bonetti en septiembre de 1998, en adhesión al centenario de la Sociedad y que permanece vigente, esta colaboradora describió que, sin dudas, el nacimiento de casi todas las instituciones de socorros mutuos formadas por colectividades extranjeras, habrán tenido el mismo común origen: primero se manifiesta el anhelo que va tomando cuerpo en el espíritu de todos los connacionales y luego se llega a la reunión de fundación.
Comentó así que un puñado de 37 vecinos de origen itálico, residente en esta ciudad, hermanado a las 72 personas que conformaran la entonces lista de socios fundadores, asistieron a esa primera importante reunión que tuvo lugar el 20 de septiembre, en el domicilio de Don Virgilio Orselli, situado en la esquina de las calles Rivadavia y Belgrano.
Esa reunión cobró categoría de asamblea y en ella se fundó la entidad, que celebra con justo orgullo de todos sus integrantes los logros alcanzados a través de estos años de vida. Ese encuentro fue presidido por Juan Mola. En la oportunidad se nombró una comisión para que redactara el estatuto para la nueva sociedad, que fue discutido y aprobado, meses más tarde.
La primera comisión directiva estuvo constituida por Francisco Resoagli como presidente; Juan Mola, vicepresidente, y vocales: Luis Vandoni, Juan Tassano, Nicolás Faraone, Arquímedes Zapelli, y Gerardo Dei Castelli.
Hasta 1919 la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos desarrolló su existencia en un marco precario, sus socios eran pocos, sus recursos reducidos, y todos y cada uno de los integrantes de la comisión directiva, como los mismos asociados debían superar dificultades de todo orden, en un medio ambiente donde aún no se hallaban muy desarrollados los recursos económicos que dan prosperidad a los individuos y les permitiera ocuparse de otros menesteres que no sean su propia lucha por la vida.
Se sucedieron en la presidencia durante este período, en el año 1899, Don Francisco Resoagli; en 1990, Luis Vandoni; desde 1901 a 1903, Pedro Noziglia; en 1904, Juan Noziglia; desde 1905 a 1908, Pedro Noziglia; en 1909, Antonio Solari, y durante 1910 y 1911, Juan Mola.
Construcción de la sede
A principios de enero de 1911 se manifestó un vigoroso movimiento progresista propulsado por numerosos socios que sentían hondamente la responsabilidad de impulsar a la entidad por sendas de progreso. Hizo eclosión el vehemente deseo de concretar la compra de un terreno que, sin duda alguna, era el de mejor ubicación en la ciudad de Posadas. Carlos Fernícola, que se desempeñaba entonces como agente consular del Gobierno italiano, luego de ser autorizado por su superior jerárquico de Rosario, asumió la presidencia de la Sociedad, y es el quien gestionó dicha compra. Y de marzo hasta diciembre de 1912 luchó con renovados afanes para conseguir ese terreno que Don Antonio Gallino poseía frente a la plaza 9 de Julio. Su gestión llegó a feliz término porque el 7 de diciembre de ese año, el codiciado predio, previo pago de 12.000 pesos, pasó a ser propiedad de la Sociedad Italiana.
Don Carlos Fernícola siguió ocupando la presidencia durante los años 1913 y 1914, luego lo sucedió Don Mario Salomone durante tres años, de 1915 a 1917; Juan Noziglia, en 1918; Pedro Noziglia, en 1919 y, nuevamente Mario Salomone durante dos años, 1920 y 1921. Todos ellos fueron dejando en la Caja Social algunas reservas.
En 1922 se agita con entusiasmo la cuestión de la construcción del edificio, cuyos planos, estilos, venían siendo objeto de apasionadas discusiones entre los connacionales, que en materia de edificaciones y demás detalles exponían con ardor sus distintos puntos de vista. Don Carlos Fernícola, presidiendo la Sociedad (1922-1923) muy expeditivo apaciguó los ánimos e hizo primar el espíritu de conciliación, unidad y elevada preocupación por el progreso en bien de la colectividad, llegando a un mutuo acuerdo al respecto.
Así, la colocación de la piedra fundamental del futuro edificio tuvo lugar el 20 de septiembre de 1923 y fue bendecida por el reverendo padre Federico Rademacher.
Transcurren los años 1924 y 1925 que los preside Don Francisco Castiglioni y en estos años se termina el proyecto y trazado de los planos del futuro edificio realizados por los hermanos Orbigas y se inician en 1926 las obras bajo la dirección de Alejandro Kralewski. El nuevo director de la entidad, Carlos Fernícola (1926-1928) inauguró en septiembre de este último año la obra terminada en su primera etapa, es decir, un salón confitería en planta baja destinado a renta y un salón de fiestas en planta alta.
