En el año 2011, el mundo alcanzó una población de 7.000 millones de habitantes. Apenas algo más de una década después, en noviembre de 2022, la cifra llegó a los 8.000 millones. Sin embargo, se estima que harán falta quince años -en 2037- para alcanzar los 9.000 millones, signo de que el crecimiento se ha ralentizado.
Lo cierto es que a algunos les maravillará los avances en materia de salud que han ampliado la esperanza de vida, reducido la mortalidad materna y la mortalidad infantil y que han llevado al desarrollo de vacunas en tiempo récord. Otros reivindicarán las innovaciones tecnológicas que nos han facilitado la vida y nos han conectado más que nunca. Y otros proclamarán lo conseguido en materia de igualdad de género.
Sin embargo, el progreso no es universal y las desigualdades son muy acusadas. Las mujeres todavía mueren durante el parto. Las desigualdades de género permanecen arraigadas. La división digital deja a más mujeres y a aquellas personas en países en desarrollo desconectadas. En los últimos tiempos, las vacunas contra la COVID-19 se han distribuido de manera desigual. Y los mismos problemas y retos de hace 12 años siguen vigentes o han empeorado: cambio climático, violencia, discriminación. El mundo alcanzó un hito especialmente desalentador en mayo del año pasado: se superaron los 100 millones de personas desplazadas forzosamente.
En un mundo ideal, 8.000 millones de personas significarían 8.000 millones de oportunidades para crear sociedades más sanas fortalecidas por derechos y elecciones. Pero el campo de juego no es, ni nunca ha sido, igualitario. Por razón de género, etnicidad, clase social, religión, orientación sexual, discapacidad y origen, entre otros factores, demasiadas personas siguen enfrentándose a la discriminación, acoso y violencia. No nos hacemos ningún favor ignorando a aquellas personas que se quedan atrás.
El trabajo pendiente es invertir en capital humano y físico para unas sociedades inclusivas y productivas que defiendan los derechos humanos y reproductivos. Solo en ese momento podremos afrontar los enormes retos de nuestro planeta y forjar un mundo donde la salud, dignidad y educación sean derechos y realidades, y no privilegios y promesas vacías. En un mundo de 8.000 millones de personas debe haber siempre espacio para las oportunidades.
Población con mirada de género
Por eso, la edición 2023 de este Día Mundial de la Población se enfoca en “el poder de la igualdad de género”, con el objetivo de “dar voz a las mujeres y las niñas para desbloquear las infinitas posibilidades de nuestro mundo”.
Todavía, y a pesar de que suponen el 49,7% de la población mundial, a las mujeres y a las niñas no se las suele tener en cuenta en los debates sobre demografía. Además, las políticas de población vulneran sus derechos. Como resultado, nuestro mundo excluye y margina a la mitad de la población del planeta, “un problema que nos impedirá a todas las personas disfrutar de un futuro más próspero, pacífico y sostenible”, según la ONU.
“Esta injusticia generalizada aleja a las mujeres y a las niñas de la escuela, del mercado laboral y de los puestos de liderazgo; limita su autonomía y su capacidad para tomar decisiones sobre su salud y su vida sexual y reproductiva; e incrementa su vulnerabilidad ante la violencia, las prácticas nocivas y la muerte materna prevenible, ya que cada dos minutos muere una mujer a causa del embarazo o el parto”.
Por eso la ONU entiende que “debemos promover la igualdad de género para crear un mundo más justo, resiliente y sostenible. La creatividad, el ingenio, los recursos y la fuerza de las mujeres y las niñas son fundamentales para abordar los retos demográficos y de otro tipo que amenazan nuestro futuro, como el cambio climático y los conflictos”.
Tablero de la Población Mundial
El tablero de la población mundial presenta datos sobre fertilidad, paridad de género en la escuela, información sobre salud sexual y reproductiva, y mucho más. Juntos, estos datos destacan la salud y los derechos de las personas en todo el mundo, especialmente las mujeres y los jóvenes.
Desde mediados del siglo XX, el mundo ha experimentado un crecimiento demográfico sin precedentes. La población mundial se triplicó con creces entre 1950 y 2020. La tasa de crecimiento de la población mundial alcanzó su punto máximo entre 1965 y 1970, cuando el número de seres humanos aumentaba en un promedio del 2,1% por año.
Durante el período de 2000 a 2020, aunque la población mundial creció a una tasa anual media de 1,2%, 48 países o áreas crecieron al menos el doble de rápido. De estos 48 países, 33 eran países o áreas africanas y 12 asiáticas.
La esperanza de vida de los adultos en el mundo desarrollado ha aumentado desde mediados del siglo XX: el número de personas que llegan a los 100 años nunca ha sido mayor que en la actualidad.
En todo el mundo, el número de muertes en relación con el tamaño de la población ha disminuido desde la década de 1950. Durante las próximas décadas, las previsiones de las Naciones Unidas contemplan una disminución gradual y continua en las tasas de mortalidad relacionadas con la edad.
Tendencias demográficas
Tuvieron que transcurrir cientos de miles de años para que la población mundial creciera hasta alcanzar los 1.000 millones de habitantes, y solo en unos 200 años más se multiplicó por siete. En 2011, la población mundial alcanzó la cuota de los 7.000 millones de personas y el 15 de noviembre de 2022 se superó la barrera de los 8.000 millones. Las previsiones hablan de 8.500 millones para 2030, 9.700 millones en 2050 y 10.400 millones en 2100.
Este espectacular crecimiento se ha visto impulsado por el creciente número de personas que llegan a la edad reproductiva, y ha venido acompañado de cambios importantes en las tasas de fecundidad, el aumento de la urbanización y la aceleración de la migración. Estas tendencias tendrán consecuencias de largo alcance para las futuras generaciones.
En el pasado reciente se han registrado cambios notables en las tasas de fecundidad y en la esperanza de vida. A comienzos de la década de 1970, las mujeres tenían una media de 4,5 hijos cada una; en 2015, la fecundidad total mundial había caído hasta unos 2,5 hijos por mujer. Mientras tanto, la vida media de una persona ha aumentado de 64,6 años a comienzos de la década de 1990 hasta 72,6 años en 2019.
Por otra parte, en el mundo se registran unos elevados niveles de urbanización y una aceleración de la migración. En 2007, por primera vez, vivieron más personas en zonas urbanas que en zonas rurales, y en 2050 alrededor del 66% de la población mundial vivirá en ciudades.
Estas megatendencias tienen consecuencias de gran alcance. Afectan al desarrollo económico, al empleo, a la distribución de la renta, a la pobreza y a las protecciones sociales. Asimismo, repercuten en los esfuerzos por garantizar el acceso universal a la atención médica, la educación, la vivienda, el saneamiento, el agua, los alimentos y la energía. Para satisfacer de manera más sostenible las necesidades de las personas, los encargados de la formulación de políticas deben saber cuántas personas viven en el Planeta, dónde se encuentran, qué edad tienen y cuántas personas habrá en el futuro.
Fuente: Organización de las Naciones Unidas (ONU)