Con la aparición del dólar Qatar, la intención oficial es que el pago de las cuentas por compras realizadas en el exterior mediante tarjetas de débito o de crédito se haga con dólares billetes, de manera de no afectar las reservas del Banco Central.
Dicho de otra manera, se está “invitando” a quienes realicen gastos por encima de los u$s300 mensuales a depositar en sus cuentas bancarias esos dólares para que el débito se realice directamente, pero para ello debería existir algún aliciente adicional, más allá de tratar de evitar exceder dicho límite.
Curiosamente, para que esa invitación sea atractiva será necesario que la brecha que exista entre el dólar Qatar y el blue o en su defecto el dólar MEP sea relativamente elevada.
Claramente, cuanto mayor sea la diferencia de cotización entre estos y el utilizado para el cálculo, mayor será la “zanahoria” para operar de dicha manera.
Ahora bien, si implícitamente el Gobierno está alentando la compra de dólares paralelos, es obvio que la demanda en dichos mercados tenderá a subir y de esta manera se reduciría el incentivo.
Entonces, una vez más, aparece una situación paradojal: por un lado se insiste en que el blue es un mercado ilegal que no tiene relevancia a la hora de fijar los precios de la economía, pero por el otro es la fuente a la que se recurre para aliviar las castigadas arcas del BCRA.
En este contexto, la pregunta es si conviene pagar con tarjeta o quemar los dólares del colchón.
Obviamente no existe una respuesta única, ya que deben tenerse en cuenta algunas cuestiones para encontrarla:
Brecha
Con una brecha elevada, como la vigente al inicio, que rondaba el 10%, era conveniente comprar blue y depositar los billetes en la cuenta para el posterior débito.
En la medida que la brecha se reduzca, como sucedió posteriormente, el incentivo tiende a decrecer, aunque el límite lo establece cada uno de nosotros. Hoy la brecha ronda el 8%, por lo que por cada u$s1.000 se obtendría una diferencia a favor de $24.000.
Gastos
Esta opción implica llevar un control minucioso de los gastos, una opción que incluye la distribución de los mismos dentro del grupo familiar, para evitar superar el límite de 300 dólares, o pagando parte de los gastos con billetes.
Devaluación
Si a manera de ejemplo, se toman los nueve primeros meses del año, este avanzó un 46%, frente al 67% que acumuló la inflación.
Dicho de otra manera, hoy es un 13% más barato en términos reales que a fines del año pasado.
Si el Banco Central continúa con una política cambiaria y mantiene esta tendencia, existe la posibilidad de que con el paso de los meses la inflación licue parte del salto que generó el dólar Qatar.
Dilema
Esta es una opción que tiene riesgos, no sólo por el lado de la seguridad, sino también por la sospecha que genera en muchos países el manejo de efectivo por cifras relativamente elevadas. A ello deben agregarse normas internacionales que prohíben llevar más de u$s10.000 de un país a otro.
Tarjetas
Si bien la resolución de la AFIP contempla que el monto se calcula sobre las personas y no sobre los resúmenes, desde los bancos afirman que carecen actualmente de un sistema que les permita conocer en tiempo real cuántos dólares lleva gastados sus cliente en el exterior a través de sus tarjetas de crédito y débito, no sólo las suyas, sino las que esa persona tiene abiertas con otras entidades financieras.
Hoy los bancos y la AFIP tratan de resolver el tema en el corto plazo.
Límite
Finalmente, siempre está abierta la posibilidad de que este límite de u$s300 se reduzca o simplemente desaparezca, para lo cual sólo haría falta una simple resolución de la autoridad de aplicación.
En definitiva, en un contexto tan dinámico como el actual, en el que lo único estable es la volatilidad de las variables, la decisión dependerá de la situación vigente al momento de realizar el pago.
Entre la ortodoxia y la heterodoxia
Con la dosis intermedia entre la ortodoxia que demanda el FMI y la heterodoxia que exige el kirchnerismo, el equipo económico buscará reducir los actuales niveles de inflación a un 3 o 4% mensual a principios del 2023 con ajuste fiscal y más controles de precios para acercarse a la meta del 60% planteada en el presupuesto.
Fuentes del equipo económico se mostraron muy preocupadas por el nivel de la inflación, más allá de la baja registrada en septiembre respecto de agosto. El propio ministro Sergio Massa dijo que están lejos del nivel que pretenden luego de que se conociera el dato del INDEC del 6,2% de septiembre y 83% el último año.
En este sentido, afirmaron a Infobae que la intención es salir del actual promedio en torno del 6% mensual para volver al 3-4% a principios de 2023.
Reservas
En el plano cambiario, con una venta promedio de u$s50 millones diarios en octubre de reservas del Banco Central, la intención es cumplir con la meta acordada con el FMI para fin de año en base al ingreso de créditos de los bancos multilaterales –este viernes se confirmó el crédito del BID por u$s700 millones- que sumarían u$s2.000 millones hasta fin de año.
Si se termina de renegociar con éxito con el Club de París el oneroso acuerdo que firmó Axel Kicillof en el gobierno de Cristina Kirchner habrá un alivio adicional, sumado al giro de unos u$s5.800 millones del FMI una vez que en diciembre se revisen las metas del tercer trimestre, que estarían, según Massa, cumplidas.
A la vez, con los nuevos controles a las importaciones, la Aduana estima que se podría reducir en unos u$s500 millones mensuales el flujo de pagos al exterior por mercadería que estaba protegida por medidas cautelares.
Mientras tanto, en este panorama de sábana corta, los funcionarios admiten que la brecha cambiaria se mantendrá alta –en un contexto global más negativo por la suba global del dólar- y la apuesta modesta consiste en que no suba más.
En una situación normal, admiten, el objetivo suena demasiado modesto, pero en este un escenario tan frágil, resulta ambicioso.
FUENTE: Iprofesional