El reloj marcaba 45 minutos del segundo tiempo, solo restaba el tiempo adicional para finalizar el partido entre Platense y Vélez del pasado lunes. Y en ese instante, “Gonza”, quien estaba entre los suplentes escuchó “Valdivia” y revivió en su mente todo el esfuerzo que hizo para jugar en Primera División.
Atrás quedaron horas de viaje, el regreso a la tierra colorada tras quedar libre de Banfield y el esfuerzo de su familia para cumplir su sueño. El DT “calamar”, el histórico Martín Palermo lo llamó, le dio unas indicaciones y el misionero saltó a la cancha. Un par de días después de su debut, EL DEPORTIVO habló con Gonzalo, quien repasó todo lo vivido.
¿Qué sentiste cuando Palermo te llamó para entrar?
Cuando Palermo me llamó yo estaba haciendo la entrada en calor, tenía algunos compañeros que me decían: “Dale eh, si te toca entrar tenés que ir con todo”, pero yo trataba de no escucharlos y estar metido en el partido. Cuando escuché mi apellido y empecé a sacarme la pechera, me agarró un escalofrío y dije bueno, por fin llegó mi momento.
Cuando terminó el partido ¿con quién hablaste de tu familia?
Una vez que finalizó el juego me quedé en shock, no caía del todo. Recién me di cuenta que debuté profesionalmente cuando llegué a mi departamento, ahí llamé a mi mamá y nos pusimos muy felices. Me hubiese gustado hacer una llamada con toda la familia, pero era muy tarde y no estaba nadie despierto. Mientras mi mamá me hablaba yo me quebraba en llanto. Después de tanto esfuerzo y de tantas cosas que me pasaron, al fin pude lograr mi sueño. También lloré mucho porque me hubiese gustado que esté mi padrastro, quien fue fundamental en mi vida, pero hoy le toca apoyarme desde el Cielo.
¿Estabas ansioso?
En esos partidos anteriores que estuve en el banco sí tenía nervios, pero en este partido fue diferente porque ya estaba tranquilo. Encima se me acercó una persona muy especial para mí y me dijo: “Tenés que estar muy concentrado porque puede ser tu gran momento”. Me pasaron tantas cosas que me prepararon para este momento, por eso me sentí muy tranquilo y lo tomé con la mayor responsabilidad.
¿Qué te dijo Palermo en los momentos previos a ingresar y qué hablaste después?
Martín me dijo que, a la hora de defender, sea un carrilero para ayudar por ese sector izquierdo, pero que cuando tengamos la pelota me convierta en un extremo, mi puesto cuando recién arranqué a jugar al fútbol.
¿Cómo iniciaste en el fútbol?
Mi familia vive en el barrio 8 de Abril de Posadas, que queda al lado del Aeroclub y como todos arranqué a jugar desde muy chico. Veía que los más grandes jugaban a la pelota y yo también me metía con ellos.
¿Es cierto que de chico eras goleador en Posadas?
Goleador no, es un montón, jajaja, pero sí hacía bastantes goles porque era rápido para mi edad. Martín (Palermo) me probó en la pretemporada de marcador central, también de lateral y en esos puestos me siento cómodo.
Te escucho hablar de tu mamá y se te quiebra la voz. ¿Qué significan ella y tu padrastro para vos?
Si te tengo que explicar lo que ella significa para mí te vas a tener que comprar otra birome porque se te va a acabar la tinta de todo lo que tengo para decir. Ella es mi todo, es mi heroína, todo lo que quiero ser en mi vida, me enseñó muchísimas cosas. Yo soy una persona que me tocó ser hermano y papá para mis hermanas, pero mi padrastro se ganó mi corazón muy rápido. Claro que le tomó tiempo, pero se lo ganó, y hoy le toca estar arriba, en el Cielo, donde estoy seguro que está muy orgulloso de mí y de mis hermanos. Lo admiro muchísimo.
¿Qué soñás para tu carrera en el fútbol?
Me gustaría afianzarme en mi puesto para poder explotar al máximo mi potencial, así ayudar al equipo. Y si Dios quiere seguir creciendo y por qué no soñar con irme a jugar al exterior.
A quiénes les dedicás este debut en primera división?
Este debut se lo dedico a todas las personas que me ayudaron a cumplir este gran sueño. Pero, especialmente a cuatro personas que me apoyaron en las malas por sobre todas las cosas y que se merecen vivir este gran triunfo junto a mí: Mi mamá María Dos Santos, mi padrastro Gustavo García y a mis abuelos Miguel y Gertrudis.