El cuerpo, nuestra primera casa. El cuerpo de nuestra madre, la casa de nuestra casa. El cuerpo de nuestro padre, más efímero, fugaz, pero también la casa de nuestra casa.
El hogar, lugar donde reside nuestro cuerpo. La cama, la silla, los zapatos y la ropa. Elementos cotidianos que nos confieren abrigo, protección, sosiego. Un destino donde quedarnos un rato, tranquilos.
Tu cuerpo es tu hogar, tu templo sagrado, ahí donde esté bien, ahí quédate, ahí sostente, ahí viví.
Parece fácil, sabiendo algunas pocas cosas ya estaríamos como para andar, sin embargo existen otras casas temporales y su existencia es prueba de que no nos sabemos manejar eficientemente con las herramientas para mantener nuestro cuerpo, ¿será acaso que no somos solo eso? Cuerpo.
Los hospitales, clínicas y sanatorios. ¿Cuántas veces visitaste uno en tu último año de vida?
El campo, los parques, jardines, reservas, naturaleza. ¿Cuántas veces visitaste uno, en tu vida?
La disonancia en las respuestas suscitan ruidos internos que pueden reflejar desequilibrios. Oscilaciones entre lo que pensamos y lo que sentimos, lo que hablamos y lo que escuchamos, lo que queremos y lo que hacemos. A este punto, ya parece que nos hemos metido en un laberinto lleno de espejos que nos muestran, pero no nos vemos.
Sería necesario en este preciso momento o en esta instancia, recordar, pero explicado en palabras sencillas se trata de exponerte, meterte, sentir vivenciar en primera persona y en primer elemento (siendo el elemento, la acción o el proceso) eso que está pasando allá afuera.
Los componentes de la naturaleza y los procesos que llevan a cabo, emiten y contienen un campo energético o morfogenético con una naturaleza energética y una memoria en un estado en equilibrio con esa dinámica, con ese fenómeno y con la tierra y con el sistema solar. Exponernos conscientemente a ese fenómeno según nuestros propios desajustes puede traernos la oportunidad de equilibrarnos y sentirnos en coordinación con el propósito de nuestra alma.
Cuidar la naturaleza e inclinarnos, acercarnos a los elementos que la componen en los lugares donde existe naturalmente es una oportunidad para vernos en esos espejos que la naturaleza brinda en el seno de su creación.
Entonces ante la pregunta de por qué nos atrae un fenómeno natural más que otro y nos quedamos absortos al verlo y sentirlo, tal vez veamos al ser que habita en nuestro interior y podamos hacer las paces con él, conociendo nuestra verdad.
La Verdad de nuestra alma. Y estar en Paz.