Por: Leandro De Mora
Su profundo sueño se vio interrumpido de manera imprevista por una mujer que le hablaba en un idioma que él no entendía. “Sobre, sobre”, decía ella. Él estaba solo, a miles de kilómetros de distancia del suelo.
Se encontraba literalmente en el cielo, en algún punto del espacio que desconocía. Puso todo su empeño en intentar descifrar las palabras que oía.
Miraba hacia los lados esperanzado en que alguien acudiera a su ayuda, pero nada. Primero, pensó que le podían estar retando por estar durmiendo donde no debía. Pidió perdón, quiso explicar de diferentes maneras que su supuesto error no fue intencional, sino que se encontraba muy cansado.
Pero nada hacía que la mujer desistiera de su postura. Seguía firme ahí, diciendo: “Sobre, sobre”. La desesperación empezaba a hacerse presente en su cuerpo y se unía al desconcierto.
Pero cuando mayor era el desconcierto, la certeza llegó en forma de recuerdo. Se acordó que antes de estar en el lugar donde se hallaba ahora, le habían dado algo así como un envoltorio con papeles adentro. Lo buscó dentro de sus cosas y se la dio.
Ella lo miró, le sonrió y se fue con eso entre sus manos. En ese momento, él advirtió dos cosas: la primera, que había aprendido el significado de “sobre”, su primera palabra en español.Y lo segundo, que todo iba a estar bien, mientras que por la ventana empezaba a ver las primeras luces de Buenos Aires.
Todo ocurrió en los pasillos del avión que depositó a Simplice Nkaw por primera vez en su nuevo hogar, Argentina.
Nació en el continente africano, más precisamente en la República Democrática del Congo. Fue el mayor de los hijos de la segunda familia de su padre (en el Congo la poligamia está aceptada).
Vivió en Kenia donde se recibió de profesor de Filosofía y licenciado de Teología. Su interés por aprender español por transmitir la palabra de la Biblia, desembocaron en el país de los campeones del mundo.
Por un poco de decisión propia y otro poco por azar, recorrió más de 8 mil kilómetros hasta llegar a Misiones.
La tierra colorada despertó su interés por la psicología y estudió esa carrera en una universidad privada, pese a que tuvo que volver a hacer materias del secundario por la falta de convenio entre Argentina y Congo Democrático.
Nada fue impedimento y se recibió gracias a sus tesis donde analizó los sentidos de la paternidad en adolescentes embarazadas de Posadas.
Actualmente vive en Eldorado donde continúa con sus tareas eclesiásticas. En un mano a mano con Enfoque, se lo escucha con tranquilidad a través del teléfono los más de 30 minutos que duró la entrevista.
Responde detalladamente cada pregunta, riendo con algunos recuerdos que se le vienen a la memoria.
“Lo que más extraño de mi país es la comida”, confiesa. Desde su primera impresión poco feliz de Buenos Aires, hasta el calor del recibimiento de los argentinos. Qué esperaba al llegar a Misiones y con qué se encontró; son algunos de los temas que abordó durante la íntima charla…
¿Dónde naciste?
Yo soy de la República Democrática del Congo y nací en una provincia que se llama Bandundu y ahora está dividida en tres provincias, entonces me quedé en la parte que se llama Mai-Ndombe, que significa agua negra.
¿Y por qué se generó esta división?
Bueno, antes hablábamos en términos de regiones, y había 11 regiones más la capital general, entonces se hicieron provincias, de 11 regiones pasaron a 26 provincias.
¿Cuánto tiempo viviste en tu provincia ?
Mucho tiempo. Hice toda la secundaria, empecé a enseñar como profesor de lengua creo que hasta los 19 o 20 años. Ahí pasé al seminario y en el seminario hicimos primero un año de formación, sin estudiar nada.
Por casualidad la formación se hizo en mi provincia. Hice la formación un año en la misma ciudad donde vivía mi papá y después me fui a la capital a estudiar el Profesorado en Filosofía durante tres años.
Después de graduarme, volví otra vez a la formación del sacerdocio un año y después de ese año, en 2005 me fui a estudiar teología en Kenia. Como en Kenia hablan inglés, tomé un año de estudio de solo ese idioma.
Cuando terminé inglés, comencé los estudios de teología y después de dos años de estudio de teología tuve que volver otra vez por un año de experiencia en el Congo Democrático, que llamamos como el año pastoral, y volví a terminar los dos últimos años de la Licenciatura en Teología.Posteriormente, me vine a la Argentina, en donde vivo desde septiembre de 2011.
¿Sabías hablar español cuando llegaste a Argentina?
No, pero tenía algunas palabras porque en Congo Democrático hablamos francés y el francés muy cerca de español. Tenía algunas palabras conocidas y cosas simples como “tengo hambre, ir al baño, por favor” estas palabras. Entonces acá (Argentina) me consiguieron una profesora y durante un mes y medio sentía que no avanzaba mucho y pedí a mis superiores ir a otro lado, Chile, Bolivia o Paraguay. Y finalmente me enviaron a Paraguay, a Asunción, y me quedé en Asunción dos meses.
