Cada 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del ACV, y es una ocasión acorde para hablar sobre una de sus secuelas. Resulta bastante inusual ver o escuchar información relacionada a la espasticidad, la condición que afecta al funcionamiento motriz del cuerpo. Especialistas y miembros de la Sociedad Argentina de Medicina Física y Rehabilitación indican que sin un tratamiento adecuado, el 58% de las personas que sufren un ACV (Accidente Cerebro Vascular) podría desarrollar espasticidad luego de seis meses.
Esta condición es una de las secuelas que puede surgir luego de un ACV. Si bien las secuelas son varias y cada una requiere de tratamiento específico, tratarlas a tiempo evitaría que la espasticidad se desarrolle en algún momento.
Según estudios, entre los 3 y 18 meses posteriores al episodio de ACV, las lesiones cerebrales pueden causar un cambio en la remodelación muscular, lo cual puede derivar en un cuadro grave de espasticidad.
Afortunadamente las posibilidades de realizar un diagnóstico temprano están vigentes, y en la actualidad permiten pronosticar el desarrollo de la espasticidad con precisa sensibilidad y especificidad, a fin de acceder al tratamiento con anticipación.
La espasticidad es una condición que, si no es tratada a tiempo, ocasiona la pérdida de la capacidad funcional y motriz en general, y perjudica notablemente la calidad de vida. “Puede ocasionar dificultades para el desarrollo de las actividades diarias, como vestirse, higienizarse, alimentarse, entre muchas otras. También podría generar dolor crónico, trastornos para conciliar el sueño y, en algunos casos, generar un síndrome depresivo”, afirmó el Dr. Gastón Espinet (MN 134778), médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación, miembro de la comisión directiva de SAMFYR, Director Posgrado Manejo de la Espasticidad (SAMFYR), y médico fisiatra en ALPI y Centro Fintea.
Recomendaciones post ACV y tratamiento de espasticidad
Lo primero que debe hacer una persona al momento de sufrir un ACV es recibir atención médica inmediata para identificar el cuadro y evaluarlo. El primer especialista en asistirla será un neurólogo; una vez estabilizado el paciente, requerirá atención de un equipo multidisciplinario.
Según explicó la doctora Molinuevo, si bien la secuela de la espasticidad no tiene cura, existe un tratamiento que permite reducir su impacto.
“Hay distintas opciones terapéuticas para tratarla y evitar o disminuir las complicaciones que conlleva. Requiere control y tratamiento interdisciplinario por parte de médicos fisiatras, equipos de rehabilitación, kinesiólogos, terapistas ocupacionales, fonoaudiólogos. El uso de medicación miorrelajante, toxina botulínica, uso de férulas, terapias de rehabilitación para mejorar los patrones de movimiento”, especificó.