Este jueves fueron presentados los diseños curriculares de los talleres de auxiliar de carpintería y auxiliar de panadería de la educación especial, hecho que marcará un antes y un después para los alumnos que realicen estas capacitaciones que a partir de ahora podrán acceder a una certificación profesional avalada por el Instituto Nacional de Educación Técnica (INET).
El acto tuvo lugar en la Escuela Especial de Formación Integral 4 de Garupá con la presencia de las autoridades de la Subsecretaría de Educación Técnica y la Dirección de Educación Técnica Especial del Consejo General de Educación (CGE) quienes brindaron las pautas al equipo de la Asociación del Magisterio de Enseñanza Técnica (AMET) quienes desarrollaron la propuesta de forma colaborativa con seis escuelas especiales seleccionadas (la Nº 2 de Oberá, la N°3 de Posadas, la Nº 4 de Garupá, la N° 5 de Apóstoles, la N° 6 de Eldorado y la Nº 40 de Concepción de la Sierra).
Primer paso
“Lograr la certificación profesional de los talleres de panadería y carpintería es el primer paso para poner en valor 40 años de trabajo de la modalidad especial”, destacó a PRIMERA EDICIÓN el instructor de carpintería y de huerta y jardinería de la Escuela Especial 40 de Concepción de la Sierra, Roque Benítez. Según precisó, no todas las escuelas especiales tienen talleres de carpintería y panadería, porque también se ofrecen otros, “pero este fue el primer paso”, insistió.
Además, para lograr esta certificación, las escuelas especiales deberán cumplir una serie de requisitos, que incluyen carga horaria, equipamiento y el espacio adecuado.
“El objetivo es que, después de todos los años de preparación, el joven o adulto con discapacidad no regrese a su casa como si nada… que si tiene el deseo de insertarse laboralmente pueda hacerlo o si quiere montar un taller en su propia casa, también pueda hacerlo porque tendrá una certificación que lo avale”, destacó.
Estos diseños curriculares también permitirán dar garantías a los empleadores. Los diseños son ciclados en base a competencias y habilidades adquiridas durante la formación, por ejemplo el trabajo con una máquina en un aserradero.
Facilita la inserción al mundo laboral
También el instructor de informática y panadería de la Escuela Especial de Formación Integral 4 de Garupá, José Luis Diez, destacó la importancia de la certificación porque “hasta ahora los alumnos que hacían estos talleres, tanto chicos con discapacidad como la comunidad en general porque están abiertos a cualquier persona mayor de 16 años, no tenían ningún tipo de certificado”.
Diez señaló que cuentan con muchos alumnos que no tienen discapacidad que comenzaron a ir a la escuela para capacitarse, en el marco del Programa Progresar. “Esta certificación facilita la inserción al mundo laboral de las personas con discapacidad, aunque lógicamente no lo resuelve, como tampoco lo hizo la norma que estableció cupos pero cuyo cumplimiento no se controla”.
El instructor precisó que en Misiones existen tres escuelas especiales de formación integral, dos en Posadas y la 4 de Garupá, además de 65 escuelas especiales y sus aulas satélites.
“Todas las escuelas especiales tienen sus talleres profesionales y quisieran dar certificación a sus alumnos por las habilidades aprendidas, ahora se presentó el diseño curricular de panadería y carpintería… y la idea es seguir trabajando en los otros talleres”, indicó. En ese establecimiento educativo de Garupá cuenta con los talleres de panadería, informática, huerta y jardinería, y reciclado.
Responsables y perseverantes
Según indicó, su trabajo como instructor de personas con distintas discapacidades es muy es reconfortante “son muy responsables, vienen a la escuela aunque llueva o granice… y ponen mucha energía, son perseverantes, muy respetuosos y cariñosos. A lo sumo, hay días que quieren hacer cosas distintas a las que uno propone… se quieren divertir”.
La posibilidad de conseguir un trabajo significa, además, según destacó Diez “sentirse parte de la sociedad en la que viven, como me contaba un alumno que tuvo un aneurisma a los 12 años que le provocó una hemiplejia de medio cuerpo, se sentía muy frustrado por su discapacidad y por todos los impedimentos que encontraba en su vida por tenerla. Después de muchos años, consiguió trabajo en un aserradero y hoy está muy bien porque se dio cuenta que puede ser parte del sistema”.