Después de dos meses retorné con muchas ganas de trabajar. Me enviaron un pueblo cerca de Oberá que se llama Santa Rita donde estuve una año.
Luego me fui a Andresito y ahí me quedé dos años en la parroquia (fue en Andresito, y através del cariño de la gente, donde Simplice empezó a interesarse por la psicología).
En Andresito hice muchas amistades y conquisté sus corazones por el estilo de mi trabajo con ellos, como ir a las chacras, visitando, compartiendo. Y bueno, desde ahí me inspiré mucho a estudiar psicología, por eso me fui a Posadas a estudiar psicología y como mi país (Congo no tiene convenio con Argentina, con la postilla, todo lo que tiene que ver con la educación, bueno tenía que tomar algunos cursos de secundaria.
Gracias a Dios fue facilitado y pude tener algunos profesores particulares y poner como un freno para la facultad y poder concentrarme para lograr el título de secundario de la Argentina.
Pude rendir las materias para revalidar mi título y tener lo que sería como el diploma de polimodal.
Entonces, ya tenías el Profesorado de Filosofía en Congo, la Licenciatura en Teología en Kenia y tuviste que volver a realizar el secundario acá para estudiar psicología
Sí, pero todo, nada fue aceptado acá en ese momento. Inicié algunos trámites a Buenos Aires para revalidar el título y reconocer, pero era un trámite que costaba tiempo y dinero, entonces dije “bueno, voy a recomenzar todo a cero”.
Volvamos al Congo ¿cómo está formada tu familia?
Yo tengo una familia muy amplia. Congo es un país donde se permite la poligamia, un hombre puede casarse con más de una mujer de acuerdo a sus posibilidades, algo que no es aceptado por la Iglesia católica. Pero mi papá quería eso, quería tener dos mujeres y bueno, mi mamá era como la segunda mujer de mi papá. Sin embargo, mi padre era primo de un cardenal, quien le empezó a aconsejar que dejara la poligamia. Y bueno, así fue como mi papá, y mi mamá (siendo la segunda esposa) se separaron cuando yo todavía tenía menos de dos años. Mi papá siguió con su primera esposa. Mi mamá después se unió con otro hombre y tienen allá (Congo) cuatro nenas. Significa que de mi mamá soy el mayor, el único varón y con cuatro nenas. Pero mi papá, en el momento que se unió con mi mamá ya tenía dos hijos, mi hermano mayor y una hermana y después mi papá tuvo otra vez tres varones y dos nenas. ¿Qué quiere decir? Que en la familia de mi mamá hay cuatro nenas, conmigo como el mayor y único varón. En la familia de mi papá hay cuatro varones y tres niñas.
¿Y seguiste en contacto con tu padre, con tu madre, con tus hermanos?
Sí, estoy en contacto con todos ellos y hace poco, el 28 de febrero volví de allá. Sí, todos están allá menos tres. Yo estoy acá en Argentina, tengo un hermano que está como abogado en Israel, y tengo una hermana, la última del lado de mi papá que estudia en Túnez, en el norte de África. El resto está en Congo.
¿Y cómo fue que llega la iglesia a tu vida? ¿Por qué decidiste emprender este camino e irte a Kenia también?
Bueno, el llamado yo lo tenía ya como niño siempre fui querido por los sacerdotes que estaban allá. Desde pequeño quería ingresar en el seminario y a los 16 años. Cuando salí de allá pensé trabajar, hacer otra cosa como estudiar abogacía. Siempre estaba en buen contacto con los sacerdotes que me guiaban.Hasta que mientras estaba enseñando, decidí volver a ingresar en el seminario mayor y elegí esta congregación de los Misioneros del Verbo Divino cuando tenía 19 años. Hice la formación y cuando elegí para ser sacerdote, nos dieron la oportunidad de elegir a qué país ir. Nos pidieron tres opciones y, en mi caso, Argentina estaba en el segundo lugar de esas opciones. Elegí este país porque quería aprender el español.
¿Y cómo te recibió Argentina? ¿Te acordás cómo fue esa primera vez que pisaste este suelo?
Llegué creo que a medianoche en el aeropuerto de Ezeiza y con poco español. Me acuerdo de algo raro que me pasó. En el Consulado de Argentina en Kenia me habían dado un sobre grande que contenía mi partida de nacimiento. Entonces, cuando llegué al avión estaba con mucho sueño, me apoyé en la ventana y me dormí. La azafata me despertó y me dijo “sobre, sobre”. Entonces pensé que me retaba porque me apoyé en la ventanilla. Entonces le dije “discúlpeme” y ella me seguía diciendo “sobre”. Yo ya me había perdido hasta que ella me dibujó el sobre. Ahí me acordé que mi mochila tenía la partida de nacimiento y bueno, ahí llegué. Me quedé todo el día en Buenos Aires y a la noche me compraron un boleto en colectivo. Viajé de Buenos Aires hasta Misiones. Ahí comenzó la vida (…) Ahora estoy acá en Eldorado, como párroco de la parroquia San Francisco y Santa Rita, estoy solo y estoy dando clases de religión en la escuela San Francisco y hago una pastoral en la cárcel acá de Eldorado, con el acuerdo del obispo.
