Enriquecedora. Así puede definirse la capacitación a campo sobre prácticas agroecológicas que tuvo lugar en la Reserva Deja Vú, entre el martes 30 y miércoles 31 de mayo, en el distrito de Natalio, Paraguay, organizado por el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) y la Dirección Nacional de Agroecología, del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación para técnicos y productores yerbateros.
La agroecología “es el camino”, dijo Nelson Dalcolmo, director por la Producción, reivindicando la decisión institucional de generar condiciones para ir hacia yerbales sustentables.
“Esto no es casualidad: nos fijamos esta meta porque reúne todas las condiciones, es la herramienta más completa para una actividad social, económica y ambiental sostenida, y queremos que nuestros técnicos contagien esta forma de producir, cuidando la tierra, para que se sumen cada vez más productores”, agregó, junto a sus pares Marcelo Hacklander y Jonas Petterson, quienes al mismo tiempo enfatizaron que esta es la línea para el fortalecimiento del sector en su conjunto y del producto como alimento, dado que su abordaje es integral, contribuyendo al buen vivir de la sociedad.
“El gran desafío es cómo persuadir a que más personas se sumen”, señaló Eduardo Cerdá, director nacional de Agroecología.
“Se enseña más con el ejemplo que con la palabra”, continuó diciendo, precisamente en este lugar, donde al menos 100 hectáreas de yerba mate se producen bajo monte, remarcando que es una producción rentable amigable con el ambiente.
Los anfitriones, Elizabet Carrera y Edgardo Scasserra, tras repasar la transición que protagonizaron, dejando atrás una agricultura tradicional y de monocultivo para dar lugar a la agroecología, transmitieron un mensaje esperanzador.
“Mi papá estaba enceguecido con la soja, pero nosotros sentíamos que no era eso lo que estábamos buscando, queríamos algo que integrara a la comunidad. Entonces empezamos de cero, indagando qué otras cosas podíamos hacer y sin darnos cuenta, empezando primero con el manejo de yerba convencional, nos sumergimos en la agroecología. Aprendimos desde la experiencia y el sentido común, y apenas despertamos, sentimos la necesidad de contagiar a los demás esta forma de producir, porque fue aquí donde encontramos sentido”, relató la mujer.
Vinculado a esa experiencia, el productor y dirigente yerbatero Hugo Sand recordó que “mayo es el mes aniversario de los tractorazos que dio origen al INYM y es una enorme satisfacción que la Institución esté impulsando la agroecología; de la misma manera, es una enorme satisfacción la presencia hoy aquí del cacique de Perutí, Cristian Cabrera, ya que el mate, la yerba mate, es un legado de los guaraníes, fueron ellos quienes nos enseñaron sobre la yerba mate”.
En la memoria, Sand ponderó a la RAOM, en la década del 80, como pionera en este camino en Misiones, y para cerrar, llamó a la reflexión: “Tenemos que preguntarnos cómo enfocamos nuestra vida: si nos consideramos dueños de la naturaleza, vamos al choque, seguimos destruyendo suelo, agua, monte; más cambio climático, y empeorará nuestra producción. Si nos integramos, si aceptamos que somos parte de la naturaleza, el resultado sin dudas será favorable para todos”.
Formación agroecológica
La formación en agroecología se enmarca en el Plan Estratégico para el Sector Yerbatero y en respuesta a las exigencias actuales del cambio climático.
Los 13 extensionistas del Servicio de Extensión Yerbatero del INYM iniciaron, con respaldo de la Dirección Nacional de Agroecología, una capacitación, en base los lineamientos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), que abarca clases teóricas y a partir de ahora, prácticas en el territorio. Mediante este curso, denominado “Herramienta para la Evaluación del Desempeño de la Agroecología”, los participantes adquieren conocimientos para implementar y estimar el avance de esta forma de producción.
En esta oportunidad, en Deja Vú, durante la primera jornada a campo, el martes 30 de mayo, los asistentes trabajaron grupalmente y luego recorrieron la propiedad para conocer in situ cómo las prácticas agroecológicas están presentes en el lugar (observando tres experiencias distintas: yerbal sin monte, yerbal con monte joven y yerbal con monte consolidado). En la segunda jornada, abordaron los aspectos económicos comerciales de esta modalidad productiva, y hubo trabajo grupal sobre prácticas, contexto y objetivos de la agroecología.
“La biodiversidad nos hace más fuerte”; “¿Cómo podemos hacer para que los niños, en las escuelas, aprendan sobre este tema y luego lo implementen?”; “¿Cómo hacer que todos los actores de la actividad yerbatera, varios y complejos, abracen la agroecología?”; “¿La agroecología puede contener a todos?”.“¿Si es económicamente rentable, por qué no somos más?”; “Tiene que ser una causa colectiva y política”, fueron algunos planteos, frases y afirmaciones que se sucedieron y fueron respondidos durante el encuentro.
El encuentro se enmarca en una propuesta de capacitación que tiene como objetivo “generar un proceso de construcción de saberes y sistematización de información para el desarrollo de la agroecología, de carácter general, participativo y situado, para técnicos/as de campo y directores del INYM, y productores/as”.
El lugar
La Reserva Deja Vú es un proyecto familiar con más de 10 años de trayectoria en el cultivo de yerba mate y hierbas medicinales, con prácticas que contribuyen a restablecer el equilibrio ambiental, con la incorporación de árboles nativos logrando un yerbal bajo monte, y con ovinos que controlan el exceso de vegetación de cobertura y proporcionan abonado (“la recolección de sus deposiciones en la cabaña es utilizada en la elaboración del compost”, explican los anfitriones, remarcando como indispensable la presencia animal en el desarrollo agrícola), entre otras acciones.
En Deja Vú fueron recuperadas 300 hectáreas de suelos con la implantación de miles de árboles nativos, facilitando la presencia de polinizadores e insectos aliados en la reconstrucción del ecosistema, y se producen fertilizantes mediante un proceso de compostaje con agregado de microorganismo de monte y preparados biodinámicos. De esta manera, logran regenerar la biodiversidad, evitan la erosión hídrica, y contribuyen a la recuperación del agua en todas sus formas (arroyos, humedad ambiente).
Un aspecto destacado del lugar es la revalorización del legado guaraní
Las capacitaciones son encabezadas por el director nacional de Agroecología, Eduardo Cerdá, y coordinadas por un equipo de la Dirección conformado por: Graciela Francavilla (de la misma Dirección); Ana Corral, (técnica del Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena); Marisa Fogante (trabajadora social y productora agroecológica en el nordeste del país), y Marcos Persia (ingeniero agrónomo y asesor en Agroecología y Agricultura Biodinámica).