Cada comienzo del ciclo lectivo, muchos se preguntan qué es el UPD. Escuchan a sus hijos hablar del tema o ven la sigla en los medios, asociada en general a noticias que hablan de excesos de todo tipo.
La celebración despierta polémica y preocupación por el consumo de alcohol y el estado en el que algunos chicos llegan a la escuela.
La idea del festejo consiste en reunirse, en algunas ciudades disfrazarse, llevar aerosoles con espuma y cotillón, pintarse la cara y pasar la noche en vela para llegar a la escuela el Último Primer Día de clase sin dormir. Hay quienes alquilan colectivos y quintas, hasta padres que se ocupan de organizar todo para custodiar la juntada.
El rito se convirtió en un problema ya que en el UPD no puede faltar el consumo de alcohol, más o menos controlado por los padres, en algunos casos.
Los docentes también han aceptado el hecho como algo casi inmodificable. Y no hay que obviar que algunas escuelas hasta plantean estrategias para recibir a los chicos en el UPD con el fin de mitigar los efectos de la noche anterior de parranda, con desayunos, agua y actividades orientadas a mejorar la condición en la que llegarán los alumnos a clase.