Nada muere, todo se transforma, pero para que eso suceda debe pasar por un proceso de transformación.
Si nos detenemos a mirar a nuestro alrededor no podemos más que maravillarnos, como la naturaleza nos muestra todo el tiempo que nada muere, ni aún la fruta que cae del árbol y aparentemente muere en el suelo, ella también se transforma en abono para la tierra, para que la siguiente planta sea más fuerte, más jugosa, más rica.
De la misma forma es con nosotros y con cada cosa que nos sucede linda o no tan linda, todo se transforma y depende de nosotros, de la energía y cuidado que le demos, en qué se va a transformar.
Si nos ha pasado algo doloroso cualquiera sea el tema: salud, amor, trabajo, no importa de qué se trate, eso que nos pasó es el punto de partida para nuestra transformación, la clave es aceptarlo, no luchar contra eso diciendo todo el tiempo “por qué a mí” o “esto no es justo”, si llegó a mí, es por algo, busquemos el regalo escondido y usemos eso para crecer y transformarnos.
La transformación nos espera al final del camino, y muchas veces por miedo a sufrir o por no saber cómo hacerlo, no transitamos ese camino, por tanto, no aprendemos, y repetimos lo vivido.
No hay manera de transformarnos sin atravesar el camino, pero es seguro que al final del mismo, no seremos la misma persona que comenzó a recorrerlo, y cuando nosotros cambiamos, todo a nuestro alrededor, también cambia.
En el camino a nuestra transformación habrá situaciones que estén dentro de nuestro ámbito de control, es decir que nosotros podemos accionar para mejorarlas y otras que no. En este punto lo más importante es ver cuáles están dentro de nuestro alcance y hacer el 100% de lo que podamos, y todo aquello que no podemos manejar, poner en manos de Dios y confiar.
Cuando hacemos todo lo que está a nuestro alcance y confiamos en que todo se resolverá de la mejor manera, las personas justas aparecen en nuestro camino en el momento oportuno y lo que parece difícil se resuelve de la mejor manera posible.
Finalmente, lo más importante es entender que es un proceso, habrá momentos más lindos y otros más difíciles, pero todos son necesarios para nuestra transformación, el secreto es abrazarnos a nosotros mismos a cada instante, valorando cada paso dado, la actitud de seguir adelante y la valentía que tenemos de atravesar el camino para sanar y convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos.