A través de una producción audiovisual de Sergio Moya, productor y doctor en Ingeniería Electrónica, que se filmó en la Reserva Guaraní de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), se muestra cómo un incendio intencional devastó más de 700 hectáreas de selva atlántica, hogar de millones de seres vivos y ambiente de especies en peligro crítico de extinción como el bailarín castaño, el águila harpía, el yaguareté y muchos más.
Más allá de contar todo el daño que sufrió el ambiente en esta porción de tierra colorada, valoró que “gracias al trabajo incansable de personal de la Universidad, colaboradores y voluntarios, se logró controlar el incendio (iniciado intencionalmente en enero de 2022) y se salvaron miles de hectáreas más”.
Con esta producción, Moya pretende mostrar “las consecuencias devastadoras para la selva (y consecuentemente nosotros mismos) que produce el calentamiento global, las sequías y la codicia del humano”, consideró.
Además, expuso que hace no más de tres años se afirmaba que “la selva no se quema, y eso era cierto, pues la selva mantenía la humedad aún sin lluvias frecuentes e impedía que los fuegos avancen. Pero el calentamiento global lo cambió todo, y esa frase ya no es cierta. La selva se quema, y se quema de manera incontrolable”, afirmó a PRIMERA EDICIÓN.
En el video, que se puede encontrar en sus redes sociales como así también en su canal de YouTube bajo el nombre de “Bio Audio Visual, El Canal de Sergio Moya”, muestra cómo una gran cantidad de ejemplares de árboles se encuentran totalmente carbonizados e incluso detalla que, si bien esta porción de selva se puede recomponer, esta reparación es muy lenta y lleva muchos años.
“Dejando de lado la tristeza que genera ver todo quemado y los desastres ambientales que son los incendios en la selva, tenemos que ver y hablar sobre lo que se viene después. La naturaleza, por ella misma, se va a restaurar, es muy sabia. En el futuro va a volver a ser selva, llena de vida y verde, pero esa restauración, en este tipo de selva (haciendo referencia a la Reserva Guaraní) no es tan rápida ni sencilla”.
Para ayudar con ese proceso, Moya comentó que desde la Universidad Nacional de Misiones están trabajando en varios proyectos para reforestar las zonas que fueron perjudicadas con los focos ígneos.
“En primer lugar se va a controlar el crecimiento de las tacuaras, que son las que primero brotan y ganan terreno, y que si bien son un cicatrizante natural, no permite tan fácilmente que otras especies proliferen. Además, van a sembrar plantas frutales, para que los animales también (cuando se alimenten) esparzan las semillas por otros lugares como también maderas maderables, nativas, etcétera”, detalló.
En peligro
Entre las especies que podrían extinguirse se encuentra el bailarín castaño, que fue redescubierto para la Argentina en 2006 después de 47 años sin registros, y el hallazgo de la pequeña y restringida población fue en el bosque de laurel layana sobre el arroyo Paraíso, en la Reserva de Biosfera Yabotí, que fue perjudicada por los incendios en enero pasado. Por esa razón, insiste Moya, es necesario recomponer este espacio para poder preservarlo, “si todavía hay, lo estamos buscando”.
Para Moya, más allá de las acciones que se desarrollan de manera independiente como por parte de las instituciones, se requiere de castigos severos para quienes provocan incendios, además de contar con gobernantes y políticas que otorguen el verdadero valor a la selva.