Lejos de demostrar ideas que pongan mayor capacidad de compra al peso y una disminución notable en la inflación para que rindan un poco más; el Gobierno nacional volvería a apelar a un “salvavidas” muy conocido desde hace algunos años, para enfrentar las incapacidades de la política: el pago de bonos.
Con el correr de los años, esa ayuda extraordinaria y no remunerativa para cualquier trabajador, fue adquiriendo diferentes nombres. El más popular con la llegada de la pandemia resultó el IFE.
A la par de pensar en esa asignación para quienes no cuentan con un trabajo ni un ingreso formal, ahora el “súper” ministro Sergio Massa plantearía la entrega de un bono a los asalariados (no a todos, vale aclararlo) como bonificación extraordinaria de fin de año.
Como si hiciera falta, la ministra de Trabajo de la Nación “Kelly” Olmos, aclaró que no se piensa en una suma fija sino en un aporte único. “Está en la mesa de negociación y de los instrumentos que tenemos como alternativas”, afirmó la recientemente incorporada funcionaria.
Olmos admitió que en el camino de entregar “platita” (que se desconoce cuál será la fuente de financiamiento: el Estado o las empresas), el Gobierno no sabe cómo garantizar el pago de la ayuda a los informales del mercado laboral. Probablemente, los que más necesiten de esa asistencia financiera en tiempos de crisis como la actual.
Mientras tanto, en la Rosada no aparecen decisiones que fortalezcan las economías hogareñas sin apelar a un “primo” cercano del asistencialismo, en medio de la caída del consumo.