La actual comisión directiva está integrada por: Renato Marino Bruni, presidente; Aldo Bruno Raveglia, secretario; Mario Echeverría, tesorero. Vocales titulares: Hugo Mazzanti, Héctor De Min, Laura González y Rafael Bruni. Vocales suplentes: Nuncio Fazio, Rossana Bruni, Gabriel Barreyro, María Cantoni, Juan Caetano, Chiara Bruni. Junta de Fiscalización: Francisco D’Amato, Roberto Carrain, Julio Dionisi, Lorena Mazzanti, Julio Estevez y Nelson Echeverría.
Se suceden en la dirección de la entidad en los años 1929 y 1930, Francisco Castiglioni y Víctor Mutinelli, en 1931. Comienzan importantes reformas en el edificio que se concretan por los años 1933, 1934 y 1935, durante las presidencias de Julio Mazzanti, Francisco Palombo y Francisco Castiglioni. En 1936 asumió Francisco Palombo; en 1937, Santiago Ferraris y nuevamente Palombo durante diez años consecutivos (desde 1938 a 1948).
En 1942 se finaliza la construcción total del edificio. Sufre ampliaciones y agregado de nuevas dependencias y terraza. Esto “no sin antes tener que superar apasionadas controversias, muy propias de la estirpe del noble pueblo itálico, donde la libertad de pensar y expresar el pensamiento fue siempre esencia vital del espíritu de esa raza”.
Es uno de los primeros edificios de la ciudad y uno de los hitos arquitectónicos más destacable. Su diseño responde a la arquitectura clásica italiana, utilizando en la fachada elementos como el frontis, el remarcado de columnatas y esculturas ornamentales. En la parte superior luce la loba que alimenta a Rómulo y Remo. Es sin dudas una colectividad de hombres laboriosos y entusiastas que no escatimaron esfuerzos para contribuir con su magnífica obra edilicia al progreso de Posadas, pero sin descuidar en ningún momento la esencia de lo que significa “socorros mutuos”, es decir la permanente ayuda a los semejantes.
En la parte deportiva se implementó el dictado de clases de yoga, defensa personal y esgrima. Se cuenta con una cancha de bochas con las medidas reglamentarias, lo que hizo posible la disputa de importantes sorteos y campeonatos internos, provinciales y nacionales. Es de destacar el buen desempeño de los equipos femeninos y masculinos pertenecientes a la institución.
Anhelos que tomaban forma
Llegó el medio siglo de vida para la ya prestigiosa Sociedad Italiana de SM y aparte de los solemnes actos realizados para conmemorar tan importante acontecimiento, se asumió un nuevo compromiso de solidaridad social como la colocación de la piedra fundamental para la construcción del futuro panteón social. La ceremonia de bendición estuvo a cargo del sacerdote Luis Imfoff en 1942. Recién en 1972 y siendo presidente de la institución Héctor Monzani, se llamó a concurso de precios y condiciones para su construcción en el cementerio La Piedad. Se firmó el convenio correspondiente con la empresa Juan Curti SRL, con proyectos del arquitecto Morales. Inmediatamente se iniciaron las obras que concluyeron al año siguiente, cumpliendo así con una deuda de gratitud hacia los primeros socios fallecidos.
Pero varios años más tarde, en 1992 y bajo la presidencia de Giacomo Bruni, es sometido a una importante remodelación aprovechando un paréntesis necesario entre la primera y segunda etapa de la construcción de la nueva sede. Se aprovecha entonces el tiempo y los recursos disponibles para construir en el panteón un entrepiso con escalera interna imprescindibles y se amplía en 20 nichos más los ya existentes y se agrega un osario.
Dirige y supervisa los trabajos el ingeniero Juan Pablo Curti, en forma desinteresada, y que se terminan a fines de 1993. Durante este período aparecen integrando la nómina de socios activos las damas, que por primera vez se incorporan a la Sociedad con el afán de ofrecer su aporte para el mejor desenvolvimiento social, cultural y deportivo de la institución. La profesora Ana Camarota de Bruno tuvo el honor de ser la primera mujer en integrar la comisión directiva.
