Tener a personas que se quejan constantemente sin duda es una fuente de estrés. Escuchar quejas nos lleva a tener pensamientos y emociones negativas.
Nos genera preocupación, el miedo y la tristeza crecen, así como la sensación de que algo, o todo, va mal y debemos estar alertas constantemente.
Escuchar quejas provoca que nuestro bienestar y capacidad de concentración disminuyan, ya que los recursos atencionales se tienen que repartir entre más estímulos. Esto, afecta a la propia capacidad de tomar decisiones y resolver problemas, pues la capacidad para fijarse en elementos importantes y descartar opciones se altera.
El resultado es no poder ser creativos con el dinero, no poder obtenerlo, no saber invertirlo, no producir en tu trabajo y otros tantos no.
Esto ocurre porque nuestro cerebro interpreta la queja automáticamente como una amenaza. Así, el cuerpo responde desencadenando una serie de procesos fisiológicos que serían esenciales en una situación de emergencia. Es decir, segrega una rápida y gran cantidad de cortisol. En una situación de amenaza real esto serviría para que saliéramos corriendo y escapando de la amenaza o bien defendiéndonos.
En el caso de las quejas, no ponemos esa respuesta de escape o defensa en marcha, por lo que el cerebro está interpretando un peligro respecto al cual no hacemos nada.
Sólo escuchar pasivamente. Es entonces, cuando los efectos pueden ser realmente nocivos. Al parecer, nuestras neuronas del hipocampo comienzan a morir. Esto fue comprobado por un grupo de investigación de la Universidad de Yale.
Observaron cómo escuchar quejas durante 30 minutos hace que las neuronas del hipocampo se despeguen y mueran.
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