En el artículo pasado hablábamos de la importancia del cuidado de los vínculos y su estrecha relación con la comunicación.
Referíamos a la importancia de la Comunicación No Violenta como instancia de transformación, que requiere, antes que nada, conexión con nosotros mismos.
Asumir esta responsabilidad por nuestros sentimientos y elecciones, decíamos, mejora la calidad de nuestras relaciones, con nosotros mismos y con los demás.
Reconocernos como seres interdependientes, nos permite ser conscientes de la necesidad de cooperar para lograr lo que queremos.
También reflexionábamos acerca de la necesidad de hacer una pausa y tomar el tiempo necesario para conectar con lo que está vivo en nosotros antes de responder, distinguir las observaciones de los juicios y las necesidades de las estrategias que elegimos para satisfacerlas.
Hoy quiero detenerme en una distinción clave en este camino: diferenciar los pedidos de las exigencias, para poder transmitir al otro eso que necesitamos.
Las exigencias desgastan los vínculos y alejan a las personas. Cuando pedimos en lugar de exigir, estamos mejor preparados para recibir un “no” por respuesta y continuar revisando el camino sin caer en violencias, exabruptos o ridículos que nos dejan en un lugar de pérdida y rompimiento de relaciones.
En una relación sana las personas se sienten libres para pedir y libres para responder que “no”.
Para no caer en exigencias y hacer pedidos eficientes, comparto estas preguntas reflexivas para hacernos a nosotros mismos antes de pedir: ¿Qué espero del otro? ¿Por qué quiero que el otro haga lo que le pido?
Por amor y motivación intrínseca (también el otro se beneficiará en hacer lo que le pido, lo disfrutará y encontrará en esa acción una forma de expresarse), o pretendo que lo haga por miedo (a mis reprimendas cuando no me responde según mis deseos) o que lo haga por culpa (si no me hace caso pensaré que no me quiere) o por vergüenza (cuando le hago notar el error).
Si es por una motivación interna del otro, entonces será más fácil respetar si responde “no”. Si, en cambio, cuando pido no tengo en cuenta las necesidades de la otra persona, entonces la exigencia y la manipulación siguen presentes.
Aceptar pacíficamente un “no” como respuesta, a veces va a requerir transitar un duelo y crear nuevas estrategias para la satisfacción de las propias necesidades.
Por eso es importante ponernos en contacto con nuestros sentimientos, necesidades, valores y deseos, para pasar de ser buenos esclavos (seres complacientes) a buscar estrategias conjuntas para enriquecer nuestras vidas (seres auténticos).
Si queremos apoyo, es importante aprender a pedirlo claramente y, al mismo tiempo, dejar de exigir.