A fines de 1992 asumió la presidencia de la Sociedad Italiana, el socio Giacomo Bruni. Durante los ocho años siguientes se concretaron importantes avances. Se llegó a finalizar el primer y segundo piso, se instala un ascensor y se terminó la instalación del sistema de aire acondicionado. Todos los trabajos eran supervisados por miembros de la Sociedad.
“Es la única Sociedad italiana del país que nunca pidió ayuda al Estado ni al Consulado y por ese motivo, a Giácomo Bruni -quien fuera presidente de la institución a lo largo de 25 años- lo nombraron Caballero del Orden, un título honorífico que está firmado por el presidente de Italia. Es un orgullo”.
Si bien los gastos e inversiones eran solventados por recursos genuinos, en vista a los aspectos finales de la obra y teniendo en cuenta la dureza financiera reinante, que amenaza con quebrar la fuente de ingresos más importante, se obtiene un préstamo bancario de 30 mil pesos que contó con el aval particular de los socios Aldo Raveglia y Giacomo Bruni, quienes asumieron los riesgos en pos de las necesidades de la institución. Se destacó la colaboración oportuna y desinteresada prestada a la comisión directiva por el ingeniero Juan Pablo Curti y el arquitecto Jorge Krieger, y el apoyo en la compra y preparación de los mármoles del socio Albino De Min.
El 20 de septiembre de 1998 se conmemoró el centenario de la fundación con otro nuevo y hermoso edificio concluido. Si bien es una construcción de diseño simple, rescata características formales típicas de la construcción italiana. Se manifiesta en la fachada a través del remarcado de columnas vigas y la utilización de espacios pergolados.
El primer piso, además del salón social principal cuenta con una pequeña cocina de apoyo y tres terrazas, dos que dan al frente y una al fondo. Los pisos son de mármol y las cornisas con molduras de yeso.
El segundo piso está destinado al desarrollo de actividades varias de la Sociedad como aulas para la escuela de idiomas y, eventualmente, al uso como SUM.
Este proyecto respetó parte de una edificación existente que contenía valores culturales de la ciudad. Ostenta en el frente rejas de hierro de diseño trabajado que protegen un espacio a modo de atrio. El acceso se realiza a través de una escalinata en el noble material italiano, utilizando también para el parcial revestimiento exterior del frente del edificio.
Se trata de una sede digna, abierta a recibir a toda la colectividad, a la comunidad argentina, y con el afán de atraer a ella particularmente a todos los jóvenes descendientes de italianos. Esta obra quedará como testimonio de la labor incansable de los integrantes de la Sociedad y testimonio de su indomable espíritu. Engalana el edificio, el símbolo de la loba que amamanta a Rómulo y Remo brillando desde el bronce, al frente del edificio, símbolo que evoca a los primeros compatriotas, esforzados visionarios, que dejaron con sus primeras obras, mensajes de confraternidad y desinteresada integración humana.
Después de la guerra
Concluida la Segunda Guerra Mundial, llegan los últimos inmigrantes italianos a estas tierras y con ellos sangre joven que se incorporó a la Sociedad con nueva visión de futuro. Julio Mazzanti ejerció la presidencia de la Sociedad Italiana en 1950, sucediéndolo Francisco Palombo, quien desarrolla una laboriosa tarea y alterna su mandato (de 1951 a 1953 y de 1956 a 1958) con el socio Angel Mazzanti que lo ejerce durante 1954, 1955 y 1959. Gracias a la excelente administración, permite, con la sensibilidad social que caracteriza, responder al llamado de los connacionales en favor de los damnificados por las inundaciones que ocurrieron en Italia en 1951, que sembraron dolor en la península. En 1960, ejerce la presidencia Héctor Monzani, cargo que ocupa durante quince años, hasta 1975, sucediéndolo Emilio Scaramelli por tres años consecutivos (1975, 1976 y 1977), regresando Monzani hasta 1981.
En este período se contempla la reglamentación de un nuevo estatuto social y la afiliación a la Federación de Mutualidades de Misiones, que se concreta años más tarde. En los comienzos de la década del 80, ante la incertidumbre que vive el país en el ámbito financiero, se decide invertir en la compra de un inmueble sobre la calle Santa Fe 2470 con construcción y patio y con posibilidades de construir, más adelante, una sede definitiva. Se transfirió la secretaría -que funciona de 16 a 20 y cuya secretaria administrativa es Luz María Aquino-, ubicada hasta entonces en el viejo edificio de calle Bolívar, a la nueva sede, que se inauguró en noviembre de 1981. Al año siguiente asumió la dirección de la Sociedad Italiana Emilio Scaramelli hasta su imprevisto deceso acaecido en septiembre de 1982, quedando a cargo Antonio Fazio, que era primer vocal, hasta completar el período.
