Con su más reciente accionar, que se viene repitiendo con mucha más frecuencia que las que tiene en la calle, el Grupo Z vuelve a enviar peligrosas señales.
Las condiciones que impuso y la resolución del conflicto llevaron al extremo a decenas de miles de personas en el área metropolitana y complicaron el normal desarrollo de las actividades. Lo visible fue trabajadores que debieron ingeniárselas para llegar a sus puestos, pero el daño invisible es fenomenal si se tiene en cuenta, por ejemplo, que la inasistencia en algunos establecimientos educativos fue del 40% en el caso de los estudiantes.
Cuando se habla de generaciones futuras, de la importancia de la educación y el desarrollo de las sociedades, el compromiso debe ser de todos. El transporte público no es una arista menor en esa dinámica, cumple un rol social de vital importancia y por tanto su rol afecta a todos, al igual que sus daños.