“Los días pasaron volando. Quedan muchas cosas por aprender, muchas emociones por compartir”, es el comentario común entre los jóvenes que año a año participan del curso de introducción a la teología y cultura ucraniana, organizado por el Instituto “Patriarca Josyf Slipyj”, dependiente de la Eparquía de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana en Argentina.
Ese “sabor a más” se manifiesta al término de cada encuentro de dos semanas, a lo largo de estos 36 años transcurridos. En esta ocasión, el curso bautizado por los primeros participantes como “ucrainística”, tuvo dos componentes muy particulares. Por un lado, el reencuentro después del paréntesis provocado por la pandemia y, el más fuerte y movilizador, el conflicto bélico causado por la invasión rusa a Ucrania.
El padre Nazariy Kashchak, director del curso y párroco de la Catedral Greco Católica Ucraniana de Argentina “Nuestra Señora del Patrocinio”, sostuvo: “Nos costó arrancar después de dos años de ausencia debido a la pandemia, además de ser un año muy particular por la guerra y por los acontecimientos tristes que suceden en mi patria”.
Dijo que el objetivo del año “fue marcar y destacar la importancia de la información que debe llegar a los chicos que vienen a estudiar la cultura, el idioma, materias humanísticas, filosóficas y teológicas, que tengan el conocimiento y la apertura, sobre la magnitud de la guerra que sucede en Ucrania”.
Añadió que su familia vive allá, en la parte occidental, cerca de Lviv. “Me comunico casi diariamente con ellos y mediante las redes sociales estoy conectado a las noticias de la realidad, preocupado, pero rezando, sin perder las esperanzas”, manifestó quien, además, tiene a su cargo varias parroquias del conurbano bonaerense, es rector del seminario y ejerce la función de canciller y juez de la primera instancia en la Diócesis de San Isidro.
A su entender, esta es una guerra “de la barbarie contra la civilización, porque Ucrania está defendiendo los valores europeos, los que siempre tuvo y defendió, gracias a nuestro presidente, Volodímir Zelenski, y a mucha gente que se unió y está dando la batalla porque no quiere vivir más bajo la opresión y el imperialismo. Varias generaciones ya nacieron en un país libre y no quieren saber más nada con un gobierno autócrata, totalitarista, despótico, de dictadura, todo lo que implica un gobierno ruso, de Putin y sus sátrapas”.
“Con la ayuda de Dios y la colaboración de personas generosas, se pudo llevar a cabo con éxito este tradicional curso, que es un semillero de esperanza de los portadores y transmisores de la cultura que llegó a la Argentina hace más de cien años”.
“Los rusos usan muchos recursos para confundir a la gente, para difundir la mentira, tergiversar la verdad a fin de que no llegue como tal, al mundo entero. Entonces, nosotros tratamos de consolidar, a través de los chicos, que ellos difundan esa información, que transmitan a sus padres, en los ambientes en los que se mueven. Muchos no sabían bien sobre el tema. Tuvimos que actualizar y enseñarles en la materia de historia, pero también tratando sobre acontecimientos puntuales sobre la guerra. Es una lucha de la luz sobre las tinieblas. Y como Dios siempre estuvo con el pueblo ucraniano, lo está defendiendo; y el mismo pueblo no pierde la fe y la esperanza. Está luchando, dando esa batalla digna por la libertad, la independencia y soberanía de nuestro país, como lo hicieron hace varios siglos atrás, varias generaciones, defendiendo esos valores cristianos de la fe, la cultura y tradición”, analizó quien desde hace 14 años ejerce en Argentina.
Y aseguró: “Vamos a defender hasta las últimas consecuencias. Se trata de una guerra existencial, porque si Ucrania pierde, deja de existir. Ese es el objetivo de Putin, de su gobierno y de Rusia. Y nosotros no lo podemos permitir. Queremos llegar a la victoria. Que nuestro país venza una vez más esa amenaza que se extendió sobre Europa, porque el objetivo de Putin no es solo Ucrania sino todos los países que formaron antes el bloque soviético o imperio ruso. No podemos permitir que, en este siglo, después de haber pasado tantas desgracias como la pandemia, llegue un mal que domine a medio mundo o al mundo entero”.
“Cuanto más podamos difundir, cuanto más se expanda la verdad, más gente se involucra y sabe sobre Ucrania y ese triste acontecimiento, y lo que sufre el pueblo ucraniano. Gracias a Dios, mediante las redes sociales se acortan las distancias. Cuando sucede algo uno se conecta, se comunica. De esa manera la ansiedad disminuye y recibe información para calmar la preocupación sobre familiares, o amigos que están luchando en el frente”, explicó el sacerdote, al tiempo que adelantó que en 2024 el curso volverá a su fecha original, desde el 3 al 16 de enero.
Estaba en el plan de Dios
Marcelo Klekailo, párroco de la iglesia “San Pedro y San Pablo” de Leandro N. Alem, donde se desarrollaron las jornadas, agradeció a los jóvenes por el coraje y la valentía que tuvieron al aceptar el desafío de aprender y empaparse en la fe y la cultura de sus antepasados. Aseguró que “Dios no improvisa con nosotros. Si tuvieron la fuerza de poder cortar sus vacaciones, dedicarse a estudiar, pasar estas dos semanas, es porque Él, de alguna manera, les dio la fuerza y la gracia para que puedan hacerlo. Este curso no fue improvisado, sino que estaba en el plan de Dios. Ustedes, con el corazón lleno de alegría lo pueden experimentar como un verdadero regalo del cielo”.
Comentó que los días pasaron rápido, y que el intenso calor fue un generador de emociones que compartieron durante esas dos semanas, en las que la palabra de Dios los acompañó todos los días.
Durante la jornada de clausura, felicitó a los padres por los hijos que tienen. Es que “no son muchos los jóvenes que tienen el valor de poder asumir y valorar sus orígenes. En estos tiempos, es mucho más fácil romper el eslabón y construir una nueva historia a nuestro gusto y placer. Sin embargo, sus hijos deciden ser eslabones vivos en esta cadena familiar de origen ucraniana, y eso tiene un valor inestimable”.
También manifestó el agradecimiento a las religiosas de la Orden de San Basilio Magno (OSBM), por estar al servicio de los participantes, y a los profesores “que se brindan con tanta pasión a esta tarea hermosa de ser transmisores. Son labios que hablan de cosas que en otros lugares no se encuentran. Son mentes que iluminan a otras mentes. Son fuego que enciende otro fuego. Estoy orgulloso del equipo que supieron construir”.
Afirmó que la comunidad de la iglesia “San Pedro y San Pablo” respondió a esta iniciativa, que fue un trabajo de muchas manos, que “esperamos continúe y que contribuya a la paz”.
“¿Qué tenemos en común?”
Es lo que se preguntó en un escrito la profesora Mariana Pezuk. Y la respuesta fue: “La locura y el amor. Sí, la locura por elegir bajo nuestra voluntad ir hasta Leandro N. Alem, durante dos semanas de enero, en pleno verano, para estudiar, interiorizarnos y conocer el idioma, cultura y todo lo referido a Ucrania y al amor por la tierra de nuestros tatarabuelos y bisabuelos, o simplemente el amor por conocer este hermoso país hoy tan castigado.
Como nos dijo el padre Nazariy: ‘Para defender lo que querés, tenés que conocer’, y eso es lo que intentamos hacer. Cada uno de nosotros da lo mejor de sí en pos de ello: plantel y comisión directiva del Instituto, profesores, alumnos, familias y todas las personas que colaboran desinteresadamente para que este hermoso curso salga adelante. Sin la valiosa colaboración de esas personas, esto no sería posible. Muchas veces varios de nosotros escuchamos decir que tenemos que estar locos para hacer algo así. Y la verdad es que sí. Cargamos con una locura sana de mirarnos y saber que algo nos pasa, entendernos, ponernos de acuerdo, organizar travesuras, estudiar, apoyarnos los unos a los otros, aceptarnos y querernos hasta el punto de formar la familia del Curso de Ucrainística. Fui alumna durante cinco años. Este es el segundo año que concurro como profe, y doy las gracias por todo a todos. No se puede explicar la belleza de este curso y lo bien que nos hace. ¡Gracias a todos por estas dos semanas de locuras, de todo corazón! ¡Los quiero!”.