¿Qué significa validar? Afirmar al otro. Todas las personas tenemos la necesidad, desde que nacemos, de que alguien nos valide. En los primeros años, esperamos la validación de mamá y papá y otros miembros de nuestra familia. Y más adelante, de todos aquellos con quienes interactuamos.
La presencia o la falta de validación siempre deja una huella en nosotros, ya sea positiva o negativa. Una criatura precisa oír que es amada y tenida en cuenta. Cuando esto no sucede, la persona ya adulta tiende a convertirse en alguien codependiente que siente que necesita de los demás sí o sí para vivir y no puede hacer nada por sí misma.
La codependencia es una especie de adicción que nos hace buscar la aprobación y la aceptación de los demás todo el tiempo. Es una manera tóxica de relacionarnos que solo genera dolor emocional. En el fondo, alguien codependiente no reconoce su propio potencial interior y no puede soltarlo.
Aunque no nos demos cuenta, muchos van por la vida sintiéndose no valorados, lo cual, en la mayoría de los casos, esconde una descalificación sistemática durante la infancia. Como resultado, estas personas no logran crecer y avanzar en la vida como les gustaría hacerlo. Es por eso que siempre recalcamos la importancia de la validación en los niños.
Cuando validamos (y no solo como padres), nos sanamos. Pues validar es dar fuerza o firmeza, reconocer y respaldar al otro. ¿Y cómo deberíamos expresar nuestra validación? Con frases breves y sencillas que logran que la persona se sienta bien. Al hacerlo transmitimos amor, admiración, felicitación. ¿A quién no le agrada recibir todo esto?
Pero es importante aclarar que, para ser capaces de validar a otros como un hábito, tenemos que validarnos a nosotros mismos primero. Hay gente que fija sus ojos en los demás porque se siente menos que ellos. En el fondo, suelen tener baja estima y no pueden reconocer sus fortalezas. ¿Cómo se genera la autoestima? A partir del autoconcepto, es decir, de la mirada que cada uno tiene de sí mismo. Este determina cómo nos sentimos con respecto a nosotros mismos y, en consecuencia, como nos movemos en la vida. ¿Sos consciente de cómo te ves a vos mismo, a vos misma?
Los problemas de baja estima que tantos experimentan pueden ser resueltos con facilidad. Aceptando que todos los seres humanos contamos con puntos fuertes, capacidades o virtudes que nos hacen sobresalir sobre el resto; pero también que contamos con puntos débiles o vulnerabilidades que, muchas veces, nos llevan a cometer errores.
Lo ideal para lograr una estima sana es un equilibrio donde reconocemos ambas facetas en nosotros (para no proyectarlas en los demás) y somos conscientes que todos hacemos algunas cosas bien y otras mal. Cuando abrazamos nuestra totalidad, sanamos nuestra estima.