Mediante testimonios, recopilaciones, recuerdos y aportes de vecinos e historiadores, el docente Rubén Darío Motta lanzó su libro “Historia de mi barrio: Villa Urquiza”. El mismo fue declarado de Interés Municipal por el Concejo Deliberante.
Una obra, presentada recientemente en el mismo barrio que vio nacer a su autor, se volverá a presentar mañana a partir de las 17 horas, en el Paseo Bosetti de la capital misionera.
Cada una de las páginas de este libro, trata de reflejar la memoria y el alma de aquellos pioneros que se afincaron en distintos espacios de la capital misionera. Uno de ellos fue un cónsul alemán de nombre Teodoro Kops, quien en el transcurso del siglo XIX, se asentó en inmediaciones de lo que sería luego este populoso barrio. Más adelante un hacendado oriundo de Córdoba de apellido Gutiérrez, viajaba rumbo a Misiones a comprar algunas tierras, pero al llegar al Corrientes enfermó y fue atendido por una mujer quien tenía dos hijas, al recuperarse volvió a Córdoba donde sufrió una fuerte recaída que lo llevaría a la muerte. Pero antes de fallecer le encomendó a su hijo que recompense a aquella mujer por sus atenciones. Entonces este llega a Corrientes cumpliendo el pedido de su padre enamorándose a la vez, de una de las hijas de esta mujer. Luego con su nueva compañera llega a Posadas donde “compró todo lo que hoy es Villa Urquiza y puso el nombre de Villa Gutiérrez, instalando la primera capilla que estaba ubicada donde hoy es la Sociedad Polaca (Estado de Israel y Cabred)”, contó Rubén Motta a este Diario . Este propietario, tenía una olería y una especie de huerta, “eso era como una casa quinta, porque en realidad (Gutiérrez) vivía en el centro posadeño”.
Más adelante y con el crecimiento de la ciudad se pensó en la construcción de un hospital para la zona “porque el primer dispensario u hospital -entre comillas-, funcionaba en lo que hoy es el Hogar Santa Teresita (Mitre y Buenos Aires). Entonces por necesidad se buscó un lugar para construir un hospital con mayor comodidad y amplitud, y se eligió la chacra 10, porque era un lugar solitario y reunía las condiciones para los enfermos, según la ciencia médica de aquellos tiempos; primero se hicieron dos pabellones (hombre y mujer) y la maternidad” continuó Motta.
Mientras que en 1935, por una ordenanza municipal, se declaró oficialmente a la zona con el nombre de Villa Urquiza, en honor al caudillo entrerriano Justo José de Urquiza quien venció a Juan Manuel de Rosas en la Batalla de Caseros. “Así fue creciendo Villa Urquiza y hoy es una barrio que tiene prácticamente todo: iglesia, escuelas, universidades, el hospital que es de vanguardia, una plaza que es la única que tiene dos declives y actualmente la costanera”, describió.
Además, el escritor señaló que el libro hace mención a aquellos queridos personajes de lugar y a su vez recordó los grandes bailes que se hacían en la pista del Club General Urquiza (Florentino Ameghino y Rademacher), donde “era obligación ir de corbata o sino no entrabas. Allí tocaban la orquesta de Ricardo Ojeda, Panchito y su Montecarlo Jazz, Los Dallmann y Los Huracanes”. Además, recordó que los colores del equipo de fútbol de aquel club barrial tenía los colores del Club San Lorenzo de Almagro.
Otro de los grandes clubes que forman parte de este barrio es el club Jorge Gibson Brown, ubicado sobre la avenida Cabred y Yerbal, donde pasaron numerosas figuras de la época como el legendario José Roberto “Lechuga” Villalba quien “fue el ‘Pelé’ misionero, surgió en Villa Urquiza después pasó a Atlético Posadas, allí lo llevaron a Estudiantes de La Plata, pero no se adaptó al club”.
Frente a este estadio se encontraba el Cine Avenida “donde los domingos la gurisada iba al matiné a mirar tres películas por 10 centavos. El cine funcionó en la Sociedad Polaca”, contó. A esto también hay que agregar sus dos escuelas más emblemáticas: la Inmaculada Concepción y la Escuela N° 76 Marina Argentina. En este amplio y valioso recorrido por la historia de Villa Urquiza, el escritor también nombró a la primera estafeta de del correo del barrio ubicada sobre la avenida López Torres, a pocos metros del hospital.
A su vez, también recordó que en 1962 se asfaltó la avenida Cabred, cuyo nombre surge en honor al doctor Domingo Cabred, quien fue el que puso la piedra fundacional del Hospital Ramón Madariaga. Allí, se llevaron a cabo los primeros corsos de carnavales, donde previamente los vecinos se divertían,“la Municipalidad lanzaba a las 2 de la tarde una salva de bombas que daba comienzo a los juegos con agua y a las 6 tiraba otros que daba como terminado el juego de agua”, relató el docente entre otras anécdotas que forman parte del acervo, del tradicional barrio.