¿Cómo fue que te designaron en Misiones?
Cuando yo elegí al país que quería ir, puse Argentina, Misiones.
¿Y por qué? ¿Qué te llevó a poner Misiones ahí?
Porque en internet aparecía que había muchos inmigrantes acá y yo tenía deseos de hablar muchos idiomas. Entonces yo entendía inmigrantes al estilo europeo, donde hay campos de inmigrantes que son latinos, africanos, asiáticos, yo pensaba era así. Por eso quería venir, para trabajar con los inmigrantes. Pero cuando llegué acá me enteré que eran descendientes de inmigrantes.
Muchas veces cuando se habla de Argentina se dice que es un país que hace muy fácil la adaptación del inmigrante por el cariño y el calor que le brinda la gente. ¿Vos sentiste algo de eso?
Con la gente sí sentí ese cariño. Hasta hoy estoy en contacto con las familias que me recibieron por primera vez. Uno llega a Argentina y se comparte todo. El asado, el mate, etc.
Eso fue muy chocante también porque vengo de una cultura donde hasta el vaso es algo muy personal y acá la bombilla, hay que compartirla, era como… ¡Wow! Primero me generó un rechazo, pero, por respeto a la cultura, me acerqué al mate y lo compartí unos 7 meses.
¿Qué fue lo que más te costó o lo que más te chocó al llegar al país?
Me chocó… No sé si fue un choque fuerte, pero llegamos a la noche, yo me imaginaba una Ciudad de Buenos Aire espléndida, pero cuando llegué, veía las caligrafías en los edificios. Le preguntaba a la persona que me buscó al aeropuerto dónde está el centro estamos llegando en una cuadra en dos cuadras llegamos algo así pero yo veía no me podía imaginar una ciudad de Buenos Aires con caligrafía en paredes de muros, de edificios de casas, no me esperaba esto.
También era invierno, las hojas secas me daba otra sensación de pensar que… En verdad no sé. Esperaba una ciudad más limpia, ordenada.
¿Y qué es lo que más extrañas del Congo Democrático?
La comida.
¿Cuál es la comida típica que más extrañas?
Bueno, allá hay muchas clases de verduras. Pocas se comen crudas, así como comemos lechugas aquí, o achicorias, algo así. Allá muchas verduras son cocidas y en cada comida, generalmente, hay verdura aparte, allá no se puede comer solamente asado, seco, así, algo que tiene que haber, salsa. Es difícil que te inviten a una casa o que haya una fiesta, se haga solamente asado y listo.
Tiene que haber por ejemplo pescado frito, salsa, etc.
Pero eso influye en los niveles de vida de la gente que está en pequeñas ciudades.
Los que están en los pueblos, bueno ellos hacen así, si es carne de animal silvestre como venado, jabalí, bueno puedes comer eso, pero siempre acompañado de alguna verdura cocida.
Contabas que cuando decidiste estudiar psicología, te encontraste con que tenías que hacer de nuevo el secundario o parte del mismo, que me imagino no habrá sido tampoco una decisión muy fácil para vos, que ya tenías toda una trayectoria, tu profesorado, tu licenciatura. ¿Cuánto tiempo te llevó terminar ese secundario? ¿Te costó hacerlo?
Tener profesores particulares me ayudó mucho. Busqué a algunas personas para explicarme los libros.
En cuestión de meses lo pude terminar y empecé a estudiar psicología.
¿Cómo fue esa experiencia en la universidad?
Bueno, al comienzo, un poco tímido. Voy a estudiar en Argentina, en español. Venía de la parroquia donde soy responsable y tengo que estudiar con gente menor de edad que yo.
Pero cuando empecé a recibir el cariño de los compañeros, me involucré con ellos y todo fue fluyendo.
Te recibiste en diciembre y ya tenés el título en mano.¿Te gustaría ejercer la psicología?
La verdad que sí, me gustaría por la necesidad que hay. En la psicología la confianza al terapeuta es lo más importante y yo como sacerdote genero mucha confianza a las personas.
¿Te tocó hacer tesis?
Sí.
¿Y sobre qué hiciste tu tesis?
Mi tesis tenía como título los sentidos de la paternidad en adolescentes embarazadas de la ciudad de Posadas. Refería al sentido que tienen o percepción que tienen las adolescentes de la paternidad, de sus propios padres, como han experimentado ser hijo o hija digamos de este padre en este tiempo de su infancia y adolescencia.
¿Y con qué te encontraste?¿Cuáles fueron tus conclusiones generales?
Los resultados encontraron que había una paternidad ausente.