Hay momentos en que nos sentimos cansados, “con pocas manos y muchos platos por atajar”, tenemos la tentación de rendirnos, decidir que la situación nos ha desbordado y sencillamente no podemos.
En parte es cierto, así tal cual estamos, sin implementar ningún cambio, no podremos; y ahí está el secreto, cuando nos sentimos tan abatidos por situaciones límites, lo mejor es conservar la calma, abrir los ojos y darnos cuenta que estamos justo del otro lado de la puerta al cambio.
Es el instante exacto en que la vida nos dice que ha llegado el momento de hacer un ajuste. Cuando paramos el relato derrotista de nuestra mente con la pregunta ¿Cómo puedo hacer para? Nuestro cerebro comienza a generar opciones.
Ese cambio del “no puedo” al “¿cómo puedo hacer?” nos trasladó en velocidad de segundos a protagonistas de nuestra historia, y sin darnos cuenta hemos aceptado que estamos ante una situación que nos supera, que es momento de hacer un cambio, y que creemos en nosotros, de alguna forma hallaremos la manera.
Estos ajustes muchas veces son pequeños detalles, que de a poco hacen una gran diferencia. Un cambio de horario, una actividad nueva, hacer algo de una manera diferente, pequeños pasos que luego nos impulsan a más.
Los ajustes no tienen por qué ser todos juntos ni demasiado grandes, porque si nos planteamos cruzar un océano, no podremos, pero sí podremos saltar un pequeño charco.
Siempre podemos más de lo que creemos, solo debemos tomar aire a veces, para reunir fuerzas y generar nuevas ideas, hacer ajustes necesarios que nos permitan superar las situaciones.
Ver esto es entender que no todo está mal, no es tan negro ni tan pesado como parece, y nos permite poner en perspectiva las cosas buenas que sí tenemos y sobre las cuales podemos apoyarnos para hacer foco en aquellas que hoy nos cuestan y necesitan un cambio.
Cuando dimensionamos en perspectiva nos ubicamos en el plano real, podemos ver que tenemos en nuestras manos herramientas para poder salir de esta situación que hoy nos abate y que si aceptamos el desafío, puede ser el comienzo de un nuevo camino.
Estos sentimientos de angustia son oportunidades, cada vez que estemos frente a ellos, solo mirémoslos a los ojos y sepamos que es nuestro momento para transformarnos en una mejor versión de nosotros.