Mientras el Gobierno nacional atiende con premura la crisis de la región núcleo, devenida de la sequía y las heladas, habilitando un dólar diferencial, acceso a créditos blandos y transferencias de Aportes No Reintegrables por 1.500 millones de pesos, en el norte los problemas anclados a la imposibilidad de importar insumos crecen sin pausa.
Ninguno de los contextos es comparable, cada uno en su escenario busca diversas formas para sortear la crisis y desarrollarse, pero también es cierto que ninguno está por encima de otro y deberían, cuanto menos, recibir respuestas.
El sector forestal del NEA, por caso, viene padeciendo los efectos que deja la crisis económica al no poder producir ni exportar al mismo ritmo, lo que le vale la pérdida de mercados que aprovechan otros jugadores de la región.
Es inaudito, por ejemplo, que una fábrica instalada en Eldorado deba reducir su producción por no poder acceder a los insumos que necesita para producir.
Decenas de empresas misioneras padecen hoy las restricciones del Banco Central para acceder a dólares para transferir al exterior y comprar insumos que no se producen en el país. Los pedidos están hechos desde hace tiempo, pero la premura estatal no se aplica.





