En un país con una inflación interanual que trepa al 104% y una de las peores crisis de deuda del mundo, la máxima angustia hoy, tanto de economistas y políticos como del público en general, fue el meteórico aumento del “blue”, que saltó cerca del 20% en pocos días.
Se trata del dólar de mercado paralelo, que en otros países es más conocido como “dólar negro”, ya que se usa en el mercado ilegal.
Pero en Argentina, donde la gente casi no tiene acceso al billete estadounidense de forma legal, y la moneda local, el peso, pierde valor cada semana, el dólar blue es una de las principales referencias económicas.
Es el que compran muchos argentinos para ahorrar y resguardarse contra la inflación, el que se utiliza para adquirir o vender desde casas y autos hasta computadoras y celulares, y el que determina el valor de muchos de los bienes y servicios que se cobran en pesos.
Por eso, el aumento de la cotización del “blue”, que pasó de cerca de $400 a casi $500 en espacio de una sola semana, antes de empezar a descender este miércoles, causó pánico general en el país, y amenaza con profundizar la crisis económica en los últimos meses de gobierno de Alberto Fernández.
Argentina es famosa por tener varios tipos de cotización del dólar. Está el “dólar oficial” -que en otros países sería el único que existe- cuyo valor es determinado por el Banco Central (BCRA). También es llamado “dólar minorista”, aquel que las personas o empresas venden o compran al banco y vale cerca de la mitad del blue. Pero solo entidades financieras o de comercio exterior tienen acceso a este dólar.
El resto tiene que pagar más por la moneda estadounidense, ya que el gobierno impuso una serie de tasas para la adquisición de divisas.
También hay un cupo -o “cepo”- sobre la compra del dólar oficial. Si un argentino quiere comprar dólares de forma legal, solo puede comprar hasta US$ 200 por mes pagando una tasa del 75% (siempre que cumpla con los estrictos requisitos del BCRA, que dejan afuera a la mayoría). Ese es el “dólar ahorro”.
Si usa su tarjeta de crédito para pagar por bienes en dólares, paga esas mismas tasas (“dólar tarjeta”).
Si la usa en el exterior, y gasta más de US$ 300 paga un 25% extra (“dólar turista”).
Por último, tiene la opción de lo que se conoce como los dólares financieros, ya que se adquieren a través de compra y venta de bonos.
Son los que usan las empresas y los ahorristas más sofisticados (o con mayores recursos). El “dólar bolsa” o “MEP” se obtiene comprando bonos en pesos y vendiéndolos en dólares, y el “contado con liquidación” o “CCL” es similar, pero también permite transferir los dólares a una cuenta en el exterior.
Al igual que el “blue”, estos dólares financieros -que son legales- tienen un precio que marca el mercado, y son considerados por muchos economistas como un índice más sólido del valor del billete verde, ya que no suelen ser tan sensibles a las especulaciones políticas y financieras como el dólar paralelo.
El “rey” del mercado
En el imaginario argentino el “blue” es rey, y es por eso que para muchos -incluyendo los comerciantes que remarcan sus productos siguiendo la cotización del dólar- es la referencia que vale.
Tan popular y extendido es su uso que incluso los principales diarios del país llevan esta cotización ilegal en sus portadas.
Sin embargo, esta modalidad es ilegal y está penalizado por la Ley Penal Cambiaria, que establece castigos a quienes incurren en esa falta.
Quién investiga e inicia el sumario es el BCRA pero la sentencia luego es dictada por un juez penal económico.
¿Por qué sube?
Existe toda una serie de especulaciones sobre lo motivó la subida cambiaria. En la última, el presidente Fernández culpó -tácitamente- a la oposición. “Es una práctica permanente de la derecha argentina”, dijo el martes, cuando el blue marcó una cotización récord de $497.
“Primero, instalan rumores a la mañana, operan durante todo el día y cuando termina la tarde retiran su rentabilidad del mercado cambiario y lastiman de ese modo el ahorro de la mayoría de los argentinos.
