Todos los conflictos que has tenido en tu vida han sido provocados porque has asumido muchas ideas erróneas.
Una de las más nocivas es la de identificar el amor como posesión, preocupación y manipulación.
Muertes, desengaños, mentiras, deslealtades y despojos “por amor”.
A lo largo del juego de la ilusión, de la inconsciencia hemos asimilado limitaciones, bloqueos, karmas y traumas a partir de algo que nos fue inoculado: el miedo disfrazado de amor.
A partir de eso creamos muchos otros como el miedo al abandono, al rechazo, al abuso y a ser herido.
O el miedo de ir a un infierno creado por un Dios castigador que te juzga por tus pecados.
También están el miedo a no ser capaz de resolver los problemas y el miedo a no ser bueno.
Así, el error de sentirse poco amado y crear resentimiento es el origen de muchísimos males.
Según mi experiencia, en el instante en que te conviertes en amor se termina el juego de la ilusión de la inconsciencia.
Debes reconocer que no es el amor del otro lo que tienes que buscar ni siquiera el de tus seres queridos.
Hasta la palabra “queridos”, significa posesión; los quieres para ti. Esa palabra está errada; en realidad son tus seres amados.
Pero debes amarlos de verdad, a través de tu radiación de amor. No los ames porque te aman.
Ese concepto del amor está basado en un dar para recibir y es sumamente dañino. En cambio, si te conviertes en amor tendrás muchos seres a tu alrededor que están siendo amados por ti.
Cuando ves la carencia de amor en el otro es porque la estás teniendo tú. Al convertirte en amor, dejas de verla.
Irradia amor y el amor vendrá a ti.
Cuando te conviertes en amor, no estás preocupado por la carencia del otro; simplemente lo amas.
Empoderas al otro con tu propia radiación de amor.