En este mundo que vivimos muchas veces el ruido mental, la dispersión y rumiación sobre diferentes preocupaciones acaban conduciéndonos a estados de ansiedad, de angustia o ira que nos atrapan en una espiral de sufrimiento, miedo o desesperanza.
Son importantes para restaurar el equilibrio de nuestra mente y vida, el silencio y la calma mental.
Mediante la práctica de la meditación podemos entrenar nuestra mente en estados virtuosos, entender cómo se genera el sufrimiento y cómo podemos aliviarlo.
Cultivar en el silencio ese lugar seguro, ese refugio interior en el que nuestra mente es nuestra aliada. Entender nuestros monstruos internos para mostrarles un lugar, una habitación segura en nuestra mente donde puedan expresarse.
El ruido es una de las señas de identidad de nuestro tiempo. No solo el externo sino también, y principalmente, el interno. La meditación es una de las herramientas más eficaces para entrenar la mente.
La meditación es una experiencia. No hay nada que buscar, ni resultado que obtener sino un camino para transitar a cada paso, cada día. Sin prisas ni exigencias sino integrando su práctica al ritmo adecuado a tu necesidad.
Cuando se convierta en un hábito podrás disfrutar de la paz, equilibrio y compasión que aparecen con ella.
Hoy te invito a que ahí donde estés comiences a respirar lentamente, cierres los ojos y solo sientas tu cuerpo. Es una de las meditaciones más fáciles, sentir, sin poner juicio.
Cada vez que aparece un pensamiento, volvés a sentir el cuerpo y cómo estás respirando.
Probá hacerlo y al rato observá cómo todo se calma. Así sucede con la vida, todo pasa y pasa y si no juzgamos, el sufrimiento desaparece.
Bendiciones.