Duró poco la “buena onda” del refresh que se impuso en Oberá, para el servicio del transporte público de pasajeros. El “enamoramiento” del poder con el Grupo Z atraviesa una tormenta, luego que la cara más visible del sector empresario presionara públicamente en una entrevista a cumplir con los compromisos, en un mensaje que pareció directo al intendente interino Pablo Hassan, que busca ser electo oficialmente jefe comunal el 7 de mayo.
Aunque todavía no está clara la demanda de casi mil millones de pesos que el Grupo Z dice tener como acreencia del municipio y los funcionarios de Hassan lo niegan, no parece haber muchos funcionarios preocupados por pensar en los usuarios.
El eje de un servicio público debería ser siempre pensar en los beneficiados o perjudicados con las decisiones que toma el poder. Sin embargo, el tironeo parece estar centrado en el dinero y la ampliación de los años de permanencia en el camino al monopolio del sistema integrado, que pretende ir más allá de Oberá.
Los que viven en Posadas, Garupá o Candelaria no necesitan que les expliquen hasta dónde es capaz de ir el Grupo Z para conseguir lo que quiere, sin que nadie se interponga. Llegando a imponer un sistema como la SUBE Misionera al que le están declarando la pronta caducidad, sin que se haya desarrollado una mejor propuesta.
Otra vez, el poder siguió sin pensar en los usuarios, en los que no tienen otro modo de viajar a sus trabajos, a estudiar, a una consulta con un médico, a visitar a un familiar o a realizar una compra.
Volviendo a Oberá, esa es la misma “SUBE Z” que se llevó en el refresh y que genera los mismos problemas a los pasajeros de la zona centro.
Pasan los años de amargas experiencias y, además del Grupo Z ampliando su negocio, el poder sigue sin pensar en los usuarios.