En 1983 le sucede Mario Torre, italiano por excelencia, conocido por su larga y proficua trayectoria. Bajo su presidencia se consideró la posibilidad de construir un nuevo edificio de dos plantas en la parte restante del lote adquirido. Todo esto con el afán de invertir las rentas en algo concreto y beneficioso, teniendo en cuenta la difícil situación económica que venía atormentando al país. En los años 1985, 1986, preside Luis Monzani y se continua con las tareas de restauración y embellecimiento. Se contó con la colaboración desinteresada y eficiente del arquitecto Francisco De Giorgi, quien dirigió los trabajos ejecutados.
En el día a día
El presidente Renato Bruni y el secretario, Aldo Raveglia, están compenetrados con la tarea y orgullosos de los logros obtenidos. Indicaron que el edificio que erige sobre calle Santa Fe “demandó mucho esfuerzo porque se pasó por situaciones económicas adversas”. En tres ocasiones, “papá y Aldo pusieron en garantías sus casas para poder terminar el edificio, por eso tiene un valor muy grande”, acotó emocionado.
En los salones de la sede son ya conocidas las tradicionales “tallarinadas” y polentas, típicas de la cocina italiana, compartidas entre los socios que siempre encuentran algún motivo valedero para reunirse a degustarlas en un ambiente donde reina la alegría y la cordialidad.
En la sede brindan clases de yoga y de tango. Anteriormente, hubo clases de esgrima, un deporte que se practica mucho en Italia, y también de defensa personal. Posee una cancha de bochas, que es un deporte tradicional italiano, y los resultados de las competencias se traducen en los trofeos que se exhiben dentro de la secretaria. Ahora están detrás de una cancha sintética, como tienen todas las asociaciones del país, para no quedar en desventaja. El salón de eventos se alquila para fiestas, casamientos y cumpleaños, y el único momento que dejó de funcionar fue durante la pandemia.
Raveglia comentó que “trabajé mucho con Giácomo, el padre de Renato, entramos en el mismo momento, participamos de la primera reunión acá en este terreno, cuando buena parte era baldío. Buscamos solucionar los planteos que la gente hacía. Esa noche de la primera reunión, se trataba el inicio de la obra. Nos juntábamos, íbamos entre dos o tres, averiguando precios, comprando los materiales. El ingeniero Borio era quien tenía la primera parte de la etapa”. Estuvieron así por dos años y medio. Después hubo un parate de la obra porque no hubo acuerdo por la construcción. Más tarde, hicimos por administración y fuimos al banco a pedir un préstamo. Nos dijeron: a los clubes, no damos, pero si ustedes se hacen cargo, le vamos a facilitar. Con Giácomo nos miramos y dijimos: sí, señor, no hay ningún problema, pusimos garantía los dos y el compromiso era que ellos descontaban directamente la cuota de los alquileres que depositaban”, rememoró.
Por todo eso, “esto es una satisfacción, es como si fuera mi casa de toda la vida. No hay día que no pase por acá y pegue una mirada”, aseguró.
Este edificio se inauguró cuando Carlos Rovira era intendente. Fue una gran fiesta a la que pudieron ingresaron 244 personas. Para los 125 también hubo fiesta. Todos los años se festeja: el 2 de junio, día de la independencia italiana (se hace pastasciutta con salsas a elección), y el 20 de septiembre se hace la fiesta aniversario, comentó Bruni, cuyo padre llegó desde el Lago Di Como, en el norte de Italia, y se empleó como tornero en el taller metalúrgico de Ayacucho y La Rioja, propiedad de Bonetti, y terminó conquistando a Italia, la mamá de Marino. “Cuando fui a conocer, la casa paterna, ubicada en un lugar espectacular, donde viven mis primos hermanos y sus hijos, le preguntaba a papá ¿qué vino a hacer a Posadas? y él me dijo que del paisaje no se comía. Esa fue la respuesta. Ahora viven de eso”, comentó.
Celeste, el padre de Aldo Raveglia, también del Lago Di Como, estuvo en la Primera Guerra Mundial durante cinco años y cuando terminó el conflicto se vino a la Argentina, después volvió a Italia a buscar a su esposa mamá, Lisa Inés Curtis, para asentarse definitivamente en la tierra colorada.