El bambú se utiliza ampliamente en muchos países del mundo, aunque en la Argentina pasa prácticamente inadvertido, pese a tener especies nativas. Alberto Vieyra, productor en la localidad de San Ignacio, planteó que la falta de interés en este cultivo es debido al desconocimiento sobre el mismo, en especial sus beneficios económicos y medio ambientales.
Vieyra se dedica a generar valor a esta planta desde hace numerosos años. Actualmente tiene una plantación de dos hectáreas con 15 especies: Phyllostachys (Vivax, Pubescens, Nigra, Aurea), Bambusa (Textilis Gracilis, Oldhamii, Becheyana, Vulgaris, Balcooa, Ventricosa, Arundinacea, Guadua Chacoensis y Angustifolia), Dendrocalamus (Asper, Strictus, Latiflorus, Membranaceus) yArundinaria Simonii.
Al relatar su experiencia, detalló: “Me puse a buscar e intercambiar especies que se producen en otras provincias y, de esta manera, llegué a contar con más de 15 que vamos aprovechando, porque el bambú es una planta multipropósito. Sirve para artesanías, mobiliarios, como alimento (porque genera brotes comestibles), para cestería o hacer infusiones y licores con sus hojas. Generalmente la mayoría de los bambués son multipropósito”.
A esto sumó que “a nivel industrial se puede sacar pasta celulósica y carbones. Además se puede laminar para realizar enchapados. El potencial es enorme”.
Para aprovechar aún más el potencial que tiene el bambú, Vieyra dice que “falta distribuir más información. De pronto hay gente que se siente más o menos atraída pero tiene temores de cómo trabajarla, cómo la puede aprovechar, porque quizás no está acostumbrada a utilizarla. Falta más capacitación al respecto. Que existan muestras donde se pueda acceder a conocer todas las posibilidades que pueden surgir a partir de esta materia prima. Generar un evento que sea netamenta bambucero, del que pueda participar gente de otros lugares para mostrar todo el bagaje capaz de brindarnos este grupo de plantas”.
Haciendo referencia al país y, en particular, a la Tierra Colorada, el productor consideró que “no se ha incentivado o desarrollado. Se ha orientado la industria hacia otro tipo de materiales como la madera. Faltaría publicitar más, hacer marketing para alentar el uso del bambú”.
Valor y protección
En cuanto a la rentabilidad del cultivo Vieyra destacó que, a diferencia de otras producciones, el aprovechamiento se da de manera anual y se puede sostener en el tiempo por varios años.
“Comparando con un cultivo de pino, un mismo lote de esta especie y otro de las mismas dimensiones de bambú, se verá que a los 10 años se hace un primer aprovechamiento del pino, haciendo un raleo y quizás a los 15 se cosecha.
En el segundo caso, también se debe esperar un tiempo similar para tener la primer cosecha de bambúes con su diámetro definitivo y maduro, pero al año 11 se hace otra cosecha que será superior al anterior; a los 12,13,14 y 15, también. En cambio con el pino, cuando se saca toda la producción, el suelo queda al desnudo, a diferencia que con la plantación de bambú en el año 15 nunca deja el suelo desnudo. Y se tuvieron 5 cosechas, además de seguir contando con toda la masa vegetal que sigue captando carbono, protegiendo el agua, etc”.
Además, afirmó que son cultivos que terminan sus ciclos de vida a los 30 años. “En ese mismo predio, esa misma plantación, se hicieron 20 cosechas, cuando en un pino quizás dos”.
Cuidado del ambiente
Hace un par de años existe una pequeña promoción en la utilización de este cultivo, principalmente por el lado de la sustentabilidad. “Sobre todo teniendo en cuenta la cultura, que era netamente extractiva y que comienza de a poco a cambiar, por la necesidad de hacer algo con el cambio climático. Es por eso que empieza a ganar visibilidad la economía circular, lo biodegradable, entre otras cuestiones que se hacen fundamentales, donde el bambú juega un papel importante”, precisó Alberto Vieyra.