Hugo Sand (64) es productor yerbatero y tealero. De profesión ingeniero agrónomo, supo desde chico trabajar y cuidar la tierra. El dirigente agrario, que forma parte de la Asociación de Productores Agropecuarios de Misiones (APAM), fue partícipe de distintas luchas, entre las que se encuentra el tractorazo. Hoy, reafirma la idea de que se debe proteger a la Madre Tierra y que “hay que avanzar en la producción agroecológica”.
“Nací en la chacra. Mis padres y mis abuelos fueron productores yerbateros y tealeros; así que me crié en el ámbito rural”, recordó Sand de Colonia Guaraní.
Conseguir un buen precio para el kilo de la hoja verde fue una de las luchas agrarias en la que participó Sand. Este año se conmemoraron los 20 años de los tractorazos realizados en Misiones en 2001 y 2002.
“Desde la desregulación de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate (CRYM) los precios de la hoja verde empezaron a caer año tras año. En 1999 las movilizaciones eran permanentes”, explicó y comentó que “convocaban a reuniones de mesa de concertación donde la burla permanente fluía entre los funcionarios del gobierno provincial y los industriales”.
Agregó que “el fracaso de esas reuniones fue uno de los motivos por los cuales nos comenzamos a organizar en Oberá y se fueron sumando más productores. Fernando Finke propuso hacer una movilización desde el cruce Karaben, ese fue el primer tractorazo en 2001; luego se decidió ir a Posadas y estuvimos frente a la Casa de Gobierno”.
Consultado por el valor de la yerba, Sand mencionó que “estaba entre tres y cuatro centavos. Nos pagaban con cheques y nos daban vales de comestibles y combustible”.
En aquel entonces, Raúl Solmoirago era quien llevaba adelante el proyecto de ley para la creación del INYM. “Fue sancionada, pero no reglamentada. Por eso, estuvimos en Posadas más de 50 días hasta que se reglamentó y se constituyó la primera comisión directiva”, indicó.
Sand describió que “pedíamos 16 centavos por el kilo de hoja verde y finalmente cerramos en 13 centavos; por lo cual de tres o cuatro centavos y de papelitos que no tenían ningún valor pasamos a ese nuevo monto”.
Adicionó que “si uno mira las estadísticas se puede ver que todos los años va creciendo el valor de la materia prima y en pocas oportunidades quedó estacionado. Esto dio un gran alivio a la actividad y el INYM es una buena herramienta”.
Hacia una producción agroecológica
Tras 20 años de la creación del INYM, Sand afirmó que “no hay que cambiar nada de la ley sino que hay que aplicarla en todos sus puntos”. Pero deslizó que “se debe ver el mercado consignatario nacional de yerba mate canchada que se logró incluir en la ley, pero que todavía no se ha puesto en funcionamiento. Hay que ser estricto en los análisis de metales pesados como el cadmio y el plomo sobre todo en la yerba importada de Brasil y Paraguay que están sobre los niveles legales”.
En tanto, consideró que “hay que avanzar fuertemente en la producción agroecológica de la yerba mate, libre de veneno”.
Aseguró que “tenemos que volver a mirar el monte y que la chacra sea un brazo inteligente de la selva misionera. Es decir que a la maleza dentro de los yerbales hay que transformarla en bueneza”.
Enfatizó que “si se trabaja con árboles dentro de los yerbales se va a lograr que haya frutas, polen y habrá animales que controlarán los insectos. Es decir que se va a equilibrar, la naturaleza es sabia y tenemos que dejar que las fuerzas naturales actúen”.
“Hay que volver a plantar árboles en los yerbales porque las especies nativas les hacen muy bien a la yerba. Se debe cuidar el ambiente a través de los árboles, las ramas y las hojas captan la energía solar y hacen pasar una luz difusa que le hace bien a la planta de yerba, son termostatos naturales que regulan la temperatura ambiental y controlan las heladas, entre otras cosas”, describió.
Aseveró que “hay mucho para hacer con las chacras misioneras, pero con una mirada agroecológica. No hay que comprar fertilizantes sino que hay que hacer biofertilizantes”.
Sand subrayó que “estas ideas hay que debatirlas en todos los ámbitos porque todo lo que le hagamos a nuestra Madre Tierra nos lo estamos haciendo a nosotros mismos porque somos tierra. Por lo cual, cuando envenenamos a la tierra, al agua o el aire nos estamos envenenando a nosotros mismos”.
Tenemos que difundir esto a nuestros productores y liberarlos de todos los venenos que producen las grandes industrias agroquímicas que están haciendo mal al planeta”.