“¡Miren, si no faenan ese cerdo, van a terminar tardando más en cobrar, eh!”, fue una de las amenazas que un empresario le dijo a sus trabajadores, cuando ellos se negaron a despostar a un animal que, desde hace días, estaba muerto.
La frase habría sido dicha por un conocido empresario de Río Gallegos, a un grupo de trabajadores del frigorífico ubicado en las afueras de esa ciudad del sur de Argentina, en un contexto de evidente maltrato laboral al que eran sometidos.
Se trata de “la chanchería del horror”, como la bautizó el diario La Opinión Austral, que viene siguiendo la historia desde noviembre del año pasado, cuando las fuerzas de seguridad ingresaron al predio ubicado en la ruta provincial 3 de esa ciudad.
Por el hecho se encuentra detenido el citado empresario y su esposa.
En la causa resultó clave un joven oriundo de Misiones, de 28 años e identificado como LM, quien dialogó en exclusiva con el citado matutino.
“Yo hago esto porque quiero que se haga público y que se sepa todo lo que representaba la chanchería”, comenzó diciendo el valiente testigo que, desde 2017, estuvo trabajando para el empresario, primero en una de sus carnicerías y luego en el denominado frigorífico del horror.
LM renunció luego que la causa contra el dueño del lugar tomó estado público y dijo que no trabajó más para él porque “estaba cansado de todo lo que vivíamos. No teníamos ni baño, en una época podíamos usar el de la granja, pero después el dueño dijo que no lo podíamos usar más, así que nos teníamos que arreglar con unos baldes o un lugar alejado del predio”, aseguró.
Los frigoríficos deben estar impolutos. La presencia de cualquier virus o bacteria es un daño potencial para cualquier consumidor, pero esto no ocurría en la empresa. “Nosotros nos encargábamos de la limpieza, pero la hacíamos por arriba porque no sabemos sobre eso”, dijo el trabajador en declaraciones al citado diario.
Otra de las faltas a las que incurría era la de ordenar faenar animales que habían muerto, esto se encuentra estipulado en la Ley 21.740 de Carnes, la misma dispone que los animales deben ser despostados antes.
“Nos obligaba a faenar a los animales, sino nos decía que no íbamos a cobrar o íbamos a cobrar tarde”, comentó LM sobre las presiones psicológicas y económicos que sufrían, y agregó: “A nosotros nos pagaba el 23 o 24, a veces solamente una parte del sueldo. Incluso a veces nos decía que la calle estaba dura y que no había plata. Uno tenía que quedarse callado, sino te echaba”, expresó.
El empresario buscaba sacar rédito económico de cualquier situación a costa de los faenadores. “Lo que se moría, nos decía que lo faenemos. Podían ser cerdos chicos, grandes, enfermos. A veces se los daba a su familia, a sus amigos y a veces usaba la carne para hacer chicharrones para las panaderías”, dijo sobre el destino de la mercadería.
LM es parte importante en la causa que está llevando adelante el Juzgado Federal de Río Gallegos por presunta explotación laboral, ya que él fue el que le dio una mano a la primera denunciante, para que pueda llegar a la policía y exponer la situación a los que eran sometidos.
Se trata de una mujer oriunda de Venezuela que contó lo que pasaba y que, tiempo atrás, LM había ido a buscar al aeropuerto. “A mí me daba cosa porque era una señora grande”, expresó el joven sobre eso.
El mismo fue quien, a bordo de una camioneta, logró sacar a la mujer para que ella realice la denuncia en septiembre del año pasado y comiencen las averiguaciones contra el acusado y su esposa.
Actualmente, el primero está alojado en la Unidad Penitenciaria Federal 15, y fuentes judiciales consultadas por La Opinión Austral, indicaron que en la noche del viernes fue procesado por la Justicia.
El chileno que creían muerto
Un hombre de nacionalidad chilena con un retraso madurativo fue rescatado en la citada granja, donde se cree era sometido a trabajo esclavo. Fue noticia a nivel internacional, ya que al ser liberado, logró reencontrarse con su familia a la que no veía desde hacía 20 años y que lo creía muerto.
El hombre, identificado como Juan Mansilla Alvarado, fue rescatado por las fuerzas federales.
El trabajador chileno vivía en un cuarto dentro del local. Sufre un retraso madurativo y había desarrollado una relación similar al “Síndrome de Estocolmo” con los dueños del negocio.”Él era el encargado del lugar y quien le contaba al empresario todo lo que pasaba en el interior sobre posibles salidas de otros trabajadores”, escribió La Opinión Austral.