Si la sequía que afectó severamente el ingreso de divisas de la cosecha gruesa durante el segundo trimestre del año y dejó a la economía al borde del colapso, una nueva alarma se encendió en los últimos días de cara a la cosecha fina de fin de año.
Es que las condiciones climáticas adversas no se han superado todavía en gran parte de la región pampeana mientras que las lluvias que se habían pronosticado y que alimentaban la expectativa de los productores resultaron desalentadoras en su magnitud.
En este contexto, las entidades agropecuarias ya empezaron a corregir a la baja sus estimaciones de producción agrícola. Por caso, la Bolsa de Comercio de Rosario redujo en 600.000 toneladas la proyección de la cosecha de trigo, calculada ahora en 15.000 millones.
En otras palabras, peligra al menos en parte el ingreso de los 3.000 millones de dólares promedio que suele aportar y afecta también las condiciones del maíz temprano.
En un escenario agravado, podría dilatar la siembra de los cultivos de la cosecha gruesa. Esto pone en guardia no solo al sector agropecuario sino a toda la economía: el flujo de dólares se mantendría en niveles inferior al promedio también durante la última parte de 2023 con un enorme llamado de atención para lo que pueda ocurrir, en materia meteorológica, el próximo año.
“Había muchos que decían textualmente, hasta hace bastante poco, que nos íbamos a inundar de tanto que iba a llover. Viene fea la cosa, todavía hay tiempo para la gruesa, pero descontando”, compartió el economista Gabriel Caamaño, director de la consultora Ledesma haciéndose eco de los últimos informes especializados que destacan la insuficiencia de agua en los suelos.
Lo concreto es que desde la BCRA advierten ahora que las lluvias recientes aportaron apenas la mitad de la cantidad óptima de milímetros de agua necesaria para mantener la humedad de los suelos y la viabilidad del trigo en rendimientos aceptables. De los veinte milímetros necesarios para sostener el cultivo, las precipitaciones sólo aportaron la mitad.
La insuficiencia de las lluvias, al menos respecto de lo esperado ya había empezado a advertirse por lo que en el último informe mensual de la entidad se anticipó que mientras el 43% del trigo presenta condiciones regulares a malas, en el caso del maíz temprano, el 50% aún no se implantó.
Esa estadística corresponde a la región núcleo, que comprende el sur de Santa Fe, norte de Buenos Aires y el sudeste de Córdoba.
También desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires advirtieron sobre un nivel de acumulación de lluvia por debajo de lo esperado y necesario, lo que resultó en una acumulación de agua escasa en la región más crítica para la producción agrícola.
En rigor, destacaron que si bien en algunas zonas las precipitaciones fueron algo más intensas como en la zona oeste de la provincia de Buenos Aires, el este de La Pampa o el sur de Córdoba, apenas alcanzan para sostener las condiciones del maíz temprano pero no resuelven el déficit de humedad que persiste en la región.
Ante ese panorama y aunque aún es pronto, empiezan a quedar bajo tela de juicio aquellas estimaciones que indicaban una marcada reversión en la escasez de divisas para alimentar la economía durante el próximo año.
Proyecciones recientes del propio Banco Central, hoy jaqueado por la extrema escasez de divisas, indicaban hasta hace poco que el próximo año, ya sin sequía, el volumen de ingreso de dólares provenientes del agro oscilaría entre los 14.000 y 17.000 millones de dólares, un monto incluso superior al récord del año pasado.
Si bien no existen indicios de que la sequía se extenderá, la preocupación ahora es que el fenómeno El Niño, cómo bautizan los meteorólogos al ciclo de lluvias, no alcance la intensidad suficiente para revertir los daños causados y recuperar los altos niveles de producción registrados en los últimos años.
Escenario
El atraso en la llegada de las lluvias podría recortar el área de maíz en la región y quedar por debajo del área de 1,5 millón has de la campaña previa. Con el aumento de costos, la caída de los márgenes suma presión e incertidumbre a la campaña. El 95% de la región núcleo tiene reservas de agua entre regulares y escasas.
La condición de sequía, que predomina sobre el oeste de la zona núcleo, comienza a extenderse. El elevado requerimiento hídrico provoca una enorme incertidumbre a días de comenzar la siembra de maíz temprano. En el centro-oeste del área GEA se requieren, en los próximos quince días, lluvias que logren dejar entre 60 a 120 mm en los suelos para lograr un estado óptimo en las reservas de agua, considerando el primer metro. Este escenario se vuelve más delicado si se considera que los pronósticos de corto plazo indican que la última semana del mes no muestran lluvias.