Hay momentos sagrados, únicos.
¡No te escapes!
Cuando comiences a sentir que el silencio te rodea, que viene hacia ti y te cubre como un manto protector, no te apartes.
Deja que te alcance, él llega como un silbido silencioso y como si el tiempo se detuviera por un instante todo pasará a otra dimensión.
Quedarás sin historia, sin nombre ni apellido, sin tiempo, sin límites, ese es el contacto con tu alma. Junto a ella no necesitas nada porque estarás completo.
No te identificarás con nada porque eres todo.
No te limitará nada porque no existen límites.
Eres todo y nada a la vez, tu vida es pequeña ante la vida misma, sin historia es un constante fluir, donde el tiempo no tiene principio ni fin. Entonces en ese momento has comprendido que solo somos un instante en el tiempo, un suspiro recortándonos la inmensidad en nuestra pequeña historia con nuestro pequeño ego para poder experimentar la materia donde existe la dualidad y la división del Todo en opuestos.
Es imposible y doloroso vivir desde la dualidad, pero todavía nos es impensable vivir desde el alma donde no existen las diferencias, donde todos somos uno, donde el amor prevalece por sobre toda diferencia, ya que es el amor mismo una fuerza de cohesión que todo lo mantiene unido siendo a la vez todo y nada, y al ser todo puede desaparecer, fundirse en lo más grande.
¡Esta es la clave!
No es ser uno con el otro, es ser uno con uno mismo y unirse al todo donde todos somos uno.
El ego separa, divide, limita, personaliza, juzga, piensa, decreta.
El alma une, expande, incluye, acepta, es estable, sabe, es.
En el silencio y la soledad de tu interno se encuentra ella esperando ser reconocida porque solo su susurro te hace sentir como en casa.
No le escapes a los silencios deja que ellos te lleven de regreso a tu morada.
Cree en ti y no dudes.
Deja que cada uno se encargue de su parte.
Sé tú mismo y deja que el otro sea.
No pienses que el otro te puede completar, ya eres completo solo lo tienes que descubrir.
Aprende a disfrutarte y estar atento a tu interior y así de a poco, al ocuparte de ti, dejarás que el resto se arregle solo.
Todo comienza a fluir cuando encuentras tu lugar.
Primero el orden y luego al abrirse el camino, el amor fluye.