Siempre han hecho lo mismo”, acusó el mandatario, generando el rechazo de varios referentes opositores, quienes acusaron al gobierno de no responsabilizarse por la situación.
En la misma línea, el ministro de Economía, Sergio Massa, tuiteó: “Hace varios días que vivimos una situación atípica de rumores, versiones, falsos informes y su consecuente impacto en los instrumentos financieros vinculados al dólar”.
“Vamos a usar todas las herramientas del Estado para ordenar esta situación”, advirtió. La estrategia parece haber funcionado, ya que este miércoles el blue empezó un notorio descenso de $476 a $469 el viernes.
Sin embargo, muchos economistas advierten que detrás del aumento del “blue” hubo problemas macroeconómicos que siguen estando y que podrían hacer que el paralelo vuelva a subir.
Uno es la escasa cantidad de reservas en dólares que tiene el BCRA, un problema recurrente en un país que demanda muchas divisas para la producción y el ahorro, pero genera pocas (y este año menos debido a la gravísima sequía que afectó al principal generador de billetes verdes del país: el campo).
Incertidumbre
Más allá de estos problemas económicos, el contexto político que atraviesa Argentina no contribuye a generar estabilidad.
El pasado viernes, el presidente Fernández anunció que no buscará la reelección en los comicios que se realizarán en octubre, lo que en esencia lo convirtió en lo que en Estados Unidos llaman un “pato cojo” (lame duck), es decir, un mandatario sin mucho poder.
El anuncio -realizado un día después de que una encuesta de la consultora Poliarquía revelara que el mandatario tiene niveles de desaprobación por encima del 70%- también abrió interrogantes sobre el futuro de la alianza que gobierna.
En tanto, la principal fuerza de oposición, Juntos por el Cambio, también se encuentra enredada en una disputa de poder tras la decisión de su principal referente, el expresidente Mauricio Macri (2015-2019), de no presentarse nuevamente como candidato, también expuesto por las encuestas que no lo favorecen para postularse.
Entre medio de ambos surge cada vez más fuerte la figura del “libertario” Javier Milei, quien ha dicho que si gana cerrará el BCRA y dolarizará la economía argentina, provocando ansiedad en muchos sectores.
El panorama electoral quedará más claro a finales de junio, cuando se conozca quiénes serán los precandidatos de cada espacio, y se despejará aún más cuando se lleven a cabo las PASO en agosto.
El mundo piensa en verde
El dólar continúa su hegemonía frente a otras monedas de potencias en ascenso porque representan cerca del 60% de las reservas de divisas de los bancos centrales y está involucrado en casi el 90% de las transacciones comerciales a nivel mundial.
En ocasiones, políticos de la zona euro, como Emmanuel Macron de Francia, o altos dirigentes del Partido Comunista de China y, hasta el presidente de Brasil, Luis Inácio “Lula” Da Silva, declaran terminar con lo que consideran “la dictadura” del dólar en las transacciones internacionales.
El presidente de Francia en su reciente visita a Beijing, China, criticó la utilización del dólar como un arma para restringir los negocios de Europa con rivales de ocasión de EEUU, como Irán, China y Rusia, y abogó por la autonomía monetaria como una estrategia de independencia de los países.
La hegemonía mundial del dólar surgió a partir de la conferencia de Bretton Wood de 1.944 en la que se sustituyó el patrón oro por un patrón oro vinculado al dólar.
Hoy, la divisa sirve a los ahorristas como valor de depósito. Puede guardarse y recuperarse en el futuro sin una pérdida significativa de poder adquisitivo. Una condición que el peso argentino carece hace décadas.
Además, es una moneda muy líquida y está respaldada por la fortaleza de las instituciones y de la economía estadounidense que lidera los avances que se producen en la cuarta revolución industrial, la más importante y notable, que conoció la humanidad.