Érico Ricardo Barney, conocido como Eric Barney, nació el 20 de mayo de 1941 en Oberá. Es ingeniero electromecánico con orientación electricista, egresado de la Universidad Nacional de Buenos Aires en septiembre de 1968.
Apenas obtuvo su título universitario representó al país en los Juegos Olímpicos, en México ‘68, en la prueba atlética salto con garrocha, siendo el primer misionero en llegar a la máxima cita a la que aspira cualquier deportista del planeta. Además, ostenta el título de tricampeón sudamericano de la especialidad.
Fue impulsor de la creación de la Facultad de Ingeniería de Oberá, institución en la que ejerció los roles de docente y decano. Investigador y especialista en energías no convencionales, energías renovables, fabricante de microturbinas y autor de numerosas publicaciones científicas en su campo.
Su historia de vida es un ejemplo de disciplina, coherencia y valores firmes. A cada paso impulsó su idea de que existe una íntima relación entre la formación deportiva y la académica. Ambos caminos, son para él, necesarios en el desarrollo de toda comunidad como herramienta esencial para una vida plena. Su arma principal, la honestidad, virtud que se pone de manifiesto en cada acción que lo involucra. Dueño de innumerables anécdotas, ligadas a su vida como deportista y profesional.
Barney fue uno de los impulsores para que en 1974 se creara la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Misiones, en Oberá. Fue docente en esta casa de estudios, y entre los años 1990 y 1994 ocupó el cargo de decano.
Con su hermano Ian (fallecido en un accidente automovilístico en 1969) llegaron a lugares impensados para atletas oriundos de estas tierras, fueron campeones sudamericanos en Salto con Garrocha y Lanzamiento de Jabalina, respectivamente. Son dueños de capítulos históricos del deporte misionero. Eric, con la ayuda de su hermano, llegó al máximo escenario que cualquier deportista sueña, los Juegos Olímpicos, la cita más importante del deporte en el mundo.
La Junta de Estudios Históricos de Oberá tuvo en su ciclo de charlas a Eric Barney (82) en la presentación denominada “Estudio, Deporte y Trabajo”. Tres pilares que marcan su andar entrelazándose y fundiéndose en una elección de vida, con un condimento que considera indispensable, la pasión.
Sus primeras prácticas de la disciplina se iniciaron de grande, tenía 21 años. Primero en la chacra, luego en el ámbito universitario y en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), además del exterior, una vez consagrado.
“Tuvimos una trascendencia en el deporte, no porque fuimos súper dotados, sino porque fuimos dedicados y entrenábamos de manera sistematizada” afirmó en la charla, en la que se lo vio feliz. “Siempre pienso en qué dejar como mensaje a los jóvenes”, dijo. “En el deporte y en el trabajo siempre me rodeé de gente muy capaz, porque yo siempre fui medio pelo. Cualquiera que se pone a hacer deporte si se sistematiza, se alimenta y se educa en eso, puede llegar a los lugares que se proponga y además tener una participación muy importante en otras actividades. El deporte sirve también para que el cuerpo evolucione y le permita a la persona tener mayores posibilidades”, señaló.
El estudiante, el atleta y el profesional fueron de la mano siempre. “Sin capacitación, es muy difícil progresar, en el deporte como en la vida. No solo entrenar físicamente, sino también la mente. A lo largo de 17 años tuve la marca sudamericana, no porque fuera superdotado, fue porque estudié, me capacité y entrené”, comentó. En esa mirada atrás es inevitable pensarse solo. “La ventaja que tuve era que tenía un compañero de vida, mi mellizo, hasta el día que él falleció casi nunca estuvimos separados. Me recibí y a los tres días viajé a las Olimpíadas de México, gracias a que Ian trabajaba para mantenernos y que yo pueda entrenar. Fue una experiencia muy interesante, competí cinco horas para llegar a los 4,90 (metros) y pasar a la final del otro día. Pero no pude clasificar, creo que si lo hacía no iba a poder levantarme por el estado físico y psíquico”, recordó.
Eric Barney construyó su imagen intachable con autoridad, reconociendo la fortaleza como resultado del esfuerzo guiado. “La única manera de progresar es con un profesor, entrenador que nos oriente. Cuando un joven termina la secundaria, tiene que aprovechar para seguir capacitándose. Siempre digo, el trabajo es muy importante, no hagan nada que no les guste, tienen que hacer algo que les apasiona. Tienen que hacer lo que les apasione tanto en deporte como en el trabajo”, subrayó.
Así como generó respeto y admiración en sus contemporáneos, sus logros y ejemplo alcanzan a quienes se alinean a sus ideas hasta estos tiempos. El profesor Marcelo Caso, apasionado del deporte, esencialmente, aseguró que “si en una palabra debo definir a Eric, sin dudas aparece MAESTRO. Ya sabemos que fue un atleta destacado en las décadas del 60 y 70, múltiple campeón y recordman sudamericano en la disciplina de salto con garrocha, que representó a nuestro país en los Juegos Olímpicos de México. Que, junto a su hermano mellizo, Ian, lograron algo inédito en campeonatos sudamericanos de atletismo mayores, como obtener en el mismo campeonato (con los mismos spikes) las medallas doradas en sus respectivas pruebas. También sabemos de su compromiso y gran trayectoria en su profesión de ingeniero y docente. Él siempre recuerda que su momento de mayor performance en el deporte coincidió con sus últimos años de estudios de la carrera de Ingeniería. Y justamente lo que distingue su grandeza es el mensaje para los jóvenes: Ese es su mensaje, por ello yo lo considero El MAESTRO, y siento orgullo que la pista sintética de Misiones lleve su nombre”, remarcó el actual Subsecretario de Deportes de la provincia.
“Sin capacitación, es muy difícil progresar, en el deporte como en la vida. No solo entrenar físicamente, sino también la mente. A lo largo de 17 años tuve la marca sudamericana, no porque fuera superdotado, fue porque estudié, me capacité y entrené”.
José Ubaldo “Pepe” Martínez, uno de los referentes del deporte obereño recordó que conoció a Eric cuando cursaba el profesorado de Educación Física en Buenos Aires y luego, cuando Eric fue decano de la Facultad de Ingeniería, compartieron también la vida institucional, cada uno en su profesión.
“La parte deportiva le acompañé bastante y después los dos empezamos a trabajar en la Facultad de Ingeniería, también ahí compartimos mucho tiempo”, comentó a Ko’ape. “Me encontré en el CeNARD con los mellizos en el 67, estaban por terminar ingeniería y entrenaban a la par. Eric fue subiendo de nivel y llegó a los Juegos Olímpicos. A nosotros en Oberá, nos mandó la primera garrocha de fibra de vidrio, hacíamos atletismo en el Club Atlético Oberá y aquí se saltaba con garrochas de tacuara o de aluminio, para caer no había colchonetas como ahora, había arena. Incluso Eric cuando entrenaba en el CeNARD ponían virutas en la caída, así que había que caer de pie para no lastimarse. Un esfuerzo muy grande de Eric como deportista, en los estudios y después como profesional”, contó y recordó que la gente de la Revista El Gráfico que era el medio más importante del deporte, “venía a la chacra de los padres de Eric, con periodistas de Buenos Aires que entrevistaban a estos hermanos campeones sudamericanos”.
En el ámbito del deporte hay un gran reconocimiento a Eric. “Siempre colaboró y hasta hoy está informado del deporte, del atletismo, siempre fue acompañando el desarrollo deportivo. Para nosotros es un orgullo”, afirmó “Pepe”.
Por su parte, Esteban “Chopa” Panasiuk, también figura del deporte de la zona centro, comentó una experiencia que lo unió por siempre al gran atleta. “Quisiera compartir una experiencia que tuve con él. Yo estaba en la escuela secundaria, en un Torneo Provincial, en la antigua pista de atletismo de San José, Posadas, hacía salto en alto y saltaba con zapatillas Pampero, que eran muy resbaladizas. Entonces Eric que estaba mirando la prueba me llama y me pregunta qué número calzaba y me prestó sus zapatos con clavos. Para mí era algo nuevo, una sorpresa, salí segundo gracias a eso. Esa experiencia hermosa y su don de buena gente quedaron como algo muy importante en mi vida y quedé eternamente agradecido. Siempre que nos vemos lo recordamos. Eso fue impactante para mí, más allá de sus logros como atleta”, manifestó.
En octubre se cumplirán 55 años de la participación de Eric Barney en los Juegos Olímpicos de México. Atrás queda la brisa que rozaba su rostro en la altura, allá en la chacra, en una cancha de cenizas. En sus amigos la admiración al hombre sencillo y sabio. En la familia el amor al guía y ejemplo. En los libros su nombre en títulos históricos. En la comunidad el orgullo y sus enseñanzas. Y en sus recuerdos el abrazo de Ian, su amado hermano mellizo.