Graciela Fumagalli ejerció la medicina con mucha pasión, la misma con la que hoy día hace arte. Le gusta probar y experimentar con diferentes técnicas, una de ellas es la acuarela, recuerda jocosa haber recibido un estuche invaluable hoy día, una caja de lata que el mismo vicepresidente Perette allá por los años 60 le obsequió.
No es inusual encontrar en la historia médicos que han compartido su vida profesional con el desarrollo de diversas expresiones artísticas. Algunos de ellos terminan dedicándose más a una determinada pasión artística que a la medicina, especialmente cuando el éxito es tal que les permite vivir de su talento. Pero, quizás, la mayoría decide asumir las inclinaciones artísticas como un hobby y no una opción de vida.
El término “medicina” tiene su origen en una palabra que significa curar, preocuparse por el otro, el “arte” de preocuparse por el otro.
El arte de alguna manera también se preocupa por el otro, al entregar creaciones que ennoblecen al individuo y lo ayudan a mejorar en el sentido más profundo. El arte tiene un rol terapéutico que es cada vez más reconocido.
Que un médico se interese en el arte podría explicarse por diversos motivos.
Estudiar y practicar la medicina implica un conocimiento más global del ser humano en todo nivel y este conocimiento puede plasmarse en una obra artística, ya sea literaria, pictórica o musical.
También hay médicos con inquietudes artísticas desde la infancia o adolescencia, que optan por diversas presiones a una carrera con aparente mayor solvencia económica, quedando latente un potencial artístico que puede develarse en períodos posteriores de mayor estabilidad.
Médicos pintores destacados quizás son más infrecuentes. Un ejemplo es el más importante paisajista holandés del siglo XVII: Jakob van Ruisdael, quien también ejerció como cirujano exitoso en Amsterdam.
En suma, no sólo se puede decir que la medicina puede constituirse en un arte del curar o ayudar al otro: hay diversos ejemplos históricos en que ambas manifestaciones del saber humano han coexistido y con mucho éxito.
Sería interesante poder evaluar si realmente ejercer la medicina lleva a un mejor logro artístico o viceversa, y así incentivar a que alguna disciplina artística forme parte regular de los planes curriculares de la formación de un médico.
Disfrutamos de la compañía de Graciela en el taller de pintura, disfrutamos de su arte, tanto como de su compañía. Tiene mucho saber de medicina para curar el cuerpo, y ahora su saber se orienta a